denuncia , libertades , noticias , politica , sociedad , violencia Viernes, 10 noviembre 2017

Las dos exparejas de una militante de Nuevo Perú ratifican sus acusaciones de abuso contra ella

Escriben: Paola Ugaz* y Andy Livise

La activista feminista y militante del movimiento político Nuevo Perú, Verónica Ferrari, ha sido denunciada por dos de sus ex parejas por abuso. Las denuncias fueron publicadas por las presuntas víctimas en Facebook (medio al que han recurrido numerosas víctimas alrededor del mundo para romper el silencio del que se alimenta la impunidad y hacer públicos sus testimonios).

Útero.Pe se ha comunicado tanto con las denunciantes (que han solicitado se mantengan sus identidades en reserva) como con la denunciada. También hemos recurrido a la doctora Camila Gianella Malca, psicóloga social cuyas áreas de trabajo incluyen los derechos sexuales y reproductivos, para dar perspectiva al caso y entender mejor su dimensión.

Comprendemos la incomodidad que este reportaje pueda producir en el movimiento feminista local. Consideramos es más importante todavía perseguir la verdad, siendo consecuentes con los principios fundamentales de nuestra labor como periodistas y con los valores que el feminismo defiende. Todo abuso físico, psicológico o sexual, es abuso de poder. Y ese es el que venimos a denunciar:

Ferrari fue acusada de haber ejercido violencia contra sus dos exparejas. La acusación fue hecha por la abogada Brenda Álvarez, y fue rebotada por distintos medios hace una semana. Sin embargo, no se sabía exactamente cuáles habían sido los actos de violencia de los que se acusaba a Ferrari, por eso conversamos con las exparejas.

La activista también contestó y no solo negó los hechos, sino que señaló que su primera ex era una persona frágil emocionalmente y que tuvo episodios de violencia, mientras que a su segunda expareja también acusó de violenta y de obsesiva.

Foto: Sin Etiquetas

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1. Habla C

C conoció a Ferrari en el 2009. Las unió el mundo del activismo. Recién en el 2012 empezaron una relación, cuando ella tenía 22 años y Verónica, 33. Ella aclara que es un poco difícil imaginar un escenario de agresiones explícitas o golpes, sin embargo, reconoce que hubo una manipulación que terminó por convertir su relación en una situación de subordinación constante, donde Ferrari era la que llevaba el mando.

«Cada vez que yo expresaba mi inconformidad con algún aspecto de su proceder, ella polarizaba la situación entre aceptarla tal cual era o terminar por completo la relación. Al inicio, las mías eran inconformidades que yo consideraba pequeñas. Decidía: ‘Ok, lo acepto’, porque me parecía que no valía la pena terminar la relación por esas pequeñas cosas».

Los problemas empezaron a profundizarse, según cuenta, cuando iniciaron la convivencia, pues el discurso de Ferrari era «muy maniqueo y polarizado», lo que le trajo problemas con sus padres:

«Podría frasearse como que la gente está contigo en todo o está contra ti. Yo, ingenuamente, me creí todo eso y lo apliqué. Mi relación con mis padres no era muy cercana porque les costaba aceptar mi homosexualidad. El asunto se radicalizó porque Verónica tenía todo este rollo de que si los papás no te aceptan por completo es porque no te quieren. Me terminé por convencer de eso, mi vínculo afectivo con mis familiares fue prácticamente nulo durante ese tiempo».

«La relación estaba enfocada a alimentar su figura pública»

El activismo de Ferrari y su presencia en las redes sociales la han convertido en una figura pública desde hace más de 5 años. Este aspecto también le trajo muchos problemas a la denunciante, quien resalta que la relación amorosa con la hoy militante del Nuevo Perú estaba enfocada a alimentar su figura pública:

«Supuestamente todo eso era por la causa LGTB, y yo me comí el cuento: hacer trabajos por ella era hacer trabajos por la causa LGTB. Ser su principal ayudante se fue convirtiendo en mi rol en la relación, pero también en mi vida en general. Recuerdo que, cuando la acompañaba a un evento en el que ella hablaba, se molestaba conmigo si es que no le tomaba buenas fotos para que luego pudiera subirlas a su Facebook».

C narra que para que Ferrari pueda «alimentar su figura pública, yo le revisaba casi todos sus textos. Al inicio, haciéndole pequeñas ediciones, pero luego la ayuda era cada vez mayor. A veces me enviaba solo un par de ideas y yo lo desarrollaba y le daba forma. Hubo dos ocasiones en que yo hice todo el texto».

A pesar de las denuncias en su contra, Ferrari participará del Hay Festival en Arequipa, en una ronda sobre violencia de género. Imagen: captura Twitter

A pesar de las denuncias en su contra, Ferrari participará del Hay Festival en Arequipa, en una ronda sobre violencia de género.
Imagen: captura Twitter

El vivir juntas trajo consigo el hecho de compartir gastos económicos para el hogar.  C, sin embargo, da a entender que había un aprovechamiento por parte de Ferrari, pues ella no realizaba los trabajos suficientes para ganar el dinero con el que debía cubrir sus gastos.

«Tenía todo un rollo con que si trabajaba en horario de oficina sería profundamente infeliz (…) entonces trabajaba como correctora de estilo freelance. Ella dedicaba tanto tiempo del día a alimentar su figura pública en redes y en eventos políticos, que al final del día hacía poco o nada de su freelance. El resultado: llegaba fin de mes y no tenía dinero suficiente».

C debía pagar lo que faltaba «con la promesa de que el siguiente mes sería diferente. Pero pasaron los meses y nada». Añade que al final de la relación, Ferrari le quedó debiendo como 3 mil soles por el alquiler de la vivienda y los viajes, pero que nunca le pagó.

«Me empezó a tocar y yo le dije que no quería nada»

Hubo otro aspecto que marcó a C, algo que ella llama «un aprovechamiento del cuerpo de varias compañeras bajo el rollo del poliamor, el lesbianismo y la ‘liberación del cuerpo'»:

«Cuando estábamos en fiestas, ella solía fomentar que las amigas y conocidas (lesbianas o heterosexuales) bebieran alcohol y luego las presionaba para que se besen (aunque fueran hetero, aunque tuvieran pareja, aunque simplemente no quisieran), y si tenía suerte ella lograba besar a una o más chicas».

En medio de esta conflictiva historia, C denuncia un episodio de violencia. Ocurrió el día de su cumpleaños, cuando ya no eran pareja:

«Esa noche ella se quedaría a dormir en la casa, por practicidad y porque yo todavía confiaba en ella. Yo me fui a dormir, pero la fiesta todavía continuaba (…) En la madrugada, ella entró al cuarto, se supone que para dormir. Hasta ahí todo ‘ok’, pero me empezó a tocar. Yo le dije que no quería nada, que me dejara dormir, pero ella insistía tocándome mientras yo me la sacaba de encima. Hubo un forcejeo e incluso le dije algo así como ‘ya detente, porque puedo denunciarte, ¿sabes?’. No lo dije en broma, pero ella soltó una carcajada. Se detuvo y se durmió. No le mencioné nada al día siguiente, pero hubiera esperado que al menos se disculpe».

«Mi lugar en la relación era estar a su disposición»

Si tuviera que definir su vivencia con la activista sería con estas palabras: «Mi lugar en la relación era estar a su disposición. (…) mi vida se había convertido en ser funcional a ella (…)». Recuerda que se dio cuenta de que estuvo en una relación violenta, porque cuando acabó la relación «sintió que se quitó un gran peso de encima» y que «empezaba a conectar de nuevo conmigo».

C esperaba unas disculpas de Ferrari tras  la convivencia, porque la relación le había parecido «injusta, desigual, que yo había estado subordinada a ella y a sus necesidades». Una vez, cuenta, la buscó para conversar, pero ella le respondió: «Yo soy así, esa es mi forma de amar». «Siempre sugiriendo que yo era demasiado sensible, demasiado joven e inmadura», agrega.

Cuando realizó la primera denuncia a través de Facebook, C no mencionó el término «violencia» porque para ella todavía «estaba borroso». Hoy no duda en calificar la relación como «perversa e injusta» y que le «había hecho mucho daño, no a nivel de decepción, sino a un nivel más profundo en mi persona, mi autoestima y mi vitalidad».

2. Habla X

X también era menor que Ferrari cuando la conoció. Tenía 18 años y Ferrari unos 34. Se conocieron cuando la primera ingresó a colaborar con el proyecto Unión Civil como fotógrafa. En su caso, asegura, existió violencia psicológica y, «si los forcejeos y empujones cuentan, también fue física».

Al igual que C, X asegura que Ferrari la colocó en una situación de enfrentamiento con sus padres:

«Cuando yo empecé a salir con Verónica, prácticamente me obligó a decirles a mis papás que era lesbiana y que debían aceptarme así. En ese momento creí que mis papás no me querían y me rechazaban por eso, así que el único lugar que tuve para ir fue con ella, empezando así una relación de convivencia».

Admite que hubo insultos y maltratos por parte de sus padres a ella y a Ferrari, pero que cuando acabó la relación, ella comprendió que «lo único que necesitaban sus papás era un tiempo para procesar todo».

«Por primera vez me sentí realmente humillada por Verónica»

Ambas vivieron en Lince y luego en Barranco. Confiesa que ella no trabajaba, pero que a veces apoyaba a Ferrari en sus freelance, como cuando viajaron a Huaraz, donde se desarrolló un congreso feminista. Ahí ocurrió un hecho que X recuerda con dolor, pues fue la primera vez que «realmente se sintió humillada por Verónica»:

«En la puerta del hotel, una amiga y Verónica conocieron a dos chicas y las subieron al cuarto en donde todas dormíamos. Coquetearon, siguieron tomando y, a pesar de que yo les pedí que no lo hagan, siguieron haciéndolo. Se rieron las cuatro, menospreciaron el hecho que sólo fuera una fotógrafa mientras las dos eran figuras públicas. En un momento la amiga de Vero se me acercó y me dijo que era lo que tenía que aguantar por ser la novia de Vero, que las chicas se le iban a tirar encima y yo solo tenía que ser amable».

X se sintió ofendida y salió llorando del cuarto. Ahí esperó una disculpa de su pareja, que solo llegó porque «una de las chicas que estuvo en el cuarto se lo exigió». «Verónica se disculpó pero lo justificó diciendo que el feminismo trataba del poliamor y que todo había sido un ataque de celos de mi parte. Que todo era obra del patriarcado y ya se me iba a pasar. En ese momento empecé a odiar el feminismo».

«Tomó de más y se puso violenta»

Un hecho violento, recuerda, ocurrió cuando tuvieron una discusión fuerte en la calle. «Ella tomó de más y se puso violenta en la calle, además de llenarme de insultos, yo ya no pude controlarla y tuve que llamar a su amigo, quien la justificó diciendo que ella tenía mala cabeza».

Las acusaciones de infidelidad también afectaron a X. Según detalla, las acciones de Ferrari empezaron cuando ella empezó a trabajar en una discoteca. «Aprovechaba estos momentos donde yo trabajaba toda la madrugada para salir y acostarse con diversas compañeras». Detrás de esto,  se hallaba nuevamente el discurso «feminista»:

«Ella empezó a salir con una chica de Tacna mientras yo estaba con ella. (…), finalmente yo también empecé a salir con otras personas. Cuando ella se enteró que salía con un hombre, los insultos se agravaron porque se justificó diciendo que no importaba si ella se acostaba con diez mil mujeres, eso no dolía, pero que si yo me acostaba con un hombre, eso sí era hacer daño». 

X se sentía demasiado celosa e insegura «producto del patriarcado, como me decía Verónica». «Hubo un momento en el que ella empezó a utilizar argumentos ‘feministas’ como que no debería sentir celos de verla con otras chicas, que estaba mal acostarse o sentir deseos por hombres porque era por complacer a la sociedad, que no podía vestirme femenina porque eso solo me convertía en un objeto y que era para complacer la mirada y el deseo masculino».

La denunciada ha participado activamente en la campaña de Verónika Mendoza, como también lo hizo el otro izquierdista acusado de violencia, Abraham Valencia. Foto: Facebook Verónica Ferrari

La denunciada ha participado activamente en la campaña de Verónika Mendoza, como también lo hizo el otro izquierdista acusado de violencia, Abraham Valencia.
Foto: Facebook Verónica Ferrari

«Ella había decidido por mí»

La subordinación a Ferrari también fue percibida por X. «Ella exigía que agradeciera porque si mis fotos eran publicadas en alguna página web, revista o diario era gracias a ella porque no me publicaban por el talento de mis fotos sino por sus influencias».

«Mi familia  no quería que se me viera tan expuesta, ni ellos quería exponerse tanto. Lo que Verónica quería era hablar de nuestra relación en canales televisivos, cosa que yo tampoco quería pero que al final ella había decidido por mí (felizmente nunca se dio)».

También le costó, indica, entender que estos hechos fueron actos violentos. Con el testimonio de C, entendió muchísimas cosas de las cuales «yo antes me echaba la culpa a mí misma y creí que sentía todo eso por loca, que ella no me había manipulado, que todo había sido por decisión propia, pero luego me di cuenta de que no había sido así».

3. Ferrari se defiende con acusaciones

Este útero buscó la versión de Ferrari, quien anoche publicó lo que sería el inicio de su defensa contra sus dos exparejas. Al escuchar parte del testimonio de C, la activista nos preguntó si eso nos parecía algún tipo de delito:

«Yo podría decir que ella se molestaba cuando yo llegaba tarde, cuando yo no tenía trabajo, cuando la casa estaba sucia. Bueno, pues, la gente se molesta en las relaciones de pareja, ¿no? La gente se molesta, no se lleva bien a veces, hay discusiones, hay conflicto por dinero, hay conflicto por un montón de cosas».

«C es una persona muy frágil emocionalmente»

Sobre el presunto forcejeo que cometió contra C en la cama, Ferrari indica que es una completa mentira e incluso tiene otra versión:

«Ella quería pasar el último día de su cumpleaños conmigo. (…) C se molestó muchísimo conmigo. Se puso celosa por no sé qué. Se puso a llorar, se puso a gritarme y luego quería que yo duerma con ella esa noche. Era yo la que no quería quedarme. (…) Hasta rompió una puerta, toda una cuestión de celos, feos, muy tristes, que a mí me da pena tener que contar o revelar, porque C es una persona muy frágil emocionalmente, es una persona vulnerable».

También negó que haya intentado separarla de sus padres, pues incluso acudía a las reuniones que ellos organizaban. «Tengo fotos, tengo viajes con ellos, hemos hecho muchísimas cosas juntos. Si alguien te separa de tu familia, no va a sus cumpleaños no va a sus fiestas».

«X es celosa y obsesiva»

La activista afirma que el incidente en el hotel de Huaraz es falso y que tiene testigos que pueden confirmar que «X estaba celosa, de forma obsesiva». «Cualquier persona que se me acercara a mí era una rival, supongo, y la insultaba, las empujaba, las amenazaba. Fue terrible lo que yo tuve que vivir con ella».

Confirma que la relación con X era una relación cerrada (monógama), pero que fue X la que inició las infidelidades con uno de sus ex. Ferrari también empezó a salir con chicas, pero cuando ya no eran pareja, cuenta. A pesar de esto, «X  venía, me jalaba, las empujaba, las amenazaba, horrible todo. Y ahí tengo a un montón de testigos».

Para responder por la presunta agresión que cometió estando ebria, dice que X entiende como «agresión» el estar borracha y estar cayéndose.

«Lo que ha hecho ella, por ejemplo, borracha y sana, es empujarme con su cuerpo, es no irse de mi casa, es estar parada en la puerta de mi casa llorando y yo tenía que hacerla pasar porque me daba vergüenza que hiciera tanta bulla afuera, es acosarme constantemente para que vuelva con ella, escenas de celos terribles, violencia contra mis amigas».

Para frenar estas acusaciones, Ferrari advierte que iniciará un proceso legal. Las exparejas de la militante de Nuevo Perú, por su parte, coinciden en indicar que no esperan nada de ella. «Ya aprendí a no esperar nada, ni de ella ni de mucha gente a su alrededor. Lo único que sé es que, si me ataca, me voy a defender», dice C.

Asimismo, X no quiere declarar ante el comité de Ética del Nuevo Perú que investiga este hecho: «Respondí que no por mi seguridad, además porque sabía que de todas maneras no me iban a creer. (…) Al fin y al cabo, yo sé que no me van a creer porque tiene demasiados amigos e influencias. Para ser sincera, ahorita, tengo miedo».

A propósito de las denuncias contra Verónica Ferrari, Escribe la psicóloga clínica, Camila Gianella Malca:

“Un segundo armario”

La violencia en contra de la pareja íntima se da tanto en parejas heterosexuales, como en parejas homosexuales. Esto es algo que no debería sorprender, menos en una sociedad como la peruana, en la que el modelo de pareja da por sentado un desbalance de poder, y en la que ejercer violencia para mantener ese desbalance de poder es justificado por gran parte de la sociedad.

Esta normalización de la violencia crea a las víctimas de violencia por parte de la pareja íntima barreras para denunciar (ver por ejemplos trabajo de Taylor y Herman, 2015, Carlton et al 2016, o los trabajos de las Redes Antipatriarcales de Reflexión y Acciones Solidarias Subversivas – frente al Maltrato Lésbico).

El estigma y la discriminación en contra de las personas LGBTQI hace que para víctimas de violencia por parte de la pareja íntima LGBTQI sea más difícil denunciar. Se ha llegado de hablar de un “segundo armario”, en el que las víctimas se ven obligadas a guardarse, y callarse.

Este segundo armario ha sido de alguna manera legitimado por un silencio cómplice, la incapacidad de algunos sectores de hablar sobre la violencia dentro de las parejas del mismo sexo, por miedo a que esto dañe, alimente estereotipos en contra de las población LGBTQI. En el caso de las parejas lésbicas este silencio se ha visto alimentado además por el temor a dañar al movimiento feminista (Ristock, 2002).

Este silencio cómplice, que puede ser disfrazado con el argumento de un bien común, lo único que hace es proteger al abusador o abusadora, legitimar la violencia, y silenciar a las víctimas.

Hacer pública una experiencia personal en la que una ha sido víctima de violencia por parte de una persona amada es difícil. Las personas que lo hacen, tienen que romper el armario donde se nos ha dicho que estas cosas deben guardarse porque son íntimas, son cuestiones domésticas.

Si el agresor es una persona pública, a las víctimas se les pide además que piensen en el bien común, en el partido, la causa, el denunciar se convierte en un acto de traición, y las denunciantes se ponen en riesgo al aislamiento social, repudio público, a perder contacto con personas queridas y cercanas.

Todos estos no son riesgos menores, muchas veces paralizan a las víctimas, y es por eso que no debemos ignorarlos cuando leemos testimonios que dan cuenta de violencia por parte de parejas íntimas, así las supuestas agresoras sean personas como Verónica Ferrari, con la que creemos compartimos ciertos ideales.

Se debe evitar el espíritu de cuerpo, porque ese sentimiento nos puede cegar, impedir ver un patrón de violencia.

En los testimonios presentados existe un patrón: la agresora era una persona que se presentaba como experimentada, , un modelo a seguir;. ellas eran las inexpertas en la relación, más jóvenes y con más inseguridades en cuanto a cómo vivir fuera del armario en una sociedad como la peruana.

A las dos se les obligó a alejarse de sus familia, se les hizo dudar de su sexualidad, se les impuso aceptar la infidelidad, se les hizo dudar de sus capacidades. Todas estas son formas de violencia, que pueden venir acompañados de diferentes argumentos, el empaque es lo que menos importa, en esencia es lo mismo; y eso no se debe dejar de lado.

¿Los testimonios son suficientes para probar que hubo violencia en la pareja? ¿no se debe escuchar a la supuesta agresora? Obviamente se debe escuchar a la persona que se está señalando como agresora, solo que debemos evitar desechar las denuncias o dudar de su legitimidad solo por ser en contra de una persona pública, para algunos cercana. Tenemos que evitar el espíritu de cuerpo.

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*Paola Ugaz es la reciente ganadora del Premio Nacional de Periodismo por ser coautora del libro «Mitad Monjes. Mitad Soldados» que narra los abusos psicológicos, físicos y sexuales al interior del Sodalicio de Vida Cristiana, así como los reportajes exclusivos sobre el mismo tema. Paola ha participado de manera excepcional para la elaboración de este reportaje.