#VargasLlosa80: Ese país imposible llamado Canudos
Andrés Paredes
Relaciones Internacionales y otros conteos regresivosOriginada por un personaje mesiánico, fortificada por una masa de marginales y desposeídos, y vencedora sobre distintas expediciones enviadas para destruirla, la rebelión de Canudos amenazó a finales del siglo XIX con formar un ente separado en el norte de Brasil. Muchos de nosotros pasaríamos injustamente por alto lo que pasó en nuestro gigantesco vecino de no ser por “La Guerra del Fin del Mundo”, una de las novelas de Vargas Llosa donde el trabajo de investigación es tan potente como la destreza narrativa. De todas sus obras, por la escala, ritmo, historia y prosa es *imaginar voz de Vargas Llosa aquí* mi novela favorita.
Una de mis ideas recurrentes sobre ella es imaginar qué hubiera pasado cambiando el final que tanto la historia como Vargas Llosa nos cuentan. Pongan este soundtrack y los llevaré allá.
En 1893 Brasil había dejado de ser Imperio para convertirse en República Federativa. Solo cuatro años atrás un golpe de militares que buscaban fundar un estado laico y positivista depuso al popular pero cansado emperador Pedro II, quien tras 58 años de gobierno optó por no ofrecer resistencia. A pesar de la transición pacífica, quedaron numerosos simpatizantes de la monarquía en todos los ámbitos de una sociedad profundamente religiosa y suspicaz con el nuevo gobierno secular. En el fervoroso nordeste brasilero el descontento fue agudizado por una terrible sequía. Estas áridas tierras, conocidas como “sertones” vieron el ascenso de Antonio Conselheiro como figura mesiánica y milenarista, quien agrupó a miles de personas en un movimiento de reacción a la República.
Los seguidores del Conselheiro se asentaron en Canudos, una pequeña aldea en el estado de Bahía que se transformó en el hogar de miles de recién llegados, muchos de ellos delincuentes, tullidos, y parias de la sociedad. Con su fe y fuerzas construyeron una ciudad en la cual esperar la redención celestial prometida por el iluminado líder. En 1896, al rechazar a las autoridades estatales y la policía, el gobierno de Bahía recurrió al ejército para destruir este foco de desobediencia piadosa. La primera expedición, de 100 soldados, fue derrotada rápidamente. Una segunda expedición, con 250 efectivos, sucumbió víctima de las emboscadas. El gobierno de Brasil entonces decidió mandar un batallón completo dotado de artillería al mando de Moreira César, un héroe militar de la nueva República. Cuando a Río de Janeiro llegaron las noticias que el batallón completo había sido derrotado y que el propio Moreira había muerto por los de Canudos, la humillación se apoderó de los mandos republicanos.
No era la primera demostración de descontento en Brasil después de la revuelta republicana, pero el prestigio del nuevo sistema se puso en entredicho vital. Esto apuró una respuesta drástica para terminar el problema de Canudos. Con una determinación sanguinaria, no se enviaron uno sino veinte batallones a aplastar la ciudadela fortificada del Conselheiro. Por más que los fervorosos milenaristas hicieron el viaje imposible al imponente ejército brasileño, la gigantesca maquinaria bélica siguió rodando hasta hacer crujir la sangre y huesos de Canudos. La ciudad de 30 mil almas fue reducida a ruinas. La mayoría de sus habitantes fueron degollados como animales, en una masacre espeluznante.
En La Guerra del Fin del Mundo se narran fielmente las cuatro expediciones, la epopeya de Canudos y el terrible destino de muchos de sus personajes reales como, mi preferido de la novela, el León de Natuba. ¿Pudo tener un desenlace distinto? Es muy poco probable, pero podemos abrir la puerta de los contrafácticos y las ucronías para atisbar una línea de tiempo distinta, una donde la obra del Conselheiro se consolidaba y servía de punto de inicio para una divergencia en la historia.
Países imposibles
¿Era acaso imposible que un movimiento extremista religioso nacido en un desierto logre autonomía estatal? Salvando las enormes distancias geográficas y de crueldad, podemos ver muy cercano el ejemplo al Daesh o Estado Islámico en Medio Oriente. Podría bastar que la chispa encendida por el núcleo fanático de Canudos prendiera otras zonas descontentas de Bahía para que las consecuencias se hicieran inmanejables para la nueva república. Si las ideas de reacción a la república se esparcían más velozmente de lo que demoraba su respuesta militar, se hubiera producido un empantanamiento en las acciones en el nordeste de Brasil, lo que conduciría posteriormente a un estado autónomo de facto.
El Reino de Nor Brasil
A pesar que otras potencias extranjeras no estuvieron involucradas en la rebelión de Canudos, quizá si esta entidad lograba sostenerse en el tiempo, pudieran verse tentadas a meter sus manos. La posibilidad de un estado nuevo en Sudamérica bajo un protectorado del otro lado del Atlántico ahora nos suena muy descabellado, pero estábamos a las puertas el comienzo del siglo XX, donde la rivalidad de las potencias imperialistas de Europa hacía que se arrebaten los últimos rincones del mundo disponibles. Para darnos una idea, solo unos años después Francia y Alemania casi entran en guerra por ver quien tenía la espada más grande en Marruecos. Además se contaba con la facción monarquista que había sido depuesta en Brasil, quienes podrían ser bien recibidos por la población anti-republicana de esas enormes regiones. Con el apoyo extranjero, la cabeza de un sector monárquico preparado y la convicción casi fundamentalista de un gran sector de la población, podría haberse iniciado un estado nuevo.
El Tercer Imperio
En otro escenario, la recién formada República Federativa todavía se estaba consolidando, y la formación de un ente monárquico en el norte quizá fomentaría el final prematuro de este proyecto político. En este escenario no habrían dos estados en el Brasil de hoy, sino uno solo: pero en vez de una república probablemente tendríamos a una nueva versión del Imperio de Brasil, probablemente una monarquía constitucional similar a la de España. El Imperio probablemente no habría llegado al siglo XXI sin haber pasado por una serie de convulsiones y problemas similares a los de la actual República.
En ambas ucronías, el origen mesiánico de la divergencia histórica estaría apagado hace buen tiempo. La ciudad santa de Canudos probablemente sería una atracción turística y el foco de muchos peregrinajes, sede de una versión muy brasileña del cristianismo, pero quizá no más. El realismo político se habría impuesto sobre los delirantes deseos iniciales para decepción de las almas más fervorosas, quienes serían olvidados por los nuevos poderes monárquicos después de haber servido a su causa.
Una novela es una puerta a muchos lugares: aquellos que construye el autor y los que sobre ella construimos sus lectores. Estos multiversos se abren en distintas épocas a través de la pluma, la máquina de escribir o el teclado. El paquete turístico a todos esos parajes incluye esta fugaz visita a la Canudos que nunca fue.