Oye, tú te has ilusionado, puede ser

Zaida González

“Un día te despiertas y eres otra persona” decía Andy Warhol, y yo creo que tenía razón. En eso pienso mientras cuelgo la ropa en el tendal y observo las nubes. Me estoy fumando un cigarrillo, y quiero madurar un poquito este mes y ser mejor persona: lo justo y necesario. Yo no quiero crecer renegando de mi vida ni quiero adoptar una pose de profundidad. Yo voy a buscar la simpleza. Y mientras reflexiono mi celular suena y es un mensaje de él, dice que me quiere ver: qué vicioso es este muchacho. También dice que nunca se la habían chupado así. Tenía cara de cojudo cuando se vino dentro de mi boca la primera vez: eso me dio ternura. Me hizo recordar la adolescencia.

Y hoy, como tantos días, podría buscar una excusa para no escribir. Pero no, hoy creo que escribir es mi deber. Voy a enfrentar esa puta hoja, me digo, mientras acaricio mis orejas y pienso No te avergüences de tus emociones y escribe nomás, chica.

¿Qué te dirían Clarice Lispector o Carlos Oquendo de Amat si estuvieran sentados en esta mesa? Te dirían ‘Habla pues, mierda’.

Estoy en mi habitación. Un rayo de sol cae sobre mi cuaderno, y yo recuerdo a la periodista argentina Leila Guerriero diciendo que escribir a veces es algo parecido a una tortura: si son menos palabras, más complicada se hace la situación. También dice que las personas sobrevaloran esa idea de que escribir es placentero…

Pero no es así, es un trabajo.

Rocco toca la puerta con su pata. Yo me levanto y le abro. Entra Rocco ¿Cómo te hiciste mayor, ah? Si tú eras pequeñito, pequeñito… Rocco se mete debajo de la cama. Y yo, ante mi mesa con la mano apoyada en mi frente pienso en todo esto: en Pablo Escobar quemando su dinero para sobrevivir. En un lunar que me ha salido cerca del labio y está medio sobresalido. A veces tengo ganas de sacármelo con un cortaúñas, pero me detengo y digo Soy normal, soy normal. En escribir algo distinto, de nada te sirve que seas alguien nuevo si sigues escribiendo más de lo mismo: entiéndelo, ser humano, hay que marcar época.

Y yo sé que todo está bien, me voy a dedicar a escribir aunque sea por curiosidad de saber qué puede suceder. Y luego cuando cumpla los 40 años diré ja, ja, ja. Mi vida tiene que ser divertida pues. Pero ahorita mi corazón me dice Oye, tú te has ilusionado, puede ser.