Ya no se la llevan tan fácil
Jona Castro
Reportero.Hoy, #intervenganAPDAYC es portada de la revista Semana Económica. Veamos lo que dice en el resumen:
En ese contexto, las normas que rigen a las SGC han sido malinterpretadas de manera sistemática, lo que ha conducido a abusos por parte de ellas contra los usuarios. En efecto, no existe ninguna obligación de las empresas de pagar a las SGC por la utilización de música que no está en los repertorios nacionales o extranjeros de éstas. Así, cuando una empresa decide utilizar en su totalidad canciones no incluidas en los repertorios de las SGC, no tendría que realizar ningún pago a estas asociaciones, explica Martín Moscoso, director de la dirección de derechos de autor del Indecopi.
Un punto clave es que no existe ninguna presunción legal a favor de las SGC -ni en las leyes peruanas, ni en los tratados internacionales suscritos por el Perú- en que se presuma que todos los autores están afiliados a una SGC o que éstas tengan en su repertorio todas las canciones.
No existe razón para que los hombrecitos de Apdayc vayan a cobrar a sitios en los que se escucha música no registrada. Lo peor es que ese dinero mal recaudado pasa al Dinero sin planilla y después Apdayc lo distribuye, principalmente, a los representados por la empresa de su esposa, como lo muestra Alejandra Puente de DíaD.
¿Escucharon todo lo que dijo Julio Andrade? Ni siquiera él sabía al momento de vincularse a E.T. Music que esa empresa le pertenecía a la esposa de Massé.
Hoy, además, Alfredo Bullard cuenta una historia bien bonita en su última columna «Ebrios de poder»:
En 1996 estos campamentos de verano recibieron una curiosa carta. La Ascap, una sociedad de gestión colectiva como la Apdayc peruana, les exigía pagar regalías para que los niños pudieran seguir cantando alrededor de las fogatas debido a que consideraban que los cantos eran una “ejecución pública” de canciones sujetas a derechos de autor. Argumentaban que estos campamentos ganaban plata gracias a los alegres cantos de los niños alrededor del fuego y, por tanto, se justificaba el cobro.
(…)
Por eso suena tan ridículo cobrarles a los niños en la fogata o a los huéspedes de un hotel. En estricto, no le están quitando nada a nadie.
Pero además de las discutibles bases de los derechos de autor y su ficticia equiparación con la propiedad, el cobro mediante estas sociedades es contrario a la libre competencia. Apdayc, como sus compinches en todos los países, es un vulgar cártel. No es una empresa sino una asociación de productores que se agrupan, increíblemente con el apoyo de la ley, para fijar tarifas, imponerlas y cobrarlas de manera colectiva.
#intervenganAPDAYC s05e06
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