feis Domingo, 6 marzo 2016

Serenazgo de Pueblo Libre discrimina a una pareja homosexual (VIDEO)

Pueblo “libre”Estábamos sentadas en una banca conversando, comiendo, besándonos porque así fluía lo que sentimos hasta que se acercó un señor mirándonos fijamente. Lo miré por un momento, sin embargo, regresé a nuestra conversación hasta que llegó otro señor a decirnos que éramos unas “enfermas” y que debíamos retirarnos porque había niños.Mi primera reacción fue decirle que no tenía nada que hablar con él, que se preocupe por su vida y no por la de los demás, mucho menos por la mía. Había también otro señor defendiéndolo. Este indicó que él era el jefe de la junta vecinal, le indiqué que no me iba a retirar ya que no estaba haciendo algo indebido y amenazaron con llamar a serenazgo, a la policía y a los vecinos ya que éramos unas inmorales, malcriadas. Dijeron también que iban a llamar a decir que había una lesbiana. Ella, a mi lado, atinó a responder “dos lesbianas” porque es así, no estamos solas no somos una; no somos dos, somos muchas que exigimos respeto y aún así, siguieron.Se retiraron por unos momentos. Nosotras, todavía incómodas, intentamos retomar nuestra conversación hasta que llegaron dos serenazgos. Uno de ellos se acercó. No lo pensé dos veces, saqué mi celular y grabé lo que me increpaba. Soy lo suficiente consciente que no tengo que esconder mis demostraciones de afecto por el simple hecho de que me guste una mujer, sin embargo, el serenazgo bajo argumentos absurdos – la clásica “¿los niños que van a pensar?”, “esto no se puede hacer, son mujeres”- siguió apoyando a los vecinos, siguió “cumpliendo con su trabajo”, siguió respaldando sus insultos hasta llegar a tocar una alarma ¿para qué? Para que todos los vecinos salgan a intentar botarnos.En el intercambio de palabras, recuerdo una frase del señor, una que deja en evidencia su ignorancia y odio, una frase que ha quedado en mi: » si fueras hombre no sabes lo que te haría para corregir que seas gay. » Al parecer este señor habría encontrado un “método” para corregir el hecho de ser homosexual.Lo que me ha pasado reafirma en mí sentirme más que unida en solidaridad con todxs lxs compxs que sufren día a día estos comentarios lamentables por parte de algún sujeto que cree que nos puede «corregir”. Señor, no tiene nada que corregir. Ni en mí ni en nadie.Más allá del mal momento auspiciado por la tolerancia nula de algunos e ignorancia que los empodera, me quedo con el amargo sabor de varias preguntas, preguntas que sería interesante contestar.¿Qué personas están en la Municipalidad de Pueblo “libre”?¿Quién respalda mis derechos?¿Qué tipo de autoridades tengo?¿Quién los capacita en estos casos?¿Qué es para ellos “cumplir con su trabajo?¿Y cómo hubiese terminado todo si hubiesen sido dos hombres?Tengo miles de interrogantes más sumadas a confusión, molestia, cólera y tristeza.Ellos se dejan llevar por prejuicios, por su homofobia, su odio no justificado, ese que invade y maltrata. Esto lo hago publico por mí, por ella, porque quiero vivir en un ambiente tranquilo donde demostrar mi amor no genere repulsión, asco ni mucho menos intervención por parte de las autoridades como si yo fuera una delincuente. Esto no me ha pasado solo a mí, esto le ha pasado a todxs los que somos LGTBIQ .Quiero, por último, recalcar que los niños estaban jugando pelota, a las chapadas, jugando con sus perros, etc. Ellos en ningún momento nos miraron mal ni sorprendidos ¿saben por qué? porque no están con la mente podrida maltratando a sus prójimos, están disfrutando de la vida. Es más fácil explicarles que están botando e insultando a dos personas que se besan que explicarles que son dos personas que se gustan, que se quieren, se aman y así se demuestran su amor. Sí, eso es más difícil de explicar.

Posted by Berenice Colchado Sepúlveda on sábado, 5 de marzo de 2016

Escribe Berenice Colchado Sepúlveda

Estábamos sentadas en una banca conversando, comiendo, besándonos porque así fluía lo que sentimos hasta que se acercó un señor mirándonos fijamente. Lo miré por un momento, sin embargo, regresé a nuestra conversación hasta que llegó otro señor a decirnos que éramos unas “enfermas” y que debíamos retirarnos porque había niños.

Mi primera reacción fue decirle que no tenía nada que hablar con él, que se preocupe por su vida y no por la de los demás, mucho menos por la mía. Había también otro señor defendiéndolo. Este indicó que él era el jefe de la junta vecinal, le indiqué que no me iba a retirar ya que no estaba haciendo algo indebido y amenazaron con llamar a serenazgo, a la policía y a los vecinos ya que éramos unas inmorales, malcriadas. Dijeron también que iban a llamar a decir que había una lesbiana. Ella, a mi lado, atinó a responder “dos lesbianas” porque es así, no estamos solas no somos una; no somos dos, somos muchas que exigimos respeto y aún así, siguieron.

Se retiraron por unos momentos. Nosotras, todavía incómodas, intentamos retomar nuestra conversación hasta que llegaron dos serenazgos. Uno de ellos se acercó. No lo pensé dos veces, saqué mi celular y grabé lo que me increpaba. Soy lo suficiente consciente que no tengo que esconder mis demostraciones de afecto por el simple hecho de que me guste una mujer, sin embargo, el serenazgo bajo argumentos absurdos – la clásica “¿los niños que van a pensar?”, “esto no se puede hacer, son mujeres”- siguió apoyando a los vecinos, siguió “cumpliendo con su trabajo”, siguió respaldando sus insultos hasta llegar a tocar una alarma ¿para qué? Para que todos los vecinos salgan a intentar botarnos.

En el intercambio de palabras, recuerdo una frase del señor, una que deja en evidencia su ignorancia y odio, una frase que ha quedado en mi: » si fueras hombre no sabes lo que te haría para corregir que seas gay. » Al parecer este señor habría encontrado un “método” para corregir el hecho de ser homosexual.

Lo que me ha pasado reafirma en mí sentirme más que unida en solidaridad con todxs lxs compxs que sufren día a día estos comentarios lamentables por parte de algún sujeto que cree que nos puede «corregir”.

Señor, no tiene nada que corregir. Ni en mí ni en nadie.

Más allá del mal momento auspiciado por la tolerancia nula de algunos e ignorancia que los empodera, me quedo con el amargo sabor de varias preguntas, preguntas que sería interesante contestar.

¿Qué personas están en la Municipalidad de Pueblo “libre”?
¿Quién respalda mis derechos?
¿Qué tipo de autoridades tengo?
¿Quién los capacita en estos casos?
¿Qué es para ellos “cumplir con su trabajo?
¿Y cómo hubiese terminado todo si hubiesen sido dos hombres?

Tengo miles de interrogantes más sumadas a confusión, molestia, cólera y tristeza.

Ellos se dejan llevar por prejuicios, por su homofobia, su odio no justificado, ese que invade y maltrata. Esto lo hago publico por mí, por ella, porque quiero vivir en un ambiente tranquilo donde demostrar mi amor no genere repulsión, asco ni mucho menos intervención por parte de las autoridades como si yo fuera una delincuente. Esto no me ha pasado solo a mí, esto le ha pasado a todxs los que somos LGTBIQ .

Quiero, por último, recalcar que los niños estaban jugando pelota, a las chapadas, jugando con sus perros, etc. Ellos en ningún momento nos miraron mal ni sorprendidos ¿saben por qué? porque no están con la mente podrida maltratando a sus prójimos, están disfrutando de la vida. Es más fácil explicarles que están botando e insultando a dos personas que se besan que explicarles que son dos personas que se gustan, que se quieren, se aman y así se demuestran su amor.

Sí, eso es más difícil de explicar.