Sobre el SIN Chicha
El primero en mencionarlo públicamente fue Mirko Lauer, en una de esas columnas insondables que tiene de vez en cuando. Luego, Martín Tanaka centró el tema. Hoy, ante la denuncia-chantaje que le hace La Razón, Carlos Bruce ha dicho claramente que es víctima de un «SIN chicha» dedicado a desprestigiar opositores.
Este SIN Chicha actuaría a través de cierta prensa y, según otras versiones, está detras del festival de denuncias del último mes.
A ver, a ver, que se nos está mezclando todo. Tratemos de ordenarnos. Aquí, algunos rumores, deducciones e ideas sueltas sobre este asunto.
Lo primero que deberíamos tener en cuenta es que dentro del Gobierno existen distintas facciones. La de Giampietri, la de Garrido Lecca-Arana-Mantilla, la de Del Castillo, la de Alva Castro, etc… la verdad, es complicado distinguirlas a veces. Todas pelean entre sí, por poder y también por ganar los favores del Rey Alan II, quien también tiene sus operadores directos (y parece soberanamente halagado por estas fricciones).
La dificultad en distinguirlas quizás radica en que, siguiendo un poco a Tanaka, muchas veces estas facciones tienen coincidencia de intereses.
Ahora bien, ¿el SIN Chicha a quién obedece? Deduciendo un poco a Lauer y teniendo en cuenta los objetivos recurrentes de los ataques de esta organización, Perú.21 ha planteado como posibilidad que el men aquí sea Giampietri. El diario se lo preguntó y él lo ha negado, pero la hipótesis tiene todo el sentido del mundo. Es sabido, además, que los hombres del Almirante Frontón fueron excluidos de la reorganización del CNI. La Comisión de Inteligencia del Congreso habría sido creada casi como premio consuelo para él.
Sin embargo, también se ha considerado la hipótesis de que la reaparición de Mantilla obedezca a la necesidad de ofrecer un contrapeso al poder de quien esté manejando el SIN Chicha. Así que, en la medida que Bruce ha sido atacado por fustigar a los mantillistas, es posible que el «SIN Chicha» (necesitamos rebautizar a esta organización) no esté detrás de ese ataque. Aunque quizás sí lo estuvo y lo que sucedió fue que, de nuevo, esta vez sus intereses coincidieron.
Otro jugador a tener en cuenta es Luis Nava, el ultraempoderado Secretario General del Despacho Presidencial, el hombre más cercano a García. Según Velásquez Quesquén, Nava tuvo en su poder las fotos de la pachanga paulista antes de su publicación en Caretas. Que un congresista aprista se enfrente públicamente con el secretario de Alan es suficiente síntoma de que la cosa no anda muy bien.
Qué lío.
(Ahora, lo que me parece una hipótesis deleznable es argüir que las denuncias periodísticas de las últimas semanas obedezcan a todos estos líos internos. Los escandaletes y chantajes a opositores sí, por supuesto. Pero la mayoría de denuncias sólidas, simplemente, han surgido porque estos siete meses en el poder ya empezaron a rendir sus fruto$.
Si la prensa empieza fiscalizar es evidente que los fiscalizados van a querer bajarle la llanta. Lamentablemente para ellos, la prensa -la de verdad, que sí hay- tendrá que seguir hurgando en este inmensa procesión por dentro que amenaza con transformarse en un burdel por fuera.)