corrupción , denuncia , noticias , politica , sociedad , violencia Jueves, 27 abril 2017

3 pasos importantes para disipar las dudas que genera la reaparición de un testigo en el caso Madre Mía

El chuponeo a Ollanta Humala y el caso Madre Mía son dos temas distintos pero están tan conectados que cualquiera se enreda más que Luciana León hablando de Chavín de Huantar. Por eso, explicaremos solo uno de ellos, el que está actualmente en todas las portadas:

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1. Lo nuevo en el caso Madre Mía

Breve resumen (que puedes encontrarlo más extenso en este post de nuestro maestro Marco Sifuentes).

  • En 1992, Ollanta Humala estaba destacado en el poblado de Madre Mía (Tocache) como jefe de un comando antisubversivo.
  • Cuando se lanzó a la presidencia en el 2006, varios testigos lo identificaron como el sanguinario «Capitán Carlos». Lo acusaron de haber torturado y asesinado gente.
  • El hecho fue investigado por la Fiscalía pero, de pronto, los testigos, que habían hablado con periodistas antes de acudir a la justicia, se desdijeron de su testimonio y el caso fue archivado.

El testigo emblema se llama Jorge Ávila. Su hermana y su cuñado desaparecieron cuando el Capitán Carlos estaba en Madre Mía. Otra hermana de Ávila, quien vivía en Lima, denunció el hecho ante la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH). El caso pasó a Fiscalía. Apenas se judicializó, Ávila denunció que estaba siendo amenazado de muerte. Luego retiró la denuncia negando su testimonio. Se le perdió el rastro y meses después, como contó Heidi Grossmann a este útero, Jorge, quien era una persona muy pobre, se compró un mototaxi.

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Hoy El Comercio vuelve a recoger el testimonio de Ávila quien por tercera vez cambia su versión y afirma que recibió 4,500 dólares para exculpar a Ollanta Humala.

2. Listo, métanlo preso a Ollanta entonces

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Imagen: América

Lo malo es que Ávila está aceptando un delito en su declaración a El Comercio pero esto no servirá para reabrir Madre Mía sino para otro llamado:

La compra de testigos

Este útero conversó con el penalista Luis Lamas Puccio, quien manifestó que el testigo comprado sí podría ser denunciado judicialmente:

«Tendría responsabilidad penal de un delito distinto al haber vertido una declaración mentida para encubrir un hecho determinado. Ahí tendrían responsabilidad como autores directos, los que mintieron; como cómplices, los que ayudaron a que mintiera; y como instigadores los que idearon la mentira».

Este es oootro caso. No es el de Madre Mía, sino el de la compra de testigos, el cual también fue judicializado, pero se cerró en agosto del 2011. El delito de encubrimiento., según Lamas Puccio, amerita una pena no mayor de 2 o 3 años. A eso súmenle que el delito prescribe, en este caso, a los 3 años de cometido. Si Ávila mintió durante el juicio (2011) el delito habría prescrito desde 2015.

3. Ampay, me salvo

Este testimonio no serviría para el caso Madre Mía, decíamos.  Lamas Puccio nos da la mala noticia (aunque buena para Ollanta): un caso solo se puede reabrir ante la aparición de una nueva prueba.

«El tema de Madre Mía es un tema judicialmente consumado, en ese proceso debió ponerse en evidencia que el testigo estaba mintiendo o que estaba siendo manipulado. (…) Las sentencias que han puesto fin a un proceso no pueden ser revividas a no ser que surja un hecho distinto que no se conocía dentro del proceso. En este caso había un hecho que se conocía. Situación distinta hubiese sido que apareciera un tercer testigo».

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Imagen: El Comercio

La Fiscalía ha citado a Ollanta Humala porque busca reabrir el caso de la compra de testigos. En el supuesto de que se inicie un juicio por ello, los jueces tendrán que evaluar nuevamente la validez de su testimonio al haber sido cambiado tantas veces. No es tan sencillo. Lo mismo sucedió con Jesús Flores Matías, un testigo en el caso Zevallos, quien se desdijo en su acusación y luego volvió a acusarlo. El Poder Judicial terminó anulando su declaración calificándolo de mitómano.

Rebobinando:

  1. Son dos casos distintos. El caso Madre Mía y el caso por la compra de testigos.
  2. Los audios y la confesión del testigo son nuevas pruebas del segundo caso (compra de testigos).
  3. La compra de testigos para tapar un delito es un caso de encubrimiento, el cual tendría una pena de hasta 3 años.
  4. El delito de encubrimiento ya habría prescrito en 2015, puesto que se cometió en 2011.
  5. El en caso de que utilice la confesión de Ávila, los jueces podrían invalidar su testimonio por cambiar tantas veces de versión.

Todo indica que Ollanta Humala, como en en las elecciones con Keiko, se salvará por poquito. No por falta de pruebas, sino por la incompetencia de ciertas autoridades judiciales y policiales.