Si solo vas a leer una cosa hoy asegúrate que sea este artículo de Wilfredo Ardito sobre el racismo
Diego Pereira
I'm back, bitches » @algunpereira » diego@utero.peAyer sucedió que una mujer quiso colarse en la fila del Metropolitano y -al ser impedida por un policía- terminó llamándolo «serrano». Así informa El Comercio:
Daniel Visurraga informó por WhatsApp que la joven salió de la cola e intentó abordar el bus de forma intempestiva, pero un policía que dirigía el paso de los vehículos la detuvo para pedirle amablemente que regrese a su sitio.
«El policía en todo momento le pide amablemente que retorne a la fila, pero la joven de forma prepotente exigía que le permita el pase. Finalmente y ante la insistencia del oficial retornó, pero lo llamó «serrano»«, contó Visurraga por WhatsApp.
Los detalles varían pero la historia es la misma. Una vez más el racismo diario se cuela en las redes sociales y se convierte en una noticia que indigna. Justo este artículo de Wilfredo Ardito publicado en el diario Punto.Edu de la PUCP se pregunta «¿Por qué “serrano” es un insulto en el Perú?»
La pregunta es válida, sobre todo teniendo en cuenta que en la región, somos el único país que usa la palabra como un insulto y no como uno que simplemente tiene una connotación geográfica. Acá ‘serrano’ es pobre y atrasado, como señala Ardito:
Por eso, no fue tan raro que lo empleara una chica que quiere colarse en el Metropolitano, frente a un policía que se lo impedía. La misma expresión usó hace unos años la actriz Andrea Montenegro, cuando fue detenida por dos policías, luego de chocar, manejando ebria. En Miraflores, cada vez que los serenos intervienen frente a una evidente infracción (estacionarse en un lugar prohibido, tener la música a alto volumen, pasear al perro sin cadena), se arriesgan a sufrir insultos racistas por parte de los responsables. Para aquellos peruanos que consideran que abusar de los demás es algo normal, reaccionar de manera racista es un mecanismo para imponerse sobre el otro, así sea este una autoridad.
El término “serrano” ha llegado a ser tan interiorizado como insulto que mucha gente de la sierra lo usa para discriminar a quien tiene rasgos, vestimenta o apellido andino. Es triste comprobar que el racismo es una ideología victoriosa, porque es ejercido por las propias víctimas. Con frecuencia, al dar una charla en Huancayo, Cusco o Arequipa, coloco un cartel que dice “Bienvenidos serranos” y los participantes reaccionan ofendidos, como si estuvieran siendo insultados.
La interiorización es tan fuerte que, cuando una persona de rasgos andinos lanza una frase racista, otros comentan “¿Y tú acaso eres blanco?”, como si las personas blancas tuvieran derecho a discriminar o fuera natural la discriminación.