Malversando por un sueño
Ya lo había advertido Juan Carlos Valdivia desde su solitaria columna de Correo: el Show de los Sueños, el reality de Gisela Valcárcel, «ofrece hacer realidad los sueños de sus concursantes, pero con dinero del Estado (…) no le importa que las autoridades violen normas presupuestales con tal de cumplir con el rating».
Efectivamente, cada semana alcaldes, presidentes regionales y ministros ofrecen construcciones, donaciones, brigadas de apoyo, cisternas de agua y mil otras prebendas con recursos del Estado peruano, como si sus municipios, regiones y ministerios fueran sus chacras, cuyos recursos están a disposición suya a la hora que sea (de preferencia, los sábados por la noche). Malversación de fondos públicos en vivo y en directo, chocheritas, y todos felices, con lágrimas de bondad en los ojos, sin SNIP ni Contraloría ni fiscales que intervengan a esas autoridades al aire, como ocurriría si alguien en el sistema tuviera los pantalones.
Lo que pasó el último sábado ya cruza todos los límites. No es malversación, pero sí una violación de todas las normas penitenciarias. Como se ve en el vídeo adjunto, internas del Penal de Chorrillos, muchas de ellas burriers (en plena época de VRAE, Cataño y Obregón), abandonaron la prisión y se pusieron a bailar en el set de Gisela amadrinadas por su ex compañera Magaly Medina. Todo por el rating.
Hoy, en Radio Capital, dijo Phillip Butters:
“¿Qué pasaría si todos los conductores de televisión sacaran presos para sus programas para que suban en ráting? Yo me pregunto si Abencia Meza junto a Eva Bracamonte podría cantar o bailar en el estudio de Raúl Romero en el “canta y gana”; no, señores, lo que sucede es que aquí se ha perdido sentido tremendo en la proporcionalidad
¿Por qué las bailarinas no pueden entrar al penal y las burriers sí pueden ir a la tele? ¿Y dónde está Aurelio Pastor, el ministro responsable de que los presos permanezcan presos? Oh sí, verdad, está denunciando a los apristas apologistas del terrorismo, claro. De hecho.
