IQT , noticias Martes, 13 enero 2015

Hay gente que solo quiere ver arder a la cultura (el abandono del arte y el patrimonio histórico en Iquitos)

Paco Bardales

Amazonía,cine, literatura,periodismo, OVNIS. Miembro del gran combo charapa pop. Búscame en Twitter: @pacobardales y @DiarioIQT
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Iglesia de San Agustín, en Iquitos, cosumida por un voraz incendio. Historia amazónica arrasada por negligencia de autoridades (foto: Raúl Ampuero)

La edición especial número 600 del semanario Kanatari (de marzo de 1996), dedicado a la arquitectura en la memoria de Iquitos, iniciaba su editorial con una sentencia inobjetable:

Nada más triste que decir de un pueblo que no tiene pasado. Es como un barco a la deriva. Como hoja que el viente mueve a su capricho. Como sufrir el vértigo del abismo de la nada.

Casi veinte años después, lo que ha quedado es muy poco. Un par de semanas atrás, bordeando el inició del 2015, se realizó una impactante y muy farandulera ceremonia de asunción de mando de nuevas autoridades tuvimos iquiteñas; con alfombra roja, como si de un avant premiere se tratara.

Un día antes, se incendiaba el seminario del antiguo colegio San Agustín (patrimonio arquitectónico de la ciudad) . Una cadena de responsabilidades, negligencias y complicidades generaron un cortocircuito que en contado tiempo devoró parte de la historia contemporánea de la ciudad.

El seminario y la Iglesia de la Consolación (erigido en 1905) eran uno de los espacios religiosos-culturales más importantes de Iquitos.  Cada postal que vemos del malecón Tarapacá, cada momento cumbre que se ha generado dentro de su seno es una postal de tiempo.  Resaltaba su estilo, de características neo-góticas y también neo-clásicas de fachada muy atractiva. Allí, además, empezó a funcionar el  legendario colegio San Agustín, a mediado de los años treinta (ver sus características arquitectónicas en este enlace).

Lo único cierto es que esto iba a suceder. Un día, dejamos que un grupo improvisado de personas pusieran un espacio improvisado de estantes (como una suerte de feria de artesanías), se colocaran conexiones clandestinas alrededor del local, se colocara material inflamable. Las autoridades municipales, empezando por los alcaldes), se hicieron los locos y permitieron que esto crezca. Defensa Civil se quedó callada.

Entonces, pum, una noche todo salió mal.

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Esplendor del seminario San Agustín de Iquitos (foto: Enrique Pezo)

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…Y así quedo la iglesia del seminario, luego del incendio (foto: Pro & Contra)

 

Lamentablemente, lo que le pasó al seminario San Agustín parece estar convirtiéndose en asunto cotidiano en la ciudad. Allí donde la cultura, el arte y el pasado muestran belleza y esplendor, allí, los políticos dejan que todo se malogre, se dañe, se haga mierda, en medio de la basura infecta, de las arterias averiadas, del ruido ensordecedor.

Recordemos: lo que no se hizo para evitar esa bomba de tiempo también es delito por omisión.  Pero esto parece ser un asunto de pocos. Iquitos no tiene autoridad ni política cultural. Ni antes, ni ahora. Pero sobre todo no hay una actitud enérgica de ejercer autoridad.A los políticos de mentira viene cualquiera y los ataranta. Un día, alguien quiere tirarse abajo una medida que es buena para todos, pero afecta algún interés particular. Este interés particular va, habla, persuade o presiona y chantajea. Entonces la autoridad cede. Entramos en un círculo vicioso que promueve la decadencia.

Mi reflexión es concreta: ¿Esperaremos que se incendie también, algún día, el Hotel Palace o la Casa de Fierro para recién empezar a reaccionar? ¿Va a cambiar este sistema nefasto que promueve anarquía y caos? Yo dudo. Existen tantas bombas de tiempo en varios puntos de la ciudad que ya hasta da miedo el mero hecho de enumerarlas. No he visto, por lo demás, ningún plan de medianamente constituido para afrontar este tema.

Lo interesante es que quizás sí podemos los ciudadanos reclamar y fiscalizar. La cultura no es una dádiva ni sus acciones son una gracia que un político le da a un pueblo. Es un derecho de este último y, como tal, debe exigirlo.

En «El Caballero de la Noche», Michael Caine, haciendo del mayordomo Alfred, le dice a Bruce Wayne: «Hay gente que solo quiere ver arder al mundo». El convento San Agustín vaya que ardió. Y aún así, nadie movió un dedo para evitarlo. Ardió, se pulverizó, se convirtió en escombros. Como tantas manifestaciones de cultura en la ciudad. Como el Palacio Municipal de la Plaza de Armas, por ejemplo, abandonado a su suerte. Como los murales de la campaña Nuestra Gente, destruidos por bárbaros con total impunidad (leer este preciso comentario al respecto).

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Murales de artistas de campaña Nuestra Gente en Iquitos, destruidos por desconocidos con total impunidad.

La farandulización de la política nos ha llevado a olvidarnos de la memoria. A verla arder, como cualquier traste inservible que se deja en el basurero de la historia. A eso hemos llegado.

Paco Bardales

Amazonía,cine, literatura,periodismo, OVNIS. Miembro del gran combo charapa pop. Búscame en Twitter: @pacobardales y @DiarioIQT