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Un homenaje a Lidia Cisneros, la señora que nos salvó de Barnechea

Hay distintas formas de arruinarse a sí mismo

Lo sabe Alfredo Barnechea, quien terminó de quemar toda posibilidad de carrera política antes de que se acabe el feriado largo (y tocamos madera para que sea definitivo porque este es el Perú y no hay certezas).

Ilustración: Carlín

Ilustración: Carlín

Alguna vez, en plena campaña, Juan Sheput dijo que «Barnechea es un aprista que se ha puesto la lampa como antifaz«. En su momento, el candidato de Acción Popular remarcó que él había sido aprista pero que se distanció cuando Alan quiso estatizar la banca. Sus defensores y simpatizantes se alinearon con ese discurso.

Sin embargo, Alfredo Barnechea —quien acumuló 7.6% de los votos durante las últimas elecciones presidenciales con Acción Popular— estuvo presente en el velorio de Alan García para también atentar contra su propia vida (política):

No entiendo por qué se dio una orden de detención que causó esta trágica decisión el 16 de abril cuando apenas siete días después el señor Barata iba a hacer su declaración. No pudieron esperar una semana. ¿Qué pasa con esto? ¿Qué pasa con la caída en las encuestas? ¿Tiene alguna relación? Hay que acabar con la mafia judicial en contubernio con los improvisados del Gobierno.

Y mientras más lo aplaudían, más se iba en floro. Sus declaraciones sirvieron para que los militantes apristas que asistieron al velorio en la insegura Casa del Pueblo gritaran «¡Vizcarra asesino!«. Inflamado por las palmas, Alfredo —que ni siquiera había saludado a la familia de García antes de coger el micrófono— hasta dijo que todo cambiaría «cuando seamos gobierno». 

Alfredito juega solo

La cara de "qué habla este men" de Vitocho no es gratis, ya deslindó con lo que dijo Alfredito. Foto: Captura

La cara de «qué habla este men» de Vitocho no es gratis, ya deslindó con lo que dijo Alfredito. Foto: Captura

Tras darse cuenta que sus intervenciones en los cuarteles generales apristas fueron un suicidio político total, Alfredo mandó lo que en su cabeza seguro fue «un mensaje a la Nación«, intentando justificarse. Pero ya era tarde. Ya ningún blankitoh iban a sacar cara por él.

Escribe así Iván Slocovich en Correo:

(…) lo del discurso electorero del jueves último en la Casa del Pueblo ya fue demasiado, pues ha mostrado que el hombre no tiene bandera y que le falta mucho para ser un líder mesurado y a la altura de las circunstancias.

Y añade Andrés Calderón en El Comercio:

Alfredo Barnechea no era un familiar, un compañero y, por lo visto el último jueves durante el velorio de Alan García, ni siquiera era su amigo. Fue apenas un candidato intoxicado por su codicia.

Y es que el pantorrilludo virrey Barnechea ya había mostrado que lo suyo es jugar solo, su propio partido y con su propia pelota. Lo vimos cuando cerró el 2018 paseándose con Luis Castañeda —en un carrito de golf— tras la victoria de Jorge Muñoz (que es de Acción Popular). 

La mujer que nos salvó

La señora Lidia Cisneros, la mujer que ha hecho más por el Perú que Alfredito. Foto: Captura

La señora Lidia Cisneros, la mujer que ha hecho más por el Perú que Alfredito. Foto: Captura

¿Qué sería del Perú hoy si Alfredo Barnechea hubiera sido elegido presidente en el 2016? Los párrafos previos a este deberían darnos una idea. Lo bueno es que esa realidad alterna nunca se dio y quienes seguimos la campaña electoral sabemos que fue un momento clave el que marcó la debacle del candidato:

Cuando rechazó un chicharrón

 Si bien Alfredito intentó voltear el incidente del chicharrón a su favor, su soberbia ya le había pasado factura. Claro, luego vinieron más momentos. Como cuando le tiró de vuelta un sombrero que le estaban regalando o cuando se negó a saludar Mercedes Araóz en un acto público.

 

Pero el principio del fin de la campaña de Barnechea empezó aquí:

El restaurante de Lidia Cisneros está en la calle 2 de Mayo 349 en Cañete. Foto: Captura/Google Maps (2013)

El restaurante de Lidia Cisneros está en la calle 2 de Mayo 349 en Cañete. Foto: Captura/Google Maps (2013)

Lidia Cisneros (65 años) es la dueña de la Chicharronería Lidia, un restaurante que empezó primero como carretilla hace unos 15 años. Hace casi tres años nos salvó de Alfredo Barnechea. Si alguna vez estás por Cañete, ve y agradéceselo. Parada obligatoria. 

Diego Pereira

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