¿Resucitó el Anticristo?
Como el niño bueno que soy, los fines de semana regreso al hogar paterno para almorzar con la familia. Ayer, una ingenua pregunta mía provocó un feo flashback: todo el almuerzo los viejos quejándose de cómo han subido el aceite, el arroz, el pollo, todo, pues, una bestialidad, y para concha sale Alan en la televisión a decir tonterías, mejor que se calle la boca.
O sea, igualito que hace 20 años. Me acordé de Heduardo: faltaba mi leche Enci.
La inflación no es un tema nuevo en este blog (ver ¿Por qué están subiendo los precios?, de inicios de febrero). Tampoco voy a decir nada nuevo si, otra vez, declaro mi desconcierto absoluto ante el tema.
Como varios de ustedes, supongo.
Y como varios en el Gobierno, empezando por la ministra de Justicia, Charo Fernández (que, el lunes pasado, abrió una semana terrible para el régimen con una lamentabilísima presentación en La Ventana; tanto que Carranza tuvo que desmentirla anoche: su asesor Jaime Chincha debería putearla, o viceversa) y, claro, terminando en el más estresado por todo esto: Alan Damián.
Más allá de las posibles causas (dos consensos distintos: o la inflación viene de fuera o es producto del BCR -un órgano en teoría autónomo- tratando de salvar el dólar; ninguna alternativa parece entera responsabilidad del Gobierno) lo que ha sido un desastre absoluto es la reacción del Alanismo (tarea: imprimir, leer y subrayar esta columna de Rosa María Palacios).
Y ése es el quid del asunto: la reacción del gobierno.
Ayer, Hugo Santa María, de Apoyo, tuvo una frase feliz: «García también sigue traumado por la inflación«. Sinceramente, el espectáculo de esta semana fue terreno fértil para Jorge Bruce: ya debe estar preparando la columna que explica los mecanismos internos que provocaron en el gobierno las mismas reacciones fallidas de hace veinte años.
Lo más sensato y equilibrado que he leido hasta ahora es este editorial del Mercioco:
El aumento del precio de los alimentos en los últimos meses ha confirmado que en política y también en economía más vale explicar los problemas que pretender ocultarlos. De lo contrario, como ha sucedido en este caso, solo se contribuye a que los rumores crezcan y deriven en injustificadas expectativas de inflación.
Una campaña informativa gubernamental que explique a la población los factores internos y externos que generan el alza de precios será siempre más útil y disuasiva que los discursos y declaraciones de voceros del régimen que a veces se pierden en la improvisación y el nerviosismo. Y en lugar de llevar tranquilidad y claridad a la gente sobre lo que sucede, lo que consiguen es resucitar viejos fantasmas controlistas e hiperinflacionistas; temas sensibles en un país como el nuestro, estando el Apra en el gobierno.
El caso del Apra se parece al del asesino que, apenas cumple su condena y sale de prisión, encuentra un cadáver fresco, se pone nervioso y recoge el arma justo cuando llega la policía. Puede -puede- que no sea su culpa, pero qué tal huevón.
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PS: Vale la pena leer, también en El Comercio, un artículo de Dioniosio Romero jr (dueño de, entre otros imperios, Alicorp) sobre el mismo tema.