¿Qué pasó ayer? Parte IV: esto es lo que aún no sabes sobre las aventuras de Toledo en California
Diego Pereira
I'm back, bitches » @algunpereira » diego@utero.pe¿Qué pasó ayer?
Esa es la pregunta que quizás también se está haciendo el expresidente Alejandro Toledo, quien fue detenido por la Policía del Condado de San Mateo (San Francisco, California, los Yunaites) y pasó la noche en la carceleta hasta que se le pasó la borrachera.
La historia empieza así
Interior, noche. Domingo 17 de marzo, 2019. Es el Día de San Patricio, festividad nacional irlandesa en la que corre bastante alcohol. De hecho, si algo ha dejado claro la cultura popular gringa es que estar ebrio ese día es una obligación. ¿Y dónde está Alejandro Toledo? Aquí:
El Dutch Goose —ubicada en Alameda de las Pulgas 3567, Menlo Park, donde Toledo estaba pasando la velada— es el típico sports bar gringo: venden hamburguesas (y otros tipos de comida para bajonear) y cervezas. Tienen juegos de arcade, una mesa de billar y hasta ocho televisores puestos en canales deportivos.
Señor, váyase por favor
Aún no tenemos los detalles sobre cómo fue que todo esto ocurrió, pero lo que la detective Rosemerry Blankswade (oficial de Información Pública de la Oficina del Sheriff del Condado de San Mateo) nos precisó —sí, le escribimos— es esto:
El señor Toledo estaba causando disturbios en el restaurante y cuando los trabajadores le pidieron que se marche él se rehusó, por lo que llamaron a la Policía.
O sea, Alejandro se puso faltoso, le pidieron que se vaya, dijo que no se iba y llamaron a los tombos. Cuando los alguaciles llegaron alrededor de las 10:30 de la noche, «confirmaron que el señor Toledo Manrique estaba ebrio» y lo llevaron hasta la Maguire Correctional Facility en base al artículo 657 (f) del Código Penal de California que sanciona la «intoxicación pública».
Por supuesto, no basta «estar ebrio» para ser detenido. Para violar la norma (la intoxicación pública es considerada una falta, no un delito) la persona tiene que «ser incapaz de cuidarse a sí mismo o a los demás» o «interferir, obstruir o prevenir que otros usen espacios públicos».
A la mañana siguiente…
Toledo pasó la noche encerrado. Cuando despertó, el ministerio de Relaciones Exteriores del Perú —además de la Interpol— ya se habían comunicado con los policías que lo tenían detenido. La Policía gringa se enteró de que el que estaba encerrado ahí con ellos era un expresidente acusado de llevarse millones de dólares en coimas. Sin embargo, estos cargos no fueron suficientes para mantenerlo arrestado.
Toledo fue puesto en libertad, con la resaca de todo lo vivido empozada en el alma, a las 9 de la mañana del lunes 18 de marzo, 2019. Pero su historia todavía no acababa. Un par de horas más tarde —alertado por la noticia de su detención— su abogado lo llamó y luego confirmó a Canal N que había hablado con el expresidente y este le había dicho «que no ha pasado nada».
A los minutos, Toledo fue contactado por RPP Noticias. Por teléfono, aseguró también que todo estaba bien y que estaba en su casa «escribiendo un libro». Hoy todo el Perú sabe que mintió, pero eso ya no es noticia.