Steve Rogers: Agente de Hydra
Una de las cosas que debemos tener en cuenta cuando pensamos en el mundo del cómic es que el status quo es tan mutable como el ADN de los X-Men.
No Cap, tú no. Foto: vía www.cinepremiere.com.mx
Los personajes que fueron símbolos de inocencia pueden embarcarse en relaciones cuasi incestuosas, como Kitty Pride con Pete Wisdom o Los Maximoff en Ultimate, mientras que los villanos pueden cambiar de bando y viceversa. Otra cosa que puede ocurrir es que un personaje se reinvente desde cero, como Greyson convertido en Nightwing, Bucky en el Winter Soldier o Barbara Gordon en Oracle.
Pero tambien, de cuando en cuando, cuando los guionistas están con ganas de trolearnos, nos meten grandes golpes de timón que son capaces de cambiar drásticamente el estado de las cosas de manera que las consecuencias golpeen el universo durante un tiempo largo. One More Day y Superior Spiderman son una muestra de eso. En ambos cómics el trepamuros pierde algo importante: su familia y 16 años de continuidad en el primer caso, y el control de su cuerpo, reemplazado por la mente de Otto Octavius.
Esta vez – ignoremos por un momento el intento de DC de deshacer esa abominación llamada New 52 – el golpe de timón va por el lado de convertir a Steve Rogers en un agente durmiente de Hydra. Posiblemente es el cambio de Status Quo más duro que ha hecho Marvel, quizá un cambio de estado más radical que cuando DC decidió que todos los fans que había hecho durante 70 años importaban un comino y le jaló la cadena a todo su universo para reemplazarlo por un pastiche de mediocridad concentrada que finalmente tuvieron que desechar, coincidentemente, el día de hoy.
¿Por qué decimos esto?
Sarah Rogers a punto de caer en el lado oscuro. Imagen: Marve.com
Porque Hydra es básicamente una escisión del partido Nazi. Los mismos que combatió el Capitán América durante los 40’s, los mismos que los creadores del personaje combatieron en la guerra, y aquellos que cuyo rol antagonista ha definido el pathos del personaje. Rogers ha simbolizado – desde el día cero – una serie de valores, antagónicos por concepto, a aquellos que representa Hydra.
Si un día Stark despierta diciendo Hail Hydra, no produciría el mismo impacto, en parte porque nuestro alcohólico filofascista favorito siempre se ha movido en una zona gris moral. Si pasara lo mismo con Thor o Reed Richards, posiblemente podríamos encontrar una razón que justifique el cambio, pero Rogers diciendo Hail Hydra es como que si un día mi fiel Chagall me mirara y dijera Miau.
Señores de Marvel, dejen de hacer huevadas por favor.
Pero existen muchos más argumentos en contra de este cambio, por un lado estamos hablando de un personaje que de la nada ha pasado a justificar el holocausto -en tanto miembro de Hydra-, “también han reformulado el mito de creación del personaje. Desde uno según el cual el marginado asciende a semidiós -parte del mito americano- a otro donde es criado desde niño para servir a Hydra -ya saben eso de la eugenesia y los nazis, conceptos emparentados- destruyendo en la práctica al personaje.
La historia es simple:
Sarah Rogers es socorrida por una agente de Hydra llamada Emily que la apoya (económica y moralmente) en la crianza de Steve después que su padre los abandona, en ese proceso adoctrina o abre la puerta al adoctrinamiento de madre e hijo
¿Cuál es el problema? Rompe con la historia en donde Steve crece en el abandono y sin apoyo, pero además rompe con la idea de un chico criado en valores bastante rígidos y un estándar moral realmente superior. Por otro lado, podría terminar afectando al azar en su elección por Erskine.
No sé a qué se deba tamaño despropósito, quizá sea una jugada maestra para alertar a la gente de los peligros de un neofascista como Trump, quizá una estrategia para quitarle prensa al Rebirth de DC, quizá una jugada más en la guerra entre Marvel Enterteinment y Marvel Movies (también conocido como Ike vs. Kevin). Pero tengo una cosa clara: este cambio arranca tocando una fibra sensible de uno de los personajes más representativos del universo Marvel y torciéndolo sin marcha atrás.
