PIPIPIPI: recuerda a quienes juraban que el gobierno y la Fiscalía blindaban a Toledo
Andy Livise
Pienso, luego me achoro. @ElcholacoToledo debe estar más triste que tú cuando se acaba el trago en plena madrugada y con todas las tiendas cerradas. La justicia yanqui lo arrestó esta semana como parte del proceso de extradición que inició la justicia peruana para traerlo a rendir cuentas por la coimaza que habría recibido de Odebrecht, a punta de ‘carajos’, por dos tramos de la carretera Interoceánica.
Tres cosas que aclarar antes se continuar:
- No es que la extradición haya sido aprobada por Estados Unidos. Recién se encuentra en la etapa inicial, la justicia gringa recién decidirá si la acepta o no. El pleito judicial puede durar entre uno a dos años.
- Como está en una etapa inicial, este viernes un juez de EE.UU. decidirá si Toledo sigue el proceso de extradición en prisión o en libertad. Hasta ese día, estará detenido.
- Por si acaso, este es un proceso entre Estados. Es decir, no solo participan fiscales y jueces (que son los que prepararon y aprobaron los cuadernillos de extradición), sino también los poderes ejecutivos de ambos países.
Como el principal actor es el Ejecutivo, que es el que finalmente coordina con el Ejecutivo gringo, más de uno aprovechó para presionar al gobierno de Vizcarra por la extradición. En realidad es lo que hubiera hecho cualquier persona con dos dedos de frente. El punto es que mucho fujiaprista se atrevió a asegurar que Vizcarra y la Fiscalía lo encubrían.
El caso más sui generis fue el de la excandidata fujimorista, Madeleine Osterling, que ni siquiera se quedó contenta con este arresto y casi casi aseguró que era una cortina de humo de Vizcarra.
Por supuesto también hubo quienes afirmaron que PPK buscaba blindar a Toledo, pero como recuerda el padrino de Curwen Marco Sifuentes, su consejo de ministros aprobó la extradición el último día de gobierno, justo el mismo día que PPK renunció, el 21 de marzo del 2018.
Ahora se encuentran más confundidos que cuando se pusieron los polos de Carhuancho: no saben si celebrar el arresto (porque se les caería la treta de la ‘persecución política’) o si cuestionarlo (porque sería básicamente defender a su enemigo público). Se trata, sin duda, de uno de los pocos placeres que, de vez en cuando, nos regala la coyuntura política peruana. ¡Salud!