libertades , noticias , politica , sociedad miércoles, 10 julio 2019

Vamos a hacer lo que esta campaña clasista no pudo: explicarte por qué necesitamos una nueva Ley del Libro

¿Te has topado con estos carteles por Lima?

Aquí vemos en acción las tres 'C' de la publicidad peruana: creativa, clasista y confusa. Fotos: Captura

Aquí vemos en acción las tres ‘C’ de la publicidad peruana: c, clasista y confusa. Fotos: Captura

Sí, es una campaña publicitaria (de arranque les podemos confirmar que la Asociación Contra las Exoneraciones Tributarias no existe) tan rara, clasista y original que seguro gana un Effie o algo.

Este útero se comunicó con Editoriales Independientes del Perú (EIP), quienes compartieron la imagen esta campaña. EIP precisó que ellos no están detrás de la campaña y nos compartieron su pronunciamiento.

Pero estamos claros en por qué la campaña es mala, ¿no?

Lo que te dicen es que si escribes mal —es decir, con errores ortográficos— no solo eres ignorante, también eres una mala persona. Si apoyas la exoneración de impuestos a los libros eres chévere y si apollas los impuestos eres facho.

Y no solo es clasista (leer no te hace mejor persona), también inventa un enemigo que no existe. ¿O acaso hay un movimiento anti-libro instaurada en la ciudadanía? En todo caso tendríamos que hacerle el pare al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), donde —by the way— trabaja gente que hasta posgrado tiene.

Entonces solo queda hacer lo que la campaña no pudo hacer…

Hablemos sobre la Ley del Libro

Vamos a resumir esto al toque: la Ley de Democratización del Libro y de Fomento de la Lectura (Ley 28086) existe desde el 2003, fue parchada en el 2015 y hace poco —en setiembre de 2018— fue prorrogada para mantener estos 3 beneficios tributarios:

  • Exoneración del IGV a la importación y venta de libros y productos editoriales,
  • Crédito tributario por reinversión a las empresas vinculadas con la industria editorial y
  • Reintegro tributario a las editoriales de libros (equivalente al IGV) por sus adquisiciones de bienes de capital, materia prima, insumos y demás.

Estas medidas tienen una finalidad: promover el acceso al libro, promover la lectura y también dinamizar el sector editorial peruano.

Pero la prórroga fue por un año, con la amenaza condición de que se evaluaría el real impacto de los beneficios tributarios en el crecimiento y desarrollo de la industria editorial y la venta de libros en el país. O sea, en un año quieren analizar lo que no analizaron en casi 16.

Cómo medir resultados

El MEF, que es el más interesado en bajarse la Ley del Libro, argumenta que no existe estadística certera sobre cuál ha sido el impacto de la exoneración. Bajo es lógica: si la medida no tiene efecto, mejor cobro el impuesto.

Es cierto que no existen indicadores directos. De hecho, la última Encuesta Nacional de Lectura es del 2004 (lo que revela que tampoco tuvieron mucho interés en medirlo).

Sin embargo, hay otras maneras de medir el impacto. Por ejemplo, sabemos que cada año aumenta la publicación de nuevos títulos en nuestro país:

Foto: Captura/CPL

Foto: Captura/CPL

Además, de acuerdo con información de la Biblioteca Nacional y la Cámara Peruana de Libro (a la que tuvimos acceso), se ha logrado cierta descentralización de la producción intelectual y editorial en distintas regiones del Perú.

También se ha triplicado el número de editoriales, aunque el 90% de ellas son micro y pequeñas empresas. Esto ha generado más de 40,000 empleos por la actividad editorial.

Eso es lo bueno.

Ahora vamos con lo malo

Porque claro, nada en esta vida es perfecto.

El reglamento de la Ley 28086 dice que solo accede al Reintegro Tributario del IGV un gasto superior a S/6,800. Sin embargo, el tiraje promedio de una pequeña o microempresa (el 90% de la industria editorial peruana) cuesta entre S/3,000 y S/5,000.

Eso significa que una gran cantidad de empresas no pueden acceder al beneficio. Ahora miren cuáles son las que más se beneficiaron con el Reintegro Tributario:

"Los demás" incluye a las pequeñas y medianas empresas. Todas juntas se beneficiaron menos que Santillana. Foto vía Wayka.

«Los demás» incluye a las pequeñas y medianas empresas. Todas juntas se beneficiaron menos que Santillana. Foto vía Wayka

Son las editoriales dedicadas a la producción de libros escolares las que más han ganado.

Pero eso no es lo peor. Esta nota de Wayka revela un informe del MEF donde se señala que la exoneración no impactó en los precios de venta de estos libros.

De hecho, las editoriales alcanzaron un 600% más de ganancia. ¿Cómo? Por ejemplo, a Santillana —que encabeza la lista que arriba ven— le cuesta menos de S/10 imprimir un libro (el 90% de los gastos por producción). Y si bien su «precio sugerido» es de S/40, el Observatorio Nacional de Textos Escolares (OBNATE) advirtió que se vende a S/77. 

Y esa es la gente que se está beneficiando con esto.

¿Y ahora?

Seamos claros: eliminar el beneficio tributario no es la solución. Lo ideal sería ajustar sus márgenes y que beneficie a quienes realmente lo necesitan: ese 90% que hace patria vendiendo libros en el Perú con su pequeña y mediana empresa.

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No necesitamos otro año más de ampliación (que es el debate que tendrá el Congreso en octubre de este año). Necesitamos una nueva Ley del Libro.

Y también una red de bibliotecas públicas.

Y seguir descentralizando la producción editorial.

Y también cerrar el Congreso (para que podamos hacer algo, pues).

Diego Pereira

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