corrupción , noticias Lunes, 2 diciembre 2013

Cabeza de Pingo

Este señor lleva el fantástico nombre de Williams Pingo Cienfuegos y su cabeza corre peligro.

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La foto de La República que justifica el título del post.

Este señor es el suboficial de la policía que está avivando las llamaradas del caso Óscar López Meneses (OLM).

A Pingo, sus superiores lo obligaron a mentir, mientras fraguaban un cuaderno de actas de un patrullero que resguardaba la casa del Presidente Humala. Todo, para salvarse del escándalo de OLM. Este es un resumen de lo que estuvo pasando mientras pensabas en Tilsa.

 

PRIMER ACTO: EL CUADERNO MÁGICO

El coronel PNP Walter Arrué fue uno de los inmediatamente destituidos por el caso López Meneses. Hasta el escándalo había sido el jefe de la SUAT. Quizás ya estaba desempacando sus cosas cuando, el miércoles 19 de noviembre, recibió una llamada del comandante Alfredo Marín, diciéndole que el día anterior había encontrado un cuaderno en la guantera de un patrullero.

Este cuaderno es, ahora, el centro de varias teorías de la conspiración que llegan hasta Palacio. Pero no nos adelantemos.

Arrué no perdió tiempo y se reunió con Marín –su remplazo como jefe de la SUAT–  y el comandante PNP Milton Quipuscoa –entonces jefe de operaciones de la SUAT–. Estos dos comandantes le dijeron a Arrué que el teniente PNP Carlos Rodriguez había encontrado el providencial cuaderno en el patrullero SUAT (CL-8777) que resguardaba la casa de OLM.

 

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Cuaderno que recibió Arrué de manos de Marín. Ojo a la tachadura de «presidente» por «jefe». Luego veremos por qué. Foto: IDL-Reporteros

¿Por qué era importante el cuaderno para Arrué? Porque podía ser usado en su defensa. El cuaderno era firmado por el mayor del Ejército Kenny Abuhadba Moscoso, que trabajaba en Palacio de Gobierno como seguridad de Humala. O sea, por lo menos un oficial del Ejército sabía del resguardo a la supuesta casa del del jefe del Comando Conjunto. Y no cualquier oficial, sino uno que presta seguridad al mismísimo presidente.

Según su denuncia ante la fiscalía, Arrué desconfió de la legitimidad del cuaderno, así que decidió llevárselo para que fuera analizado por  peritos. Ni bien acabó la reunión, recibió una llamada del general Raúl Salazar pidiéndole que le entregara el cuaderno. (Quizás ustedes recordarán a Salazar por ser el general retirado que se peleó con el almirante Cueto a través de RPP cuando estalló todo el escándalo. Casi todas las versiones lo ubican al centro de este embrollo).

El coronel Arrué se negó, y cansado de que lo llamaran, dejó de contestar el teléfono.

 

SEGUNDO ACTO:  HUMALA SE EMPINCHA

No pasaron ni 24 horas de la reunión, cuando América Noticias emitió este reportaje donde muestra el cuaderno mágico.

Como ven, el reportaje enfatiza la relación entre Abuhadba y Palacio de Gobierno. Defiende la misma hipótesis de los policías que le entregaron el cuaderno al ex jefe de la SUAT, Walter Arrué. Por cierto, Arrué ha negado ser la fuente de América Noticias.

Aquí la historia salta a Palacio de Gobierno. Ni bien terminó el reportaje, Humala convocó a Kenny Abuhadba y a su jefe inmediato, general de brigada EP Carlos Mayca Vásquez. Los dos militares lo negaron todo.

Entonces, Humala –sospechando que se trataba de una reacción de la policía por sus declaraciones– convocó a una reunión de emergencia, con los más altos mandos de la Policía, en la sede de la DIRCOTE para que esclarecieran el tema del cuaderno.

Aquí es cuando volvemos al inicio de la historia. ¿Se acuerdan de Alfredo Marín, entonces jefe de la SUAT y quien llamó a Arrué para contarle que habían encontrado un cuaderno? Aquí está:

Ex Jefe del Estado Mayor de la Sub Unidad de Acciones Tácticas (SUAT), comandante Alfredo Marín Salazar. Controlaba la distribución de los patrulleros. Foto del Feis.

Ex Jefe del Estado Mayor de la Sub Unidad de Acciones Tácticas (SUAT), comandante Alfredo Marín Salazar. Controlaba la distribución de los patrulleros. Foto del Feis.

¿Y se acuerdan de esta tachadura?

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La República reveló que, eventualmente, los peritos de Inspectoría de la Policía concluyeron que tanto la frase como la tachadura correspondían al puño y letra del comandante Marín.

Marín no tuvo otra que admitir lo que inicialmente había negado. Contó que había tachado la palabra «presidente» (que escribió, según su abogado, de casualidad) y escribió en la parte superior «jefe»; porque, ese es el cargo de la cabeza del Comando Conjunto. Según Marín, la corrección la hizo en el mes de junio de este año, sin ninguna mala intención.

Lo cierto es que decía «presidente» porque ese patrullero nunca estuvo asignado a la casa de López Meneses, sino a la del mismísimo Humala.

Pero, además, en la reunión con Humala, apareció el nombre de otro personaje crucial de esta historia: nuestro amigo Williams Pingo Cienfuegos.

Supuestamente, Pingo Cienfuegos era uno de los policías que había estado de guardia en el patrullero donde mágicamente apareció el cuaderno. Así que él debía saber si el mayor del Ejército Kenny Abuhadba estuvo en la casa de OLM.

 

TERCER ACTO: PINGO NO SE CHUPA

El suboficial Pingo fue despertado en la madrugada. Luego confesaría lo que pasó:

«A la una de la madrugada, aproximadamente, recibí una llamada para que me presentara en el puente La Ensenada (La Molina), donde me esperaba el mayor PNP (Paul) Olaya (Alarcón).

Al presentarme ante el referido oficial, me hizo subir a un vehículo SUAT conduciéndome a la DINCOTE (Dirección Contra el Terrorismo).

En el interior del vehículo (el mayor Olaya) me indicó que tenía que declarar que la firma del oficial EP Kenny Abuhadha Moscoso (de la Casa Militar de Palacio de Gobierno) indicaba que se había realizado el resguardo al domicilio del presidente del Comando Conjunto, en Surco, y que no me preocupara porque tenía conocimiento de todo el coronel PNP Walter Arrué Pereyra, ex jefe de la SUAT»

Pingo acató las órdenes.

Al llegar a la Dircote vi que estaba el viceministro del Interior, Iván Vega; el director de la Policía, Jorge Flores Goicochea; y otros generales de alto mando. Olaya les dijo; ‘Aquí está Pingo’. Y me hicieron sentar. El primero en interrogarme fue el viceministro Vega. ¿Usted conoce a este mayor?’, me dijo mostrándome la fotografía del Reniec de Kenny Abuhadba Moscoso. Le dije: ‘Sí, señor, lo conozco. Es el mayor Kenny  porque cuando me tocaba dar seguridad a la casa del presidente Ollanta Humala, el mayor Kenny venía a controlar el servicio y firmaba los cuadernos’. Vega me volvió a preguntar: ‘¿Usted conoce la casa de López Meneses?’. ‘No’, le contesté. Al poco rato el viceministro en voz alta dijo: ‘¡Vamos todo a Palacio para hablar con el Presidente’”, continuó Pingo.

Al llegar a Palacio, el viceministro Iván Vega y el director de la Policía, el general  Jorge Flores, ingresaron hablar con el presidente Ollanta Humala. Yo me quedé afuera. Al poco rato, traté de ir a los servicios higiénicos, pero fui abordado por el coronel Walter Arrué, por los comandantes Alfredo Marín Salazar y Milton Quipuscoa Peralta, y por el mayor Paul Olaya. Ellos me presionaron nuevamente para decir que el mayor del Ejército Kenny Abuhadba había controlado el resguardo en la calle Batallón Libres de Trujillo. Marín y Quipuscoa me insistían en que dijera eso. Incluso me amenazaron de que me iban a dar de baja. ‘No, yo voy a decir la verdad’. Pero ellos persistían en su versión. Una versión falsa.

Sin embargo, el general César Cortijo, jefe de la Dirincri, no creyó en sus declaraciones y llamó a dos peritos grafotécnicos para que revisaran el cuaderno. El resultado: el documento había sido adulterado.

Doris Aguirre de La República narra el momento en el que Pingo confiesa:

“A las 7 de la mañana del 21 de noviembre, en compañía del comandante Marín, nos dirigimos al despacho del director de la Policía Nacional, general Flores. ‘General , quiero hablar con usted a solas’, le dije. ‘Mi general, quiero decir la verdad. El mayor del Ejército Kenny Abuhadba  nunca controló la casa del jefe del Comando Conjunto’, le dije. ‘¿Cómo?’, se sorprendió el general Flores. Y añadió: ‘¿Y ahora qué le digo al presidente de la República?’. Lo le contesté: ‘Solamente la verdad, mi general’. Y le conté: ‘Desde que se instaló el servicio de resguardo en la calle Batallón Libres de Trujillo, nadie controlaba. Era tierra de nadie. Prácticamente ese servicio estaba botado. Ni  la Inspectoría de la Policía iba a controlar. Esa es la verdad”, declaró Pingo.

El suboficial William Pingo Cienfuegos, conocido como “Blindado” por sus compañeros debido a su fortaleza, se doblegó por la emoción. Y rompió a llorar ante el director de la Policía Nacional.

Todo se sabe. Ojo: este ridículo enredo en el que se ha metido la Policía no quiere decir que ellos sean los únicos implicados en el caso OLM. Hay muchos indicios de la participación tanto de militares como de civiles. Pero esa es otra historia.