denuncia , discriminación , libertades , noticias , politica , redes sociales , sociedad , violencia Miércoles, 21 junio 2017

Con estas 5 denuncias por racismo entendemos por qué personajes como Phillip Butters tienen éxito

El racismo ha vuelto a estar en boca de todos luego de que Phillip Butters insultara a los ecuatorianos como «cocodrilos» que «si te muerden te da ébola». No faltó quien lo justificó: «es un lenguaje futbolístico», señaló uno de los comentaristas deportivos que respaldó a Butters. Justificación para nada extraña si tenemos en cuenta que el periodismo deportivo (entiéndase futbolero), está plagado de racismo, como lo recuerda Dánae Rivadeneyra en LaMula.Pe:

Imagen: LaMula.Pe

Imagen: LaMula.Pe

Alerta contra el racismo es una herramienta del Ministerio de Cultura (Mincul) que permite que cada ciudadano o ciudadana denuncie los actos de racismo vividos o presenciados para que se tomen medidas. Hasta el momento solo ha recibido 122 reportes. El Mincul explica que no denuncian por «vergüenza, negación y normalización del racismo, desconocimiento de mecanismos de denuncia o desconfianza en las autoridades».

De esa plataforma del Mincul hemos recogido algunos de los testimonios de peruanos y peruanas que sufrieron o presenciaron algún acto racista cometido, muy probablemente, por alguien que piensa como el locutor estrella de radio Exitosa. Así demostramos que para que un racista tenga seguidores hacen falta más racistas.

Imagen: Útero.Pe

Imagen: Útero.Pe

1. «Anda a tu banco de provincia»

Cinthya acudió el 15 de mayo a una agencia BCP del centro comercial «El Polo» para retirar dinero. Estuvo al final de la cola, pero una señora intentó colarse, pero no lo logró. Cinthya continuó con el trámite, mientras la mujer comentaba que «aquí hacen lo que quieren». Cuando acabó el trámite, empezó la avalancha racista:

«Al terminar mi transacción le dije a esta señora que hay una cola y hay que respetarla. La señora alegó vivir cerca, le respondí que yo también (…). Mencionó que yo no podía vivir cerca (…). Siguió con los comentarios racistas: ‘Anda a tu banco de provincia’. Me exalté. (…) Yo estaba muy nerviosa, a punto de llorar. Solo atiné a preguntar si los niños que la acompañaban eran sus hijos, por el mal ejemplo que ella les estaba dando».

El reclamo en el BCP. Imagen: Alerta Contra el Racismo

El reclamo en el BCP. Imagen: Alerta Contra el Racismo

Al verla exaltada, el vigilante del banco se acercó, pero otra cliente lo detuvo porque dio aviso de los insultos racistas de la otra mujer. Antes de retirarse del banco, los nervios la impulsaron a gritar: «¡Esta señora es una clasista y una racista de mierda!». Luego volvió para llenar el libro de reclamaciones y días después recibió las disculpas del gerente del banco.

2. «No tenía apariencia de peruano por mis facciones afro»

El 14 de mayo de este año, Alberto Solano, un hombre afrodescendiente, y su pareja canadiense acudieron al parque arqueológico de Tipon, en Cusco. Ambos iban detrás de su grupo turístico. Al momento de presentar sus boletos turísticos, el controlador del Ministerio de Cultura les pidió sus documentos de identidad:

«Dicha acción me causó extrañeza y fastidio porque fuimos los únicos a los que se nos los solicitó. Le pregunté: ‘¿Por qué al resto de personas que han ingresado con su boleto no les pediste sus DNI? El joven respondió que esta acción se realiza de manera aleatoria y que yo no tenía apariencia de peruano por mis facciones afro y que era posible que yo haya realizado una suplantación de identidad para pagar menos por el valor de los boletos turísticos que se venden en el Cusco».

El trabajador denunciado. Imagen: Alerta Contra el Racismo

El trabajador denunciado. Imagen: Alerta Contra el Racismo

Cuando Alberto le increpó al trabajador, este le respondió que «fácilmente podría ser ecuatoriano, colombiano o brasilero pero no peruano por ser moreno y luego trató de justificarse haciendo alusión de la diversidad étnica en nuestro país». Según la denuncia, el mismo vigilante permitía el ingreso de otras personas porque «a simple vista eran cuzqueños». Alberto intentó sentar su reclamo, pero no aceptaron su queja.

3. «Bájense de mi carro, serranas de mierda»

Una mujer y su mejor amiga, naturales de Huancayo pero residentes en Lima, pidieron un taxi de Uber con dirección a una agencia de buses. Cuando iban a bajar del auto, le pagaron al chofer con un billete de 20 soles. Él debía cobrarse 12. Aquí empezaron los problemas.

«Estábamos a 10 minutos de que el bus salga (…). El conductor nos dijo que no tenía cambio y que busquemos sencillo. Le pedimos que pregunte a sus colegas si podían cambiarle el billete y no quiso. Empezó a gritarnos y decirnos que era nuestra responsabilidad» (…) Le repetimos que estábamos apuradas y empezó a arrancar el carro con la puerta abierta, cuando estábamos bajando.  Paró el carro y empezó a gritar varias veces: ¡Bájense de mi carro, serranas de mierda!«.

Imagen: Radio Capital

Imagen: Radio Capital

Las mujeres le respondieron al taxista y este se bajó del carro sin parar de insultar y echó sus cosas del carro a la calle y hasta al cachorro.

«El hombre no paraba de insultarnos con la mismas palabras discriminatorias. Encima nos amenazaba con denunciarnos y se jactaba de ser técnico de Policía y que estaba llamando a una unidad de patrulleros».

Ambas tuvieron que dejar la situación así porque, caso contrario, el bus las dejaría y perderían el viaje.

4. «Cholas ignorantes»

Una vecina de la calle Calle A 482 , en San Isidro, hizo un llamado desesperado al Ministerio de Cultura por los constantes insultos racistas de su vecina: «Si esto sigue así voy a perder la cabeza y hacer una locura», escribió la mujer luego de contar que insultaron a sus mascotas y a sus pequeñas hijas:

«Lanza absurdos calificativos contra cualquier visita que llegue a mi casa, diciéndole a mi madre ‘sucia zarrapastrosa’ y a mis hijas ‘cholas ignorantes’. A cualquier visita que llega le grita: «Encima traen a más chuscas». Ya tiene una denuncia por tirar agua a mi patio, donde afectó a mi pequeña de 7 añitos. (…) Estoy cansada de tener que poner música alta para no escuchar los insultos de la señora que por tener cabello rubio cree que es superior a los demás».

En síntesis, el infierno en casa.

5. «Las trabajadoras del hogar no pueden usar el ascensor»

Un grupo de vecinos de un edificio en Manuel Ganoza 155, en Surco, se percató de que la persona que vivía en el departamento 101 le había dicho a las trabajadoras del hogar de los otros departamentos que no podían subir ni bajar por el ascensor:
«El día lunes 13 de julio [de 2015] en el colmo de la prepotencia increpó directamente a las trabajadoras por usar el ascensor y subir con mi hijo y mi mascota. Las trabajadoras del hogar le dijeron que tenían mi permiso, pero la señora les gritó y les dijo que no podían usar el ascensor».
Los vecinos enviaron sus reclamos por correo electrónico y la vecina les respondió que les prohibieran el uso del ascensor a sus trabajadoras del hogar, caso contrario, no pagaría el mantenimiento.
Distintos testimonios con distintas formas de discriminación. Todos con cargas racistas y clasistas que se ven tranquilamente respaldadas por personajes como Phillip Butters, quien luego de insistir en su racismo, no es sancionado.