noticias , politica , violencia Martes, 17 febrero 2009

Sendero sí violaba


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Mujeres ashaninkas, liberadas de un campamento senderista, esperan alimentos en Cutivireni, Junín, 1991. Foto: Alejandro Balaguer

Como todos ya saben, La Teta Asustada está basada en una creencia popular según la cual las mujeres violadas durante la violencia política transmitieron «el susto» a sus hijos a través de la leche materna (gracias a Amazilia me entero que la creencia tiene cierto correlato científico; ver la segunda nota).

Puesto el tema sobre el tapete, personas tan dispares como Carlos Quiroz a.k.a «Peruanista» y la muy respetable Mariella Balbi han dicho que «Sendero no violaba». En respuesta, el blog Pospost colgó hoy día estadísticas y testimonios de la Comisión de la Verdad respecto de la violencia sexual ejercida contra las mujeres tanto por militares como por terroristas. La réplica, en ese mismo post, de Peruanista es alucinante: dice que los crímenes atribuidos a Sendero en realidad eran cometidos por militares y policías disfrazados. En fin. El periodista José María Salcedo investigó el sometimiento que sufrió el pueblo asháninka en manos del terrorismo durante años y lo cuenta muy claro:

¿Cómo murió la mayoría?
Ocurrieron varias cosas. Primero hubo violaciones masivas de mujeres, para que tuvieran hijos que ya no fueran asháninkas. El razonamiento de Sendero era: «Yo tengo la lealtad de esta mujer y de esta gente si es que tienen hijos». Pensaban que una vez que una madre tiene un hijo, tiene que defenderlo. Por eso las violaciones masivas. De esto no se ha hablado mucho.

Es decir, las violaciones no ocurrieron por un desborde sexual, sino
Todo fue político. En Sendero todo es político. No es que sean dementes. En fin, quien tiene una teoría así debe de tener seguramente un grado demencial, pero en el caso de Sendero todo cumple una finalidad política.

¿Qué pasó con esos niños?
Nacieron en cautiverio hablando del presidente Gonzalo y de todo lo demás. Por eso, cuando madres e hijos son liberados, los asháninkas que no habían caído en manos de Sendero los reciben con desconfianza, pues se preguntan: «¿Qué me están mandando acá? ¿Son infiltrados?». Esa desconfianza dura hasta ahora. Por eso es tan difícil la reconciliación, aquí o en Ruanda.

Sobre el mismo tema pueden leer también un buen informe de Nilton Torres en La República.