economía , noticias Martes, 16 julio 2019

Le explicamos al ministro de Energía y Minas qué es la ‘licencia social’ y por qué la necesita

Spoiler alert: para entender bien este post primero tienes que leer este donde te explicamos todo el chongo de Tía María.

«No existe un documento llamado licencia social«

Eso ha dicho el ministro de Energía y Minas, Francisco Ísmodes, precisando que la licencia social no tiene validez legal porque no existe y que se van a ganar la confianza de las personas afectadas por el proyecto Tía María «de manera técnica«.

Este es Ísmodes, detrás está el cráneo de un animal muerto en los relaves de Southern en Ilo. Composición: Utero.pe

Este es Ísmodes, detrás está el cráneo de un animal muerto en los relaves de Southern en Ilo. Composición: Utero.pe

La declaración es preocupante porque la tan mentada licencia social es esencial para que el proyecto se ejecute (y esa ha sido la ‘promesa’ de Southern Perú, por cierto). ¿Y qué es? Además del núcleo de los conflictos sociales en el Perú, es la aprobación continúa —o la amplia aceptación— de un proyecto de inversión por parte de una comunidad.

Sin embargo, las personas en Islay —la provincia de Arequipa en la que se ejecutará el proyecto— están aún en contra de la minera. Esta crónica de La República recoge la principal razón: desconfianza, tanto hacia la empresa como hacia la misma actividad minera. Así no le van a dar permiso a nada.

Incluso una encuesta hecha en Islay en el 2017 revelaba ya que conseguir la licencia social del proyecto estaba más difícil que chuparse el codo. Pero hay algo que ni la empresa ni el Estado (que para variar está del lado de los privados) parecen querer entender.

El rechazo no es gratuito

Por mucho que las empresas mineras formales se quejen de la ‘cantidad de supervisión’ que reciben, la percepción histórica —sobre todo en el Perú— es que les vale un tercio de pepino el medio ambiente, no cumplen las normas y encima son bastante descaradas al respecto.

Y Southern Perú tiene un oscuro historial.

Además está el agravante de que la empresa insulta a quienes dice querer beneficiar. ¿O acaso ya olvidamos que su presidente —quien sigue siéndolo, por cierto— Óscar González Rocha reiteró la existencia de un terrorismo antiminero?

En la misma línea, recordemos otra frase de otro trabajador de Southern Perú: Carlos Aranda, quien sigue siendo Gerente de Servicios Técnicos:

¿Ustedes saben que Deán Valdivia es la cuna de Abimael Guzmán? Pues creo que hay algo genético ahí, si es cierto que Deán Valdivia es más recalcitrante.

Manya, el terrorismo es genético.

Los humedales de Ite, destruidos por el relave de la compañía Southern Perú. Foto: La República

Los humedales de Ite, destruidos por el relave de la compañía Southern Perú. Foto: La República

La pregunta se cae de madura: ¿quién va a querer negociar con estos señores? Y eso que no hemos mencionado los antecedentes graves por contaminación, pero en este post de Jorge Páucar en La Mula pueden tener más detalle sobre esto.

 

En resumen

La condición para que se ejecute el proyecto Tía María es que exista licencia social. Sin embargo, el Estado —representado en todo este chongo por el ministro Ísmodes— ha descartado que realmente exista.

Mientras tanto, las personas en Islay sienten que el Estado ha puesto en pausa la solución a sus problemas a cambio de la entrega de la licencia social cuando «debería asumir su rol independientemente de la suerte de la inversión minera«.

Licencia la da el Estado y no una comunidad, dijo alguna vez Roque Benavides y eso sintetiza la posición del empresariado (y por ende, también del Estado).

Puestas así las cosas, ¿no sería bueno que las personas en Islay puedan escoger a otra empresa? La pregunta seguro le ha causado un aneurisma a Jaime de Althaus.

Por supuesto, también queda la opción de hacerlo sin la licencia social y ver el Perú arder un día más.

Diego Pereira

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