Un adolescente interrumpe un evento escolar y balea a 10 chicos… ¿en EE.UU.? No, en Piura
Dánae Rivadeneyra
Periodista con placas en trámiteSi fuéramos Estados Unidos, esta noticia hace rato habría dado la vuelta al mundo. De alguna manera se espera que solo en ese país pasen este tipo de cosas, pero no. Esta vez, sucedió en Chulucanas, en Piura. El domingo 2 de noviembre, un chico de 17 años compró una escopeta y sin más le disparó un grupo de estudiantes de quinto de secundaria que realizaban un evento pro viaje de promoción . No mató a ninguno, pero 10 de ellos resultaron heridos. Lo curioso, sorprendente, escalofriante es que, repetimos, esto pasó el domingo, pero las noticias sobre el hecho recién empezaron a circular dos días después. Ni siquiera en los noticieros donde siempre abunda la sangre, le dieron pantalla a este terrible hecho.
Los motivos del ataque
La identidad del adolescente se mantiene en reserva porque se trata de un menor de edad, pero en su declaración frente al Fiscal, ha dado indicios del móvil del ataque. Rafo León lo cuenta bien clarito
La historia es más que desgarradora. El muchacho tuvo que dejar el colegio, pero no porque lo botaran por fumón o malportado, no. Lo fue porque sus padres vivían en la más absoluta miseria, y él se fue a Jaén a trabajar como golondrino en el agro. Luego volvió a Piura. Su promoción se graduaba. Estaban los chicos en plenos preparativos para la fiesta y en ese momento, como ya se dijo, se saludaba a un compañero muerto ante su tumba. Reventando de rabia, impotencia, frustración y tristeza, fue al cementerio al momento de la ceremonia, e hizo lo que hizo.
Esto fue lo que se consignó en su declaración frente a la Fiscalía:
–¿De dónde sacaste la escopeta?– le preguntó el fiscal.
–La compré con mis ahorros. Me costó 50 soles en el mercado negro cajamarquino– respondió el muchacho.
Perdigones y no balas
Los heridos han sido varios, pero felizmente se trata de heridos y no de asesinados. Ellos han contado cómo es que escucharon los disparos y cómo fueron cayendo por los disparos de la escopeta calibre 16 que usualmente es utilizada para la caza de animales y por ello funciona con perdigones y no con balas.
«Ya habíamos vendido casi todo cuando, de pronto, empezaron a escucharse los disparos…», contó Ángela García Campos, una de las madres de familia que resultó herida y tuvo que ser evacuada con urgencia a la posta médica local.
Ofelia Cruz Jibaja (38), otra de las afectadas, fue más enfática: «Yo corrí, caí dos veces al suelo, me repuse y busqué refugio. Cuando me di cuenta, tenía una pierna ensangrentada
De haber sido balas, no hablaríamos de 10 heridos sino de una masacre como la de Columbine, en 1999, donde dos estudiantes asesinaron a 12 personas en esa escuela y luego se suicidaron. Si nunca habían escuchado de Columbine, tienen que ver el documental de Michael Moore «Bowling Columbine», o si no, pueden ver Elephant una tremenda película que también cuenta cómo se sucedieron los hechos aquellos días.
¿Qué está pasando con nosotros?
Algo que debería preocuparnos como sociedad es que no nos hayamos enterado ni dado cabida a este hecho antes. Tal vez sea producto del centralismo extremo que no resalta estos hechos porque sucedieron en Huancabamba un lugar de Piura que no es Máncora. Algo que también nos muestra este hecho es cómo los medios de comunicación deciden qué temas son importantes y cuáles no (agenda-setting le decían en las clases de la universidad). Mientras que ayer la noticia fue que EEG tendría una versión teens y una telenovela, este hecho pasó casi casi desapercibido a pesar de haber sucedido el domingo.
Esto también nos dice mucho de a dónde puede escalar la violencia en nuestro país. Como dice Rafo León
La secuencia es horrenda y muestra la cadena que se está estableciendo en el Perú entre pobreza y violencia. Una cadena completamente distinta de la que planteaban los partidos como Sendero Luminoso o el MRTA. Acá lo que hay es la urgencia de dar respuestas inmediatas a las necesidades más elementales, transgredir procesos consagrados por la ley como la obligación de estudiar, trabajar en condiciones de absoluta informalidad, que un menor compre un arma de fuego como si nada y luego, el desfogue. Eso, tan terrible, en el Perú de hoy ya lo puede hacer cualquiera.