reinadecapitada Jueves, 21 agosto 2014

A propósito de la muerte de Robin Williams: sueños de robot

Regina Limo

Nerd feminista y lesbiana. Escribo guiones, narrativa y teatro. Leo como descosida y colecciono juguetes. También puedes leerme aquí Hueveo en Twitter como @reinadecapitada

A propósito de la muerte del gran Robin Williams, me puse, como muchos, imagino, a ver de nuevo algunas de las películas que más me gustaban del actor. Una de ellas fue El hombre bicentenario, que está basada en dos relatos de Isaac Asimov.

A pesar de que me gustó la película, creo que la adaptación no le hace justicia al relato que le da nombre. Uno de los temas recurrentes de este autor es la interacción entre los seres humanos y las inteligencias artificiales, personificadas por los robots.

“El hombre bicentenario” trata acerca de un androide con inteligencia avanzada para los modelos de su época, la cual desarrolla, lo lleva a expresar afecto y, gradualmente, a desear convertirse en humano. El gran Asimov tenía el don de adelantarse a su época a través de su obra de ficción y sus ensayos. Creo que es evidente que la preocupación del robot protagonista, Andrew, por ser reconocido como humano se asemeja muchísimo al activismo por los derechos civiles de los últimos dos siglos, ejercido por mujeres, afrodescendientes y el colectivo LGTBI. No es casualidad, además, si uno lee las memorias de Don Isaac se encontrará con declaraciones positivas sobre la lucha por la igualdad.

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Andrew, el robot de “El hombre bicentenario” empieza siendo un servil criado, como cualquier descendiente de esclavos sureños en USA a principios del siglo XX, y a medida que su forma de pensar se hace más compleja, llega a la conclusión de que merece ser considerado un ser humano, para lo cual desde su posición hace el reclamo ante el Estado, quien en principio se lo niega (¿no les suena familiar?). Quizás este aspecto fue considerado muy ‘político’ para los productores de la película, y ya se sabe que a Hollywood le encanta endulzar todo aquello que sea o le parezca un poco radical.

Esto me llevó a recordar otros relatos de Asimov, entre ellos uno de mis favoritos: “Sueños de robot”. En el Hombre Bicentenario veíamos el conflicto ‘interespecies’, por así decirlo, desde los ojos del androide, y llegábamos a identificarnos con su batalla por la ‘humanización’.

Como todo genio, Asimov le da la vuelta a esta relación en ‘Sueños de robot’, donde ya no aparece un robot amigable y empático que cae bien a los seres humanos. Este relato, más corto que el mencionado anteriormente, presenta una relación conflictiva entre la humanidad y la inteligencia artificial, pero ya no desde el punto de vista del robot humanizado, sino de una de sus mentes creadoras, la doctora Susan Calvin, genio superdotado y el personaje más recurrente en los cuentos del autor.

El reclamo en este texto es más velado pero semejante al de El hombre bicentenario. Me recuerda mucho al cuento “El sueño del pongo” de Jose María Arguedas (por si no lo has leído aún) porque el personaje que ocupa la posición de mando se enfrenta con el miedo a la usurpación de su jerarquía y además por la utilización del sueño como elemento que lleva la trama. Está escrito en un lenguaje sencillo y es relativamente corto, pero podría tener, como toda gran obra, más de una interpretación. Lo que más me gusta es el final: un golpe espeluznante, para mí más terrorífico que muchos relatos de terror.

Aquí les dejo el cuento y además un genial corto inspirado en él. Les juro que está de la reconche. Lo encontré de casualidad en la red (gracias, internet). Está muy bien producido y las actuaciones son excelentes. Fue hecho por unos estudiantes chilenos. Solo les advierto que el final está cambiado, pero no pierde el tono de terror.

«Sueños de robots» (2007 – Cortometraje de Christian Toro y Carlos Ramos)

Y en audio, por si te da flojerita leer

Las tres leyes de la robótica, indispensable para entender mejor el cuento (formuladas por Isaac Asimov y su editor John W. Campbell):

  1. Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
  2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª Ley.
  3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la 1ª o la 2ª Ley.

 

Regina Limo

Nerd feminista y lesbiana. Escribo guiones, narrativa y teatro. Leo como descosida y colecciono juguetes. También puedes leerme aquí Hueveo en Twitter como @reinadecapitada