cibercultura , el útero , metaperiodismo Sábado, 26 septiembre 2015

¿Comprar información? 3 textos que analizan el caso «Milagros Leiva»

Esta es la reflexión completa del periodista Luis Davelouis para Perú21 en su columna Extremo Opuesto, sobre el caso que ha sacudido al periodismo peruano, o sea tu novela favorita tu María la del barrio local «Milagros Leiva» y los 30 mil dólares que le pagó a Martín Belaunde a cambio de información que aún no estamos seguros de que existe.

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Comprar información I

¿Qué tiene de malo comprar información si al final se consigue conocer “la verdad”? Quizá el principal y más pernicioso problema sea que casi de inmediato aparecerán fábricas de información, que es a lo que Montesinos y su socio japonés, Fujimori, dedicaban buena parte de su tiempo, ¿se acuerdan? Donde haya demanda aparecerá la oferta buscando satisfacerla, así provenga de periodistas, curiosos, maleantes o extorsionadores.

Pronto este mercado se llenará de “testigos” y “facilitadores” dispuestos a decir lo que sea que quiera escuchar quien esté dispuesto a pagar. Esto sin considerar el conflicto de interés que existe en pagarle a alguien para que diga algo que perjudique a un tercero que no conoce o, peor, para que perjudique a un tercero a quien conoce y odia. Por supuesto, esto va mucho más allá de las compras de testimonios o denuncias en una comisaría, actividad cuyo crecimiento está circunscrito a los alrededores de la puerta de la comisaría y al policía que provee esa información que, además de ser de carácter oficial (o sea, existe independientemente de él) no busca fregar a nadie. Claro que esto podría evolucionar y convertirse, como empieza a pasar, en un gran mercado de videos de vigilancia.

“¡Como aquel con el que cayó Montesinos!”. No, ese video no era una prueba fabricada, el interés público estaba dado porque no lo compró alguien incentivado por hacer una ganancia monetaria a través del ráting y el dinero que se pagó por él no fue a un delincuente sino que serviría para ponerlo a buen recaudo. Si al final eso sucedió o no, es otra historia. Lo importante es que una vez que empezamos a pagar por la información, esta empezará a ser fabricada para que diga lo que queramos que diga. Volvemos con más.

 

Comprar información II

¿Quién puede pagar para convertir la información en algo que le convenga? ¿Quién puede comprar fuentes para que digan lo que le conviene al que paga? ¿El público? No, este es un receptor pasivo que, en la mayoría de los casos, acoge y acepta como verdadero lo que los medios ponen a su alcance (sobre todo, si está alineado con lo que ese público cree) y no tienen idea de cómo es que se consigue o construye la información que consume. En el extremo, solo unos pocos podrán comprar la información importante y ni siquiera los poderes del Estado podrán competir en el mercado negro de testigos, fuentes o datos robados. ¿Cómo podrían?

El ejemplo más cercano es el del ex reo Butrón Dos Santos, alias ‘Brasil’, quien primero denunció a Facundo Chinguel por el caso de los ‘narcoindultos’ que salpican a Alan García y hoy afirma haber recibido dinero y pasajes al Perú para hacerlo. ¿Cómo sabemos que los acusados no le están pagando para que se desdiga? Por él mismo sabemos que declara lo que sea que le pidan por dinero y por eso fue que acusó a Facundo Chinguel. O eso es lo que él dice ahora. ¿Su testimonio depende de quién le pagó más, de quién le pagó al final o de que quizá quien le pagó primero no quiso seguir pagando y ‘Brasil’ necesitaba la plata?

Con tanto ruido, ¿cómo sabe uno qué es verdad y qué no lo es? Al final, es imposible saberlo, porque ese que tiene más recursos, influencia o palanca puede comprar pruebas, gente, testimonios y hacer que “su” realidad sea “la” realidad. Otra vez, esto era lo que hacían Montesinos y Fujimori: tenían comprados a policías, fiscales, jueces y medios de comunicación y, así, “la verdad” era irrelevante, porque la única versión “verdadera” de “la” realidad era aquella de quien pagaba para moldearla según su conveniencia.

 

Comprar información (final)

Quien paga mejor tendrá, al menos en teoría, el acceso a la información de mejor calidad y a la más relevante. En el extremo, en un mercado así, la competencia incentivará a los medios más grandes a valerse de su poder económico en detrimento de todos los demás. Eso es claro; si una información puede venderse por 10, ¿por qué la voy a vender yo en 6?

“Gerald (Oropeza), yo te pago 100 mil dólares para que solo declares para mí, incluso antes de que declares ante el juez”. ¿Esto ya se hace? Sí, pero es importante recordar que nunca antes, como hoy, se viene intentando que esto sea visto como un asunto de dudosa ética, pero de factura aceptable dependiendo del resultado. Es decir, el fin justifica los medios. El pragmatismo de Fujimori y Montesinos y todos los que siguieron de allí (y varios antes, pero solían ser menos conchudos).

Hoy, algunos colegas buscan instalar un nuevo sentido común según el cual, si todos compran información y entrevistas, no puede ser tan malo, y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Pues, a falta de otros, la tiro yo: jamás he comprado una entrevista ni he sabido que los medios para los que trabajé lo hayan hecho. No condeno ni juzgo casos particulares porque tengo muchas dudas y ninguna certeza. Pero la generalización me afecta y nos afecta a todos.

Hay mercados más sofisticados: los que cobran por entregar pruebas, o por no dársela a otro; los que cobran por esconderla; los que cobran por entrevista; los que cobran por fabricar datos falsos y sembrárselos a otros.

¿Cómo nos protegemos de esto? Sería muy bueno que todos los medios divulguen si sus manuales de principios permiten pagar por la información que recogen y divulgan. Eso, solo para empezar.