corrupción , noticias , politica Viernes, 8 marzo 2019

La historia de cómo un millonario proyecto en el Cusco terminó siendo arrojado a la basura

Acompáñanos a ver esta triste historia

Tres años atrás se anunció que —en un plazo de nueve años (o sea, para el 2025)— las plazas y calles del Centro Histórico del Cusco serían de uso exclusivo para peatones.

Imágenes oficiales del proyecto. Foto: Captura/Canatur

Imágenes oficiales del proyecto. Foto: Captura/Canatur

Hace años que la Unesco recomienda peatonalizar las ciudades que han sido declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad y Cusco lo es desde 1986. Además, sobran los argumentos técnicos arquitectónicos y urbanistas de por qué es necesario. Y quien intentó hacerlo fue el ahora exalcalde Carlos Moscoso.

Spoiler alertesta es una historia que no acaba bien.

Esto fue lo que ocurrió

Así resume la historia Abel Gallegos, exgerente de Ordenamiento Territorial de la Municipalidad del Cusco y también exdirector técnico del Plan de Movilidad (que mencionaremos más adelante):

La iniciativa del alcalde [Carlos Moscoso] fue el cierre de la Plaza de Armas. Esto implicaba un proyecto técnico, estudios y una serie de condiciones que vinieron después. El Banco Mundial entra como una instancia de préstamo y apoyo técnico. Además, recomienda la contratación de un consultor que tuviera experiencia en esto. En este caso es el consultor español quien encamina y orienta la parte técnica. Pero el equipo de expertos que se arma es local, son cusqueños.

En la gestión de Moscoso se trabajó el Plan de movilidad y espacio público de Cusco (que costó más de S/350,000) elaborado por el consultor español Jose Luis Cañavate Toribio y que incluía la ejecución de varios proyectos.

El plan que no fue

El Banco Mundial resaltaba el plan como un proyecto único que «podría marcar la ruta de apoyo» de esta institución en el desarrollo del país. En serio, babeaban por él:

Este plan contribuye a crear un paradigma de planificación para ciudades intermedias con centros históricos en América Latina. Tanto así que fue referenciado en la reciente cumbre de Habitat III de las Naciones Unidas como buena práctica.

Ejecutarlo iba a significar la inversión de unos US$800 millones, monto proyectado a ser invertido en dos periodos de cuatro y cinco años respectivamente. ¿Y qué pasó? Para hacer este post entrevistamos a tres personas involucradas en el proyecto y todos coincidieron en una idea: demasiadas trabas por todos lados.

Una serie de malas decisiones

Primero, el alcalde restringió el acceso vehicular ANTES de tener un plan armado (la contratación al asesor vino después). Esto hizo que grupos empresariales, juntas vecinales y demás —que denunciaban no haber sido consultados— protestaran por el cierre de las calles.

Segundo, Gallegos nos precisó también que el plan no se llegó a implementar por «temas políticos». Señaló trabas burocráticas dentro de la propia municipalidad y durante el proceso con varios ministerios. Además, varios regidores se voltearon contra la propuesta de Moscoso.

Tercero, también hubo problemas de pagos. El Banco Mundial liberó los fondos a través del Programa de Desarrolo Regional (Proder) del Plan COPESCO, proyecto especial del Gobierno Regional del Cusco (GRC) que recibía el dinero y lo administraba porque la municipalidad no tenía capacidad de endeudamiento por sí sola.

De acuerdo con una fuente, tensiones entre el alcalde y el gobernador llevaron a un desinterés del Gobierno Regional por el proyecto. Complementando este testimonio, esta investigación de Claudia Alejandra Concha Vásquez (PUCP) no solo ratifica la desidia del GRC, también revela que:

(…) el plan tuvo dificultades por la modalidad administrativa de triangulación entre el Banco Mundial, Proder y la Municipalidad del Cusco. Las dos instituciones locales tuvieron problemas para coordinar los pagos de los técnicos que trabajaban dentro del programa, pues la municipalidad y el gobierno regional tienen distintas formas de contratación. Dicho problema generó que los procesos se vuelvan engorrosos y que la entrega de los estudios se demore, lo cual a su vez generó el desgaste de la imagen del plan.

Jessica Tantaleán, especialista en urbanidad que trabajó en el proyecto en su primer año recuerda con amargura su mala experiencia porque todo fue «desordenado y desorganizado por culpa del aparato estatal». Otra fuente nos confirmó que a la fecha quedan pendientes varios pagos.

La estocada final

Entonces, este es el resumen de todo hasta ahora:

  • Se plantea un proyecto tan bueno que el Banco Mundial le tira flores y ofrece los US$800 millones necesarios para ejecutarlo, sin embargo las entidades nacionales se hacen mil bolas para administrar el dinero y las personas que deben desarrollarlo no reciben sus pagos a tiempo.
  • El alcalde Moscoso es incapaz de culminar y ejecutar el proyecto por su poco apoyo político, su pobre manejo de la comunicación del mismo y la incapacidad de su equipo técnico al interior del municipio. La imagen del proyecto termina por desgastarse.
  • Los cusqueños terminan de consolidar su rechazo ante lo que ellos perciben como un pan con mango votando por un candidato cuya promesa de campaña consiste en volver a abrir el Centro Histórico del Cusco.

Les dijimos que esto no acababa bien: el nuevo alcalde, Víctor Boluarte Medina (que tiene una sentencia por fraude), ya anunció que todo este trabajo —más de año y medio de trabajo, miles gastados y acciones ejecutadas— no va más con esta frase:

Cada ciudad tiene una configuración distinta. No porque Madrid lo hizo o Arequipa lo hizo, nosotros también tengamos que hacerlo. Ante todo está la persona, que tiene que tener alguna comodidad.

Y ese fue un día más en el Perú, el país donde nada bonito podemos tener (aunque implique tirar una inversión de millones al tacho).

Diego Pereira

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