noticias , Salud , sociedad Sábado, 27 mayo 2017

Conoce la historia de la joven con cáncer que prefiere llevar su tratamiento con chistes sobre calvos

El único momento que alguien tiene para demostrar su valentía es cuando tiene miedo.  Lo dijo Eddard Stark a su hijo Bran en Juego de Tronos. Marcia Mendoza Honorio es un ejemplo viviente de esa frase. Cuando en octubre del año pasado supo que padecía leucemia, sintió el natural miedo que embarga a quien se sabe con cáncer a la sangre.

MARCIA

Luego se planteó a sí misma las dos alternativas que tenía ante esta situación, según le contó a este útero el último viernes:

«Obviamente, yo sí tenía miedo. Me cagaba de miedo. Cuando me dijeron que tenía cáncer, no quise ni tocar mi celular para averiguar y no psicosearme (…) Yo lloré mucho, pero después me dije: ‘Aquí hay dos opciones, Marcia. O te deprimes o la sigues con la mejor de la actitudes. ¿Cuál es tu opción más inteligente?» Elegí la segunda opción. Si me muero mañana, al menos podré decir que viví feliz».

Los 21 años de edad le hicieron elegir burlarse de la leucemia. Eso y los amigos de entre 15 a 30 años con el mismo cáncer que encontró en el tercer piso del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN), donde recibe su tratamiento.

«Nuestro grupito de leucémicos tiene un humor bien negro, porque entre nosotros nos decíamos ‘oe, mañana recaes, se te va a caer el pelo, te vas a morir». Nos jugamos con la enfermedad. Al inicio me chocó, pero luego me contagiaron esa energía».

Cuando la quimioterapia provocó la inevitable caída del cabello, Marcia ya estaba preparada para tomarlo con humor:

Desde esta semana, por ejemplo, se propuso recolectar preguntas para calvos. Le pidió a sus amigos que le plantearan algunas a través del ínbox para luego responderlas públicamente con su estilo lúdico.

 

La iniciativa de Marcia incluso fue vista por Wendy Ramos, quien le escribió un ínbox para decirle que había entrado a su corazón:

«Me sorprendió. Fue alucinante. Me sentí importante. Yo la admiraba desde hace tiempo. De todos los de Pataclaun ella me parecía la más genial, la más altruista. Le agradecí y le pedí que me hiciera una pregunta de calvos. Parece que me ha visteado, pero tengo fe en que me responderá en algún momento».

Cuando le preguntamos por su rutina diaria, responde entre carcajadas que solo duerme y come. Luego añade que baila ocasionalmente para «matar la quimioterapia, la cual se elimina a través de la orina y el sudor». Bailar no es nuevo para ella. El año pasado, mientras danzaba marinera, como lo hacía desde que tenía 7 años, surgió un desmayo que sería la primera alerta de la leucemia.

Marcia es natural de La Libertad, pero vivía sola en Lima desde que cursaba cuarto de secundaria. Tuvo que renunciar a la independencia a la que se había acostumbrado porque ahora su familia la acompaña diariamente en este tratamiento que concluirá en 2 años y medio. Su madre Gladys es su principal cómplice hoy, a quien le dedicó estas palabras en el reciente Día de la Madre:

Obviamos contar que en sus ratos libres también lee para su tesis. Estudió Derecho en la Universidad Privada San Martín de Porres: «Soy tan piña, pero tan piña, que me agarra la enfermedad en el último año de mi carrera», cuenta con el ánimo de quien conoce lo valioso de cada minuto de la vida:

«El hecho de tener cáncer y saber si mañana amanezco o no te cambio. Por el lado positivo, aprovechas más cada segundo de tu vida, porque dices ‘para qué me voy a pelear, para qué me voy a hacer problemas’…, pero por el lado negativo, ya no puedes hacer las cosas que querías. Tus planes se quedan medio truncados. Son los pro y los contra».

Marcia se despide de nosotros. Lo hace con la misma simpatía con la que empezó la entrevista: «un abrazo enorme, desde el fondo de la médula». Si cada dosis de risa curara la leucemia, Marcia tiene la batalla ganada.