economía , noticias Jueves, 14 febrero 2019

El chiste del día: Según cifras oficiales, el Perú tiene el mismo nivel de desigualdad que Dinamarca

Continuando con nuestra continua cobertura sobre cómo el sistema nos está destruyendo y por eso hay que destruirlo, esta semana nos topamos con la investigación Riqueza y desigualdad en el Perú, elaborada por Germán Alarco —economista e investigador de la Universidad del Pacífico— y publicada por Oxfam:

Son 157 páginas (sin contar bibliografía y anexos) que vale la pena leer. Foto: Captura / Oxfam

Son 157 páginas (sin contar bibliografía y anexos) que vale la pena leer. Foto: Captura / Oxfam

¿De qué va?

Germán se baja la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO), un instrumento que el Estado utiliza para  «conocer la evolución de la pobreza, del bienestar y de las condiciones de vida de los hogares». En la práctica, sirve de base para las políticas sociales del Estado. Es decir, luchar contra la pobreza y la desigualdad. El problema es que es inútil.

Lo que Germán encontró es que, como las encuestas son voluntarias, los sectores más adinerados casi nunca las responden. Esto se traduce en que los más pudientes del país no son incluidos en los cálculos de ingresos y de pobreza, generando una subrepresentación de la población que más dinero tiene. En una entrevista para Ojo Público, entra en más detalle sobre esta revelación:

(…) según la encuesta, la persona más rica en el Perú el 2014 vivía en la provincia de Picota, en la región San Martin; gana solo S/ 1 millón al año y su casa tiene piso de cemento. Un hecho totalmente alejado de la realidad, pues las familias de los grandes grupos de poder ganan un mínimo de 200 millones de dólares al año.

Entonces, tenemos que —en la práctica— la ENAHO no sirve para medir la desigualdad en el Perú. Sin embargo, la información que recaba se utiliza para desarrollar información que luego el Estado envía al Fondo Monetario Internacional (FMI), al Banco Mundial (DM) y demás. Es decir, les vende humo.

Hablemos del Gini

El coeficiente de Gini es el índice estándar de desigualdad. Mide la diferencia entre una sociedad perfectamente homogénea (cuyo índice sería 0) y una completamente desigual (cuyo índice sería 1). Para mayor detalle sobre cómo funciona exactamente, puedes leer la página de Wikipedia.

De acuerdo con las cifras «oficiales» —las del ENAHO— el Perú tiene un coeficiente Gini similar al de Dinamarca (0.35), por lo que somos menos desiguales que Chile o Estados Unidos. Sin embargo, según la investigación de Germán, estamos entre 0.60 y 0.70, por lo menos el doble de lo que se presenta oficialmente.

¿Y cuál es el roche?

Dos millonarios en San Isidro. Foto: Simpsons/Giphy

Dos millonarios en San Isidro. Foto: Simpsons/Giphy

A estas alturas del post ya debería ser un poco evidente cuál es el problema. ¿Cómo se supone que combatimos la desigualdad si tenemos cifras incorrectas? Considera estos datos de la consultora internacional Knight Frank:

  • Hay más de 17 mil millonarios en el Perú,
  • 880 peruanos tienen más de 10 millones de dólares,
  • 300 tienen más de 30 millones de dólares,
  • Cerca de 37 peruanos tiene más de 100 millones de dólares y
  • Al menos 5 tienen más de mil millones.

Ninguno de ellos está en las estadísticas oficiales del ENAHO. El 1% más rico del país no existe en la data oficial.

Espera, hay más

La desigualdad no es inevitable. Como precisa Oxfam aquí, solo se necesita que el Estado se encargue de hacer que los impuestos sean justos, que ese dinero se invierta en servicios públicos y que se asegure que los salarios sean justos. Teniendo esto en cuenta —y considerando que el Estado está usando información a medias para trazar sus políticas sociales— llama la atención cómo la investigación de Germán Alarco dialoga con esta publicación de Francisco Durand:

Otra gran lectura: Foto: Captura / Oxfam

Otra gran lectura: Foto: Captura / Oxfam

Lo que Francisco apunta aquí es que, entre el 2011 y 2017 —desde Humala hasta PPK— las medidas tributarias adoptadas por el Estado han sido en beneficio de la élite económica que como resultado tiene «poder e influencia desmedida» sobre las políticas públicas. ¿Y cómo lo hacen? Así  precisa el artículo de Oxfam que acompaña la investigación:

Se activan lobbies facilitados por gabinetes ministeriales compuestos por técnicos y funcionarios vinculados a grandes intereses corporativos, así como por los principales gremios empresariales del país.

En resumen

 

Entonces, en base a lo revelado por ambos estudios, no solo resulta que el Estado ignora a ese 1% que concentra la mayor cantidad de riqueza en nuestro país para medir la desigualdad y aplicar soluciones, sino que también impulsa tributación inequitativa, acentuando las brechas de desigualdad, y beneficiando aún más a ese 1%.

Pero claro, el pobre es pobre porque quiere.

 

 

Diego Pereira

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