cibercultura Miércoles, 5 junio 2013

La segunda pantalla

Vía La República

No ha habido forma de escapar de Game of Thrones desde la noche del domingo. Puede que usted nunca haya visto la serie ni le interese, pero si ha entrado a alguna red social en estos días, lo más probable es que se haya topado con los gritos de dolor de quienes vieron el sangriento episodio del domingo.

Ya no es novedad para nadie: las redes sociales cambiaron para siempre la forma de ver televisión. No es más la actividad solitaria de consumo en una habitación. La gente necesita compartir sus reacciones con el mundo, sentirse parte de una comunidad, producir ellos también su propio contenido.

Una muestra muy sencilla del cambio es el simple hecho de que el HBO latinoamericano se ve obligado a transmitir esta serie (incluida su versión doblada) al mismo tiempo que en los Estados Unidos. De otra manera, los fans latinos correrían el riesgo de verse spoileados por los comentarios de los televidentes gringos. “Spoilear” es un anglicismo que ya es parte del léxico habitual de cualquier consumidor de narrativas (desde cómics hasta películas) y que significa arruinar el final (o las sorpresas) de una historia.

En el caso de Game Of Thrones los spoilers son un problema: se trata de una serie abundente en trágicos giros argumentales y que cuenta con fans tan “sociales” que incluso cuelgan en YouTube videos de sí mismos reaccionando, usualmente con gritos desesperados, ante la televisión.

Tampoco es casualidad que los fans de esta serie tengan una tendencia mayor a recurrir a redes sociales. El exceso de personajes y lo intrincado de la trama la habrían convertido en infumable hace algunos años. Ahora, gracias a la retroalimentacion de los otros seguidores, las páginas de fans, los memes y Wikipedia, la serie no se acaba al terminar su hora semanal.

De hecho, muchas veces, la experiencia online sucede mientras estás viendo la televisión. Es el fenómeno conocido como “segunda pantalla”: el uso de dispositivos móviles (smartphones, tablets) mientras ves algo en la tele.

Es un fenómeno tan común que ya existen aplicaciones específicas de “second screen”. El blu-ray de Avengers, por ejemplo, interactúa con una aplicación para iPad que permite retroceder y pausar la película mientras en la tableta aparece información extra, detrás de cámaras, los cómics originales, etc, de acuerdo a la escena específica que uno está viendo.

Hay otro motivo tecnológico que permite la producción de historias más complejas: ahora que incluso se puede detener y retroceder un programa en vivo, cada escena puede estar llena de detalles que no son relevantes sino mucho después en la trama.

Una serie que se adelantó a esta época fue la comedia de culto Arrested Development. Estrenada en 2003, nunca tuvo buen rating y fue cancelada en su tercera temporada. La saturación de chistes por minuto y el minucioso cuidado con el que introducían elementos que no serían relevantes sino meses después, necesitaba un entorno como el que proveyó su lanzamiento en DVD y, luego, su difusión a través de torrents. Sólo entonces la comedia pudo ser apreciada en su revolucionaria extensión.

Fue entonces que, siete años después de su cancelación, Arrested Development regresó por una cuarta temporada. Esta vez sería emitida en Netflix y el proyecto de su escritor bien podría calificar como un Rayuela televisivo. Pero esta vez la tecnología jugaría en contra.

La próxima semana: A.D. 2013