Descreídos Martes, 25 agosto 2015

La moral del descreído

La moral humana innata es herencia evolutiva, como se deriva de la observación de la conducta de nuestros parientes primates más cercanos. Crédito de la fotografía: Barry Bland.

 

Escribe: Adrián Núñez Ferdmann – director de la SSH

Muchas personas piensan que ya se ha derribado el mito de que los no creyentes en un ser castigador que todo lo ve, no tenemos cómo tomar decisiones sobre el bienestar o el sufrimiento, propio o ajeno. Aunque algunos líderes religiosos reconocen que la moral se encuentra en la conciencia de cada persona, en la práctica este reconocimiento no es tan común, y esto tiene consecuencias sociales, como negación de leyes a favor de la igualdad de derechos y hasta un trato despectivo a quienes son o piensan distinto.

El Papa Francisco dice que los no creyentes son perdonados por Dios si siguen a sus conciencias 1, y al mismo tiempo no son pocos los curas que enseñan a los feligreses que el ateísmo es el punto culminante de una vida carente de normas y educación.

Si fuera cierto que es necesaria una determinada fe religiosa para ser una persona correcta, ¿por qué las cárceles no están llenas de ateos? ¿Por qué los países con menor porcentaje de creyentes son justamente los que tienen menores grados de violencia? No es difícil responder esto si sabemos de dónde viene la moral humana.

 

¿Qué define nuestra moral?

Para quienes tenemos una visión naturalista del mundo (lo sobrenatural no existe, todo lo que existe es la naturaleza), y también para muchas personas dualistas (creyentes en el cuerpo y el alma), nuestra conducta depende de nuestro cerebro, nuestra biología y nuestra química interna. La estructura neuronal que hoy nos define ha sido moldeada por cientos de millones de años de evolución, y esto explica por qué observamos una moral, aunque básica e incipiente, similar a la nuestra entre nuestros parientes primates más cercanos. Si la moral no dependiera de nuestro organismo, no se explicaría por qué el consumo de algunas drogas o una lesión en la corteza prefrontal ventromedial pueden causar variaciones en el afecto que sentimos por los demás y así modificar nuestras decisiones morales.

El etólogo Frans de Waal observa las raíces de la moral humana en bonobos y chimpancés. Indica que la visión del mundo que más coincide con nuestra naturaleza moral es el humanismo.

El etólogo Frans de Waal observa las raíces de la moral humana en bonobos y chimpancés. Indica que la visión del mundo que más coincide con nuestra naturaleza moral es el humanismo*.

* The Bonobo and the Atheist 2

 

Si sabemos esto, ¿por qué creemos que necesitamos de una religión teísta para ser personas buenas?

Aparentemente la creencia en un dios castigador que todo lo observa sí favoreció la supervivencia humana en el inicio de las civilizaciones, cuando los grupos de individuos pasaron de ser unas pocas decenas a varios cientos, y ya no era posible que cada individuo fuese observado constantemente por los demás. Aunque ya no es el caso, hoy todavía hay personas que necesitan de algo similar para poder alejarse de una vida delincuencial o de alguna adicción. Sin embargo, esta no es la norma. Coincido con Miguel de Unamuno cuando escribió: «Los hombres que sostienen que de no creer en el castigo eterno del infierno serían malos, creo, en honor de ellos, que se equivocan. Si dejaran de creer en una sanción de ultratumbas no por eso se harían peores, sino que entonces buscarían otra justificación ideal a su conducta» 3.

Todos tenemos una brújula moral innata, pero también moldeamos nuestras decisiones morales en el tiempo. Si, como empecé este texto, la moral es la capacidad de tomar decisiones para mejorar nuestro bienestar y disminuir el sufrimiento, ¿cuál es la manera de, en lo posible, acertar en estas decisiones?

Las caridades seculares como Médicos sin Fronteras, muestran que no es necesaria una carga religiosa para hacer el bien. Foto: Médicos sin fronteras.

Las caridades seculares, como Médicos sin Fronteras, muestran que no es necesaria una carga religiosa para hacer el bien.

 

Los diferentes enfoques de la moral

Podemos encontrar algunas reglas básicas y universales que nos guían en nuestras decisiones morales. Estas pueden agruparse en dos principios que podemos encontrar en todas las culturas y épocas: la regla de oro (trata a los demás como quisieras que te traten) y la regla de plata (no hagas a los demás lo que no quisieras que te hagan). Podemos seguir estas reglas por imposición social, religiosa o legal, como podemos llegar a ellas con el uso de la razón. Para Kant, la segunda vía (la moral autónoma) era la auténtica 4.

La realidad es que en lo cotidiano tomamos decisiones morales utilizando las herramientas que tenemos disponibles. Si nuestra razón nos dice en determinado momento que mentir está bien (como por ejemplo, engañar a un secuestrador para evitar que logre su cometido) y en otro momento que debemos decir la verdad a cualquier precio, esto no significa falta de consistencia, sino todo lo contrario. Nuestras decisiones morales suelen ser una combinación del seguimiento de las normas (deontología) y reflexión sobre las consecuencias y los resultados de nuestros actos (consecuencialismo y utilitarismo).

El famoso dilema del tranvía, de Philippa Foot. ¿Moverías la palanca para salvar a cinco si eso te obligara a asesinar a uno?. Crédito: Princeton University Press.

El famoso dilema del tranvía, de Philippa Foot. ¿Moverías la palanca para salvar a cinco si eso te obligara a asesinar a uno? Crédito: Princeton University Press.

 

¿Se pueden medir el bien y el mal?

Aunque todavía no tenemos una respuesta, el progreso de las neurociencias parece indicar que esto no sería imposible. Hace cuatro años Sam Harris publicó un interesante libro (The Moral Landscape 5) cuyo propósito era convencernos de que, en principio, la ciencia puede determinar los valores humanos. La crítica más común a esta idea se conoce como la guillotina de Hume: “ningún debe a partir de un es” 6, o sea, no se puede derivar un deber a partir de los hechos. Esta ley de Hume, sin embargo, ya ha sido criticada y desinflada por filósofos como Hilary Putnam y Amartya Sen 7, y recientemente por el eticista Robert Johnson 8.
La verdad es que ya hace más de 200 años venimos utilizando con éxito algunas disciplinas científicas para obtener respuestas morales –esta es, en parte, la labor de los peritos criminalísticos, los antropólogos forenses, los psicólogos y algunos economistas–. A mejor calidad y mayor cantidad de información, mejor es nuestra capacidad de tomar decisiones, incluidas las decisiones sobre el bienestar.

En el paisaje moral propuesto por Harris, los picos representan los niveles más altos de bienestar que es posible alcanzar, mientras que los valles son los peores estados de sufrimiento.

En el paisaje moral propuesto por Harris, los picos representan los niveles más altos de bienestar que es posible alcanzar, mientras que los valles son los peores estados de sufrimiento.

 

Autenticidad

Para ser personas auténticas, debemos empezar por ser auténticos con nosotros mismos. Esto es, someter a prueba nuestras creencias. El corazón del pensamiento crítico es este: si realmente tenemos un compromiso con la verdad, pongamos nuestras creencias bajo la misma lupa de crítica que usamos para las creencias ajenas. No hay forma de ser auténtico si no se vive de esta manera. La duda es una virtud.

No es fácil acostumbrarnos a la autocrítica, pero pensemos esto: muchas malas decisiones se han tomado en el mundo basadas en pensamientos dogmáticos y falta de crítica como para insistir en ir por el mismo camino. Con una población capaz de pensar críticamente no habrían sido posibles los gobiernos totalitarios y criminales del siglo XX, las cacerías de brujas, las guerras santas, la esclavitud, las limpiezas étnicas, etc. Hoy aún sufrimos la intromisión de ideas atávicas que no han pasado por el filtro de la autocrítica, y que, como mencioné al empezar este texto, tienen consecuencias sociales en nuestro país: machismo, discriminación racial, discriminación por orientación sexual, xenofobia, etc. Si logramos sentirnos cómodos en este estado de duda, estaremos en capacidad de analizar las cuestiones morales con la razón, libres de dogmas, y así podremos mejorar nuestra precisión para tomar decisiones que mejoren el bienestar o disminuyan el sufrimiento, el propio y el ajeno.

Crédito: Szoka

Crédito: Szoka

 

En la SSH tendremos un conversatorio sobre la obra de Sam Harris el miércoles 26 de agosto a las 19:30. Los detalles están aquí.

 

El pasado 6 de junio, se estrenó en Lima un documental sobre la moralidad y las creencias de los ateos. Un fragmento subtitulado puede verse en este enlace.

 

Referencias:

1. «Dio perdona chi segue la propria coscienza»
2. The Bonobo and the Atheist: In Search of Humanism Among the Primates
3. Miguel de Unamuno: Mi religión
4. Immanuel Kant: Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Capítulo Segundo
5. Sam Harris: The Moral Landscape, How Science Can Determine Human Values
6. David Hume: Tratado de la naturaleza humana. Libro tercero: De la moral.
7. Hilary Putnam: El desplome de la dicotomía hecho-valor
8. Robert Johnson: Rational Morality, A Science of Right and Wrong