¿Qué hacemos con Humala?
«Vamos a constituirnos en el principal bloque de oposición, no para pelear contra el señor Alan García sino para defender los intereses de Perú y fiscalizar al gobierno, para que cumpla lo que ha prometido» dijo ayer Ollanta Humala en conferencia con la prensa extranjera. Suena normal y hasta predecible. Sin embargo, inmediatamente, el comandante agregó:
«Si (la oposición) es en el Congreso o en las calles, eso lo debe determinar la realidad política».
Ouch.
Esta y otras declaraciones confrontacionales de ayer, han llevado a los medios a titular que Humala está en pie de guerra contra García. En realidad, hay interpretaciones y vaticinios para todos los gustos:
Manuel Torrado, de Datum, cree que Humala «vuelve a ser el candidato de la primera vuelta. Presentarse como el candidato antisistema le dio muy buenos resultados en ese entonces y ahora quiere conquistar la mayor cantidad de presidencias regionales y por eso vuelve a su discurso primigenio».
El empresario Pablo Bustamante hizo una invocación: «Los peruanos tenemos que pararnos en seco al primer intento para no permitir que se destruya al país». Y recomendó que el nuevo régimen aplique «la ley marcial», para evitar que se produzcan situaciones de enfrentamiento que pongan al Perú al borde del abismo.
Pero la opinión más interesante es la del analista Carlos Reyna, quien plantea algo así como una tregua para Humala:
«El principal peligro que tenemos es no abrir un espacio para que el voto que ha ido hacia Humala se exprese dentro del sistema político, así lo lidere Humala, porque la consecuencia de ese peligro es que esa movilización comience a darse por fuera del sistema político. El segundo peligro es que cualquier movilización social, popular, sea atribuida a Humala, como si tuviera un poder de movilización enorme, y se satanice cualquier movilización social.»
Habrá que ver si el comandante pasa del dicho al hecho. Igual que en el caso de Alan, una tregua para Humala está bien, siempre y cuando él nos dé una tregua a nosotros.