discriminación , libertades , noticias , sociedad Viernes, 25 noviembre 2016

Phillip Butters, o cómo combatir el machismo con machismo

Supongo que muchos de ustedes dirán que es un lugar común escarbar en Phillip Butters para encontrar vetas de machismo. Y tienen razón. Pero, en mi defensa, debo alegar dos cosas. La primera es que el pensamiento Butters, nos guste o no, está bastante extendido en la opinión pública: mucha gente no solo le cree y confía en él, sino que además piensa como él, y se siente representada por las cosas que dice. Entonces, hablar sobre lo que él dice es, también, una forma de cuestionar algunas ideas arraigadas entre nosotros.

La segunda cosa que debo decir es que encontré de casualidad el video sobre el que voy a hablar. Se reprodujo automáticamente en Youtube, luego de otro vídeo, y no me van a negar que las primeras palabras que dice Butters son, cuando menos, impactantes:

«Radio Capital se considera una radio defensora de las mujeres».

A ver: el locutor se refiere a la misma radio que le pregunta a sus oyentes cosas del tipo “Si tu esposa es rica y apretadita, ¿le pedirías que se vista de forma recatada?”, o “¿Crees que las mujeres incentivan el acoso callejero por su forma de vestir?”. Y no solo eso: el locutor que acaba de decir esas palabras, él mismo, se ha definido alguna vez como un “machista ilustrado”, y tiene un rosario de muestras de machismo que es largo enumerar. Hay que ser muy sinvergüenza o muy inocente para decir algo así.

Pero ya me dieron ganas de saber a dónde va a ir con esto, así que sigo escuchándolo. Lamentablemente, en las siguientes palabras no logra elaborar ninguna idea:

«Radio Capital se considera una radio defensora de las mujeres, pero desde que comenzó… No por una moda, no porque hay un X o un Y o un Z. No: piedra angular. No tiene que haber una marcha: para mí, todos los días son Día de la Madre, todos los días son los Días de la Mujer… el hombre que le levanta la mano a una mujer, hay que cortarle el brazo. […]»

No entendí un carajo, la verdad, pero pasó rápido. Inmediatamente después, resumió el caso de Mariana del Solar, quien denunció en Facebook a un sujeto que la agredió.

El resumen, hecho por la misma Mariana, es este: ella estaba paseando con su hijo (de un año y seis meses, a quien llevaba en brazos) por una calle de San Isidro, cuando vio cómo un sujeto invadía la vereda al estacionar su auto. Ella le pidió que lo moviera y él respondió: “No jodas, voy por un café”, e ingresó al local. Mariana decidió filmarlo para ponerlo en evidencia. Lo que sigue puede observarse en el video grabado por ella misma:

Cuando el sujeto salió del local, ella ya estaba filmándolo, y empezó a increparle. Lo que él hizo fue ir hacia ella y tirarle un manotazo (con la intención, aparentemente, de hacer caer el teléfono. No hay que olvidar, por otro lado, que Mariana está cargando a su bebé). Luego, se subió a su carro y se fue.

Ese es el caso.

Es curioso que en 16 minutos de conversación, Butters no utilice jamás el término machista, ni para referiste al sujeto ni para calificar su actitud. Dice, en cambio, muchas otras cosas, que trataré de sintetizar aquí.

1. «Maricón»

Como decía, Butters no llama nunca «machista« al sujeto (identificado como César Augusto Zea Sulca), que ha agredido físicamente a una mujer, quien además estaba cargando a un bebé. En cambio, se cansa de decirle MARICÓN. Luego lo llama ROSQUETE, y luego, para que quede muy claro, GORDO ROSQUETE: quince, veinte veces el insulto.

¿Tiene Butters alguna idea de lo que está diciendo? Yo creo que sí, pero le llega. En la ética de su barrio (o lo que él imagina que fue su barrio), a los cobardes les llaman maricones. Maricones, es decir, homosexuales, es decir, chicos que actúan como chicas, es decir, cobardes. ¿Se ha dado cuenta, alguna vez, de la imbecilidad de esa lógica?

Llamar «maricón« a un cobarde es una cojudez en muchos niveles, pero vamos a quedarnos con dos. El primero es que que ser LGTBI, en un país terriblemente homofóbico como este, impone a las personas que deciden vivir su sexualidad una cuota de valentía que, al menos en ese aspecto, a los heterosexuales nunca se nos ha exigido. ¿Dónde está entonces la relación cobardía=homosexualidad? Allí está el otro nivel de cojudez: en realidad, se llama maricones a los hombres temerosos, asustadizos, cobardes, que actúan como mujercitas. Es decir, el insulto no solo es homofóbico sino también machista, porque intenta «reducir a un hombre al valor de una mujer».

Y ahí está Butters, diciéndolo fuerte, gritándolo varias veces, en su afán por defender a una mujer.

2. «Que venga, que me pegue».

Ya sabemos que Butters tiene problemas para cumplir sus amenazas pugilísticas, a las que se lanza solo, sin que nadie lo anime, por puro reflejo de primate envalentonado. Pero no deja de sorprender que insista en ello. De pronto, la discusión deja de ser sobre la denuncia de Mariana del Solar y se concentra en él: que el tipo venga con él, que lo encuentren y se lo traigan.

Dense el tiempo de escucharlo y comprueben cuántas veces dirige la discusión hacia él:

«Que me lo traigan pa’ que me pegue en vivo. Que me pegue este gordo rosquete, ¿no es cierto? Porque a mí nunca nadie me ha querido pegar en la calle. De repente, por primera vez en mi vida, el pata viene y me pega».

En fin, para cerebros así (que parecen detenidos para siempre en algún punto de la adolescencia) el hombre solo puede ser una bestia temible que defiende a sus hembras.

3. «¿Qué harías tú?»

¿A quién creen que está dirigida esa pregunta? Recuerda: es Phillip Butters quien pregunta.

Piensa, piensa bien.

Ajá. Adivinaste:

«¿Qué harías tú si un pata como este, le mete un manazo a tu mujer?».

Pero, no se adelanten: también hay una pregunta para las mujeres. Por supuesto:

«¿Qué esperas tú que haga tu esposo, tu pareja, tu hermano, tu papá, si un tipo en la calle te mete un manazo?».

Es decir: ¿qué harían por ti los hombres de tu vida, los machos de los que dependes? Lo que tú puedas hacer me importa tres carajos. Lo que tú hayas sentido me importa menos todavía. Quiero saber cómo se sintieron los hombres a tu alrededor.

No miento. En cierto punto, entra la llamada de Mariana del Solar. Butters la deja hablar sobre los hechos generales y luego, de sorpresa, se manda con la pregunta que realmente le interesa:

—Y cuéntame una cosa, Mariana: ¿qué dice tu esposo, tu pareja al respecto?

—Bueno, el papá de mi hijo, no… no, eh… él está… él vive en Estados Unidos… Bueno, sí, está indignadísimo… Pero, no hay nada que podamos hacer, porque violencia con violencia no va…

—A ver, pero, yo te voy a decir una cosa: ¿tú qué crees que hubiera hecho tu esposo, tu pareja, si está al costado tuyo?

Y así, al infinito.

***

Hoy es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer. En fechas como esta, suelen recordarse los límites atroces de la violencia machista, contra los que las mujeres están luchando ahora mismo: asesinatos, violaciones, agresiones, acoso, mutilaciones, limitación de derechos, matrimonios forzados, explotación sexual, etcétera.

Yo quería, ahora, ir hacia el otro lado, hacia el lado (aparentemente inofensivo) de la gente que no mata ni viola mujeres, y jamás diría que está bien hacerlo, pero conserva en sus palabras, en el mismo discurso contra la violencia, el germen de lo que, después, alguien más convertirá en violencia efectiva: el desprecio por las mujeres, lo que sientan y lo que piensen; la idea de que hay territorios que nos les corresponden; la certeza de que los hombres son finalmente animales, que son provocados y actúan en consecuencia; la condena por la forma de vestir, de hablar, de proyectarse al futuro, de vivir su sexualidad.

La cadena que empieza en el “esto es cosa de hombres”, o “compórtate como señorita” o “el amor perdona todo” terminará siempre, unos eslabones más adelante, con una mujer violada o muerta. Las feministas llevan muchos años cortando la cadena desde donde están, ante las situaciones de violencia que encuentren, por inofensiva que parezcan. Hay que seguir su ejemplo.