comics Miércoles, 23 julio 2014

Por qué nos fascina Batman

«I know pain. Sometimes I share it. With someone like you.»
Batman: Year One (1987). Frank Miller.

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arte: David Mazzucchelli

Que te guste Batman es un cliché. Es lo cool. Siempre es más cool preferir al personaje oscuro, misterioso, «realista». Al atormentado. Al chico malo. Sí, pero, ahora, piensen: ¿cuántos personajes de ficción hay así? Respuesta: varios, cientos, quizás miles. Muy pocos, previos a la creación de Bob Kane y Bill Finger. La mayoría, posteriores. Inspiraciones, homenajes, copias. Habiendo tantos, hagámonos de nuevo la pregunta: ¿Por qué nos gusta Batman? ¿Por qué lo alucinamos? ¿Por qué nos fascina?

Hace poco leí donde el amigo Rikdad que la principal característica de ese Batman oscuro que se reestableció en los 80 era su determinación implacable. Ha consagrado no sólo su vida, sino su persona, su esencia misma, a proteger a los inocentes. Ojo: No a la venganza (aunque esa es siempre una interpretación atractiva del personaje), sino a salvar vidas. A evitar que otros sufran lo que él sufrió. Obsesivamente. Implacablemente. Incesantemente.

Sí, quizás sea eso. Quizás nos gusta creer que si la vida nos hubiera puesto en las particulares circunstancias de Bruce Wayne, cualquier otro ser humano común y corriente, sin poderes sobrenaturales, también habría podido replicar sus proezas físicas e intelectuales. Quizás nos gusta creer que del dolor puede brotar perfección, compasión, justicia. Quizás nos gusta creer que desde el abismo de la oscuridad y la soledad se puede alcanzar el pináculo físico y mental del ser humano.

Quisiera pensar que nos gusta creer todo eso. Porque si nos gustara creer todo eso, ¿acaso necesitaríamos un Batman?

 

Lee también los textos sobre los aniversarios de Superman y Spider-Man.