ecología , economía , noticias viernes, 7 agosto 2015

Zaraí Toledo escribe sobre Tambogrande, Hernando de Soto y lo que pasa después del no a la minería

Tambogrande ayer y hoy

Zaraí Toledo Orozco

Universidad de la Columbia Británica

zarai

 

 

Tambogrande hizo historia en el 2002 cuando por primera vez en Latinoamérica se hizo una consulta popular para que una comunidad decidiera si aceptaba la presencia una minera. Casi el 98% de la población dijo no al proyecto de la minera Manhattan Minerals Corporation. Luego de casi 4 años de resistencia, el Estado peruano decidió cancelar el proyecto validando la consulta popular. El caso se convirtió en un ícono. A nivel local, Tambogrande sentó precedente en cuanto a las estrategias de movilización y el discurso que adoptarían otras comunidades en el Perú en contra de la minería. A nivel internacional, distintos grupos ambientalistas señalaron el caso como el triunfo del agro sobre las extractivas. El éxito del referéndum en Tambogrande fue tal que inspiró a muchas comunidades en Guatemala, Argentina, Canadá entre otras a tomar el mismo camino. Como señala MiningWatch Canada hasta el 2011, más de 70 referéndums tuvieron lugar y más de 700 000 personas votaron en contra de la minería en las Américas.

 

¿Qué pasa después de decirle no a la minería?

 

El no a la minería no es necesariamente un no feliz, sino que puede resultar en el destierro. 13 años después de la emblemática defensa de Tambogrande, el distrito registra indicadores de desarrollo inferiores a los del promedio regional en Piura (PNUD, 2013). Según el Ministerio de Salud, de cada 100 niños en Tambogrande un poco más de la mitad padecen de anemia. Pese a contar con uno de los valles más ricos de la región, el acceso al agua es aún limitado tanto en el casco urbano como en la zona rural, donde las poblaciones sólo tienen agua cada tres días. Además, Tambogrande es donde más casos de dengue se han registrado. Uno de ellos, irónicamente en Pedregal, una de las comunidades que más resistencia hizo a la minería. Por otro lado, si bien el agro sigue constituyendo la principal fuente de trabajo y el motor que impulsa la economía local, esta no siempre ofrece ingresos estables a los pequeños agricultores.

 

Las dificultades de Tambogrande no se explican por su ubicación ni por las características de su geografía. Estamos hablando de un distrito a sólo 30 minutos de la capital de la región y que constituye uno de los principales abastecedores de limón y mango. Desde que se fue Manhattan, las autoridades locales y regionales no han podido conseguir presupuesto para impulsar proyectos si quiera parecidos a los ofrecidos por Manhattan en su momento. El problema actual en Tambogrande no es más con una compañía ni con la minería en sí misma, sino con la posición que asume el estado con quienes eligen otro modelo de desarrollo distinto al extractivo. Aparte de las mineras, no hay un interés estatal para invertir en la zona. El aislamiento de Tambogrande tiene más que ver con el hecho de que no se encuentra ya en el radar de las zonas potenciales para explotación minera. Por lo tanto, deja de ser una prioridad.

De Soto y Tambogrande

 

Semanas atrás, Hernando de Soto utilizó el caso de Tambogrande para señalar que los conflictos mineros son en realidad de índole económica:

 

“Hay que saber qué es lo que realmente quiere la gente. Pues en muchos casos, como con la minera Manhattan en Piura, botaron a la mina -todo el mundo ha dicho por razones ecológicas- y ahora está lleno de mineros informales, que son ellos mismos. Lo cual quiere decir que no están contra la minería sino que quieren que la plata vaya también directamente a sus bolsillos ¿Por qué van a tener distintas ambiciones que el resto de nosotros?”

Mining Press

 

La investigación hizo una encuesta a más de 100 personas en el casco urbano y rural sobre la percepción de los tambograndinos respecto a la minería. En ellas se reafirmó la posición negativa frente a la minería a gran escala. Además, más del 50% de los encuestados señaló a la contaminación como su principal preocupación respecto a la minería artesanal.

 

Asimismo, cuando observamos los planos de unidades productivas mineras informales en Piura registrados por la Dirección Regional de Minas encontramos que en realidad muy pocas se encuentran en Tambogrande. El grueso de mineros artesanales están en Suyo, Sapillica, Lomas y Paimas, no en Tambogrande. La investigación no halló centros de acopio, amalgamación o procesamiento de mineral en la zona. Tampoco se encontraron ferreterías o casas de compra de oro como es común en localidades donde prolifera la minería informal.

 

Tambogrande permanece agrícola. El 76% de los encuestados piensa que el agro es la actividad que más oportunidades brinda en la zona. El nivel de dependencia en la agricultura y los encadenamientos que esta actividad genera parecen ser los mejores indicadores para explicar el no a la minería. Esto quiere decir que si bien puede haber una lógica económica para entender la posición de los tambograndinos, esta no es necesariamente la misma que De Soto tiene en mente. No podemos predecir o generalizar las repuestas de las poblaciones en el país sin antes reconocer la organización y los motores económicos locales.

 

 

Lo que sí ocurre

 

Un tema latente no obstante, es la proliferación de la minería artesanal en la costa norte. Esta no necesariamente tiene las mismas características que la del oriente peruano. No es una minería aluvial sino de vetas (franjas donde se encuentran los depósitos mineros). Por eso, el mineral se procesa y extrae de manera distinta. Veiga et al. (2015) por ejemplo, reconocen el uso del cianuro además del mercurio en Piura. Los mineros en la región no realizan el proceso de amalgamación (la unión con el mercurio), sino que tienden a venderlo a otros grupos con más experiencia en el rubro. Comúnmente, a gente de otras partes de la región que cada vez más migran a la sierra piurana. El circuito del oro asimismo, es más cerrado, no involucra a la capital de la región, pero sí se nutre y abastece del mercado ecuatoriano y limeño.

 

La investigación encontró además que una característica de esta actividad en Piura es que se presenta como la única opción para poblaciones de la sierra que se encuentran en zonas de climas frágiles y donde la agricultura no puede proveer durante todo el año. En estas zonas, la minería artesanal se convierte en un foco económico temporal. Genera circuitos que benefician directamente a las poblaciones locales y atrae también a mano de obra. Progresivamente está incrementando el número de jóvenes, incluso tambograndinos, que viajan a zonas mineras aledañas como Lomas en busca de un empleo temporal en minería.

 

Hasta ahora, el tema de la minería artesanal ha sido abordado como un problema ambiental o referido a la legalidad. Las características de la minería en Piura apuntan a decir que es importante además ubicar qué lugar ocupa la minería artesanal en las economías locales. Mientras menos opciones laborales y oportunidades de desarrollo existan en la zona, mayor será la probabilidad de que la minería artesanal se posicione a nivel local como una alternativa.

 

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