Veinte años de Akira
Debe haber sido 1994 cuando llegó a mis manos un desgastado cassette de VHS con una copia en inglés sin subtítulos de Akira. No entendí casi nada, pero qué buena animación se veía detrás de todo el hongo y los pelitos. Unos meses después me llegó otro cassette en japonés con subtítulos en inglés. Entendí un poco más y qué buena animación seguía siendo. Tiempo después me llegó el doblaje en español («joder, Tetsuo, ¿es que no tienes cojones?»). La copia era fatal y, la verdad, no entendí mucho más.
Varios años después, poseedor de un orgulloso DVD made in Polvos y habiéndole gorreado el manga (en español y, pluag, a colores) por puchitos a medio mundo, cada vez que la veo sigo encontrándole más aristas y más genialidades. Hoy me enteré en el blog de Andrea Naranjo que se han cumplido 20 años del estreno del fabuloso film de Katsuhiro Otomo.
Sin Akira no existiría la cultura popular como la conocemos: significó la maduración de la animación japonesa; le abrió las puertas comercialmente al anime en el mundo occidental (y surgieron los otakus occidentales), y no hay obra posterior de (buena) animación que no sea su heredera. No importa la edad que tengas, no importa a qué te dediques. No haber visto Akira es imperdonable. Es cultura general básica. Corre a Polvos Azules y dispárate en el cerebro.
(arriba, el trailer original para su versión en inglés)