noticias , politica , sociedad Sábado, 27 diciembre 2014

3 artículos que debes leer para entender el griterio entre Urresti y el abogado de Abimael

Diego Pereira

I'm back, bitches » @algunpereira » diego@utero.pe

Esta semana culminó con un fugaz y repentino enfrentamiento entre el ministro del Interior Daniel Urresti y el abogado de Abimael Guzmán, Manuel Fajardo, en los exteriores de un local donde se llevaba una exposición de pinturas hechas por cabecillas senderistas.

El espectáculo de la semana. Foto: La República

El espectáculo de la semana. Foto: La República

Está bien que alguien les haya dicho algo, el problema es que nos quedamos con la catarsis. Hay que tener en cuenta que precisamente lo que busca el MOVADEF (el brazo político de Sendero Luminoso) es que el gobierno peruano «reprima» sus actividades. ¿Por qué? Porque luego es más fácil clamar censura y parecer la víctima.

 

Usar la democracia, no descartarla

En su columna de hoy, Augusto Álvarez Rodrich cuestiona la necesidad del ministro por optar por acciones populares en detrimento de la verdadera seguridad ciudadana:

Quién no va a estar en contra del terrorismo que tanto daño le hizo la Perú, pero eso no debiera llevar a tolerar que el ministro del Interior irrumpa en una exposición diciendo que quiere capturar cabecillas de Sendero Luminoso y gritando, con voz afeminada, que no se necesita que le pidan pruebas.

Pruebas y una orden judicial es lo que se requiere en una democracia para detener a cualquier persona, o suspender un evento como dicha exposición en la que, en efecto, se iban a exhibir obras artísticas de dirigentes de Sendero Luminoso que están en prisión cumpliendo condena, como la esposa de Abimael Guzmán, Elena Iparraguirre.

En una democracia todo se hace según las leyes, no de acuerdo con el gusto de un ministro que, con prepotencia creciente, siente que puede hacer lo que le venga en gana.

En la misma línea, Juan Carlos Tafur en un artículo titulado ‘Uy sí, el rudo de la política’ opina que la estrategia de Urresti apunta simplemente a ser la carta del nacionalismo en el 2016, pese a que sus ideales de acción están más cerca a ser un neo fujimorismo:

No es la primera persona ni será la última que crea que es necesario saltarse las formas y tomar atajos autoritarios para resolver los problemas del país. La actitud del ministro del Interior, Daniel Urresti, premeditadamente confrontacional, puede darle oxígeno político al gobierno, como de hecho le está dando, pero es necesario advertir los límites y riesgos que semejante formato tiene.

Pareciera, según Tafur, que la estrategia del gobierno es propagar cortinas de humo y el ministro encaja perfectamente en ese plan. El problema es que ese autoritarismo solo alimenta aquello que el gobierno debe compartir.

 

Cómo enfrentar al terrorismo

¿Se acuerdan que hace un tiempo atrás existió un gran debate para la aprobación de una ley que sancionaría a queienes desconozcan los crímenes cometidos por el terrorismo? La llamada «ley del negacionismo» no prosperó, pese a que la Presidencia del Consejo de Ministros en ese momento la clamaba como la mejor de las ideas.

En ese momento, el abogado Mario Zúñiga ya había descrito los peligros de enfrentar al MOVADEF con la censura. Sus argumentos también nos pueden servir hoy para aclarar el panorama:

 ¿Cuál sería el efecto de promulgar esta norma? Lo que va a pasar, si se hace efectivo enforcement de ella, es que sí, probablemente no escuchemos este tipo de opiniones más… en los medios. Entonces estaremos felices, porque nada afectará la “memoria colectiva”. Pero no estaremos eliminando el mensaje. Lo estaremos marginalizando. Una norma como la propuesta no impedirá que profesores infiltrados impartan el mensaje en salones de clase. No impedirá que se hagan campañas o distribuyan panfletos en pueblos alejados o incluso en reuniones sociales en nuestra propia capital. Y así es precisamente como se propagó inicialmente el mensaje senderista. Yo no recuerdo, por lo menos, que en los 80’s Sendero publicara columnas en los medios. Me parece preferible, en todo caso, que un discurso que consideramos lamentable pueda ser expuesto libremente. Así tenemos la oportunidad de combatirlo, refutarlo con la fuerza de la lógica y la evidencia e incluso ridiculizarlo.

Pero note, señor ministro, que para «ridiculizar» se usan argumentos, no gritos.

Diego Pereira

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