libertades , noticias , politica , sociedad , violencia Miércoles, 26 abril 2017

Este fue el fracaso de Cipriani durante la operación Chavín de Huántar por el que quieren condecorarlo

El cardenal Juan Luis Cipriani fracasó en su labor de mediador entre el gobierno fujimorista y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), cuando este grupo subversivo asaltó y tomó la residencia del embajador japonés en Lima. No es una opinión caprichosa, es un hecho histórico y lo reconoció él mismo:

«La Iglesia quería una solución pacífica, sin sangre, y no se ha logrado».

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La labor conciliadora de Cipriani resumida en una foto. Imagen: Arzobispado de Lima

Gracias a esa cuestionada chamba, ayer las bancadas de Fuerza Popular, de PPK y del Apra presentaron una moción para condecorar a Cipriani por «haber cumplido una función vital para el éxito de la operación Chavín de Huántar y el rescate de los rehenes». Recordemos la hazaña que provocó que Cipriani llorara frente a cámaras.

Más imparcial que Kenji

Cipriani fue designado para esta misión por Alberto Fujimori, a propuesta del nuncio apostólico Fortunato Baldelli. La elección no fue gratuita. Ambos fueron amigos, según el propio líder católico. Por eso, creer que condenó por igual la violencia de los subversivos como la del gobierno fujimontesinista es más difícil de creer que Mario Hart y Korina Rivadeneira se casaron por amor.

Estas palabras suyas (no, no las copió) fueron subrayadas por la Comisión de la Verdad y Reconciliación:

«Mientras no afirmemos con  claridad  que  los ‘derechos humanos no son unos valores absolutos intocables’, sino que están permanentemente sometidos a los límites que les señalen unos ‘deberes humanos’, es imposible afrontar con eficiencia los males que padecemos, especialmente la inmoralidad en las funciones públicas y el terrorismo».

A esto súmenle una serie de declaraciones en las que señalaba que la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos era «una cojudez«, que el caso La Cantuta fue utilizado políticamente, que quienes cuestionaban «la moral» de las Fuerzas Armadas eran traidores a la patria y que los desaparecidos, en realidad, eran subversivos que «los agarraron en una emboscada en un enfrentamiento y se los bajaron». Purito amor al prójimo.

Imagen: Inés Menacho

Imagen: Inés Menacho

No en vano Mario Vargas Llosa le hizo roche internacional cuando sentenció que Cipriani pasará a la historia «por su complicidad con la dictadura de Montesinos y Fujimori, a la que apoyó de una manera que sonroja a buen número de católicos peruanos».

En síntesis, elegir a Cipriani para mediar ese conflicto de 1997 fue como elegir a Cipriani para mediar un conflicto entre PPK y Keiko… Oh, wait…

jejeje

Un presidente de rodillas. Imagen: RPP

Su doble juego

Durante su trabajo en la residencia japonesa, Cipriani logró entablar la confianza suficiente con el MRTA, al punto que le enviaba las cartas de Néstor Cerpa Cartolini a su hijo que residía en Europa y hasta logró que los terroristas cedieran en su pedido de excarcelar a 431 emerretistas: finalmente redujeron la cifra a 20.

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¿Buscando que no haya micros o asegurándose de que los haya? Nah, se le bajó la llanta. Imagen: Caretas

Tres días antes del ingreso de los comandos a la residencia, el cardenal dejó de acudir a las negociaciones. Adujo lo mismo que tú cuando faltas a la chamba: que estaba enfermo. Caretas cuenta que Cipriani se enteró de la operación Chavín de Huántar cuando su chofer le avisó. Estaba descansando en su casa de San Isidro:

«Su chofer escuchó las primeras detonaciones e inmediatamente encendió la radio del auto y escuchó que en esos precisos momentos un grupo de comandos recuperaba el lugar. (…) Corrió hacia la puerta y pidió que lo dejaran llegar hasta la habitación del obispo de Ayacucho. Enterado de lo que sucedía, Cipriani sólo atinó a prender su televisor para ver el desenlace».

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Imagen: Caretas

Luego del fracaso de su labor pacificadora, surgieron dos dudas que se expresaban en los medios de entonces:

  1. Cipriani ayudó al Ejército ingresando micrófonos y chips en los objetos que entregaba a los emerretistas y a los rehenes.
  2. Cipriani tuvo conocimiento de la operación Chavín de Huántar y solo distrajo a los subversivos con tanta cháchara.

Ambas acusaciones han sido negadas por Cipriani frente a la prensa y no sabemos si frente a Dios. Él, además de haber llorado, dijo que se sentía «desconcertado, defraudado, abatido, roto» por ese final que nunca esperaba. Ha dicho que todo se hizo a sus espaldas, pero que no se sintió burlado por su amigo Fujimori, sino frustrado.

La foto es referencial. Imagen: composición

El photoshop es referencial.
Imagen: composición

Su ambigua chamba dentro de la residencia se podría resumir en esta frase que cita Caretas por entonces:

«Quienes lo conocen, sostienen que está afectado por las 17 muertes pero no desaprueba lo ocurrido. También él, dicen, habría llegado a la conclusión de que se estaba en un callejón sin salida».

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Alguien añora los 90. Imagen: Caretas / Composición: Útero.pe

De recibir la condecoración, Cipriani estaría aceptando que cumplió «una función vital en la operación Chavín de Huántar», la cual desconocía, según ha repetido como sermón dominical frente al Perú y el mundo. Escribe «amén» en los comentarios si crees que Cipriani no jugó a dos cachetes.