¿Eterna condena? Foto: Arkiv Perú

Escribe José Carlos Yrigoyen

A ver, seguramente no encontrarán ustedes un muro más antiaprista que este en todo su timeline de Facebook, pero últimamente me topo con gente que pretende bajarse a Alfredo Barnechea porque hace más de treinta años fue candidato del Apra a la alcaldía de Lima (obtuvo un nada desdeñable 28% de los votos aquella vez) y luego diputado del PAP. Solo quiero apuntar dos cosas:

1. Es tiernamente bobalicón creer que todo aquel que ha sido aprista es automáticamente un corrupto, un cómplice de delincuentes o un réprobo. De hecho que en las últimas décadas el Apra ha pasado por una decadencia moral inocultable, sobre todo gracias a las malas artes de Alan García. Pero vamos, decir que gente como Andrés Townsend, Luis Alberto Sánchez, Seoane, Nicanor Mujica, Garrido Malaver o el mismo Haya de la Torre no era gente de valía y que todos ellos por el hecho de ser apristas eran ciudadanos innobles es una tontería sin atenuantes. Es más: conozco muchos apristas anónimos que han estado toda su vida inscritos en el partido y que son personas honorables e incapaces de un acto reñido con la ley o la decencia. Sé que parece ocioso recordar esto, pero como hay gente que piensa en terminantes blancos y negros, no queda otra.
2. Alfredo Barnechea fue cercano al Apra entre mediados de los setenta y finales de los ochenta. Tuvo el privilegio de hacer la última entrevista a Haya de la Torre, de ser candidato a la alcaldía metropolitana y luego diputado por Lima. No veo en nada de esto algo que pueda considerarse inmoral o terrible. Quiero recordar además que Barnechea renunció a la bancada aprista en 1987, en protesta por la pésima gestión de García y que nunca más regresó al partido, como todos sabemos, secuestrado hasta hoy por las hordas del Panzón del Mal.