Otra vez el ministro Urresti se equivoca. Y otra vez desmentimos sus teorías sobre el sicariato
Giovanna Castañeda
Periodista.Hace unos meses nos preguntamos si el ministro Urresti estaba loco o solo mentía sobre sus estadísticas. Bueno, lo que ha pasado ayer nos confirma que algo anda mal con el ministro: Urresti ha dicho que el sicariato solo debe preocupar a los delincuentes. ¿¿QUÉ??
Sí, textual:
«El 80% de lo que agobia a la gente es la delincuencia común(…) en un 90% las víctimas del sicariato son delincuentes. ¿Entonces, a quién debe preocuparle el sicariato tremendamente con esa estadística? Pues a los delincuentes, al poblador común no le preocupa mucho.
Como sabrán no confiamos mucho en sus estadísticas. Recordarán el asunto de las toneladas de droga y los millones de pies de madera decomisados. Según el ministro, los ciudadanos nos debemos preocupar por los «cogoteros», los «bujieros», «los marcas», los pandilleros y no tanto por los sicarios a sueldo. Ahora aclararemos y desmentiremos oootra vez lo dicho por Urresti. Ahí va.
1. Ministro, los sicarios no solo matan a sicarios
Si bien es cierto que el señor que fue asesinado en el Rincón Gaucho no era un angelito, hoy La República revela que era un prontuariado delincuente con antecedentes por asaltos a mano armada, robo agravado y homicidio; pero él no ha sido el único asesinado a manos de sicarios.
Solo en cuatro días, hubo tres asesinatos, incluido este de Barranco. El viernes, a las 10 de la mañana y con pleno sol, mataron a Manuel Saucedo Vergara, delante de toda la gente en Ventanilla. La víctima pertenecía al gremio de construcción civil, no era un sicario.
Ayer, lunes, en el mismo distrito, también asesinaron a otro hombre. Tras recibir constantes amenazas, lo mataron de 15 balazos. No era delincuente, sino un ciudadano que había denunciado una serie de hechos. Es decir, todo fue una venganza.
Fernando Rospigliosi, Voldemort según Urresti, nos da dos ejemplos más que terminan con la «hipótesis»:
Como ha señalado Rosa María Palacios en su columna titulada «Sicarios SAC» publicada en Exitosa, «solo falta que el ministro deslice que estos asesinos a sueldo están prestando un servicio a la sociedad». O, como dice hoy Enrique Pasquel en El Comercio, solo nos falta que Urresti haga vivas a los sicarios y decir que nos ayudan a exterminar criminales:
El sicariato, según quien lidera la seguridad ciudadana en este país, es problema de los criminales, no de los ciudadanos honrados. Para Urresti, sin embargo, esta no es una preocupación ciudadana ni estatal.
El dueño del Rincón Gaucho tampoco era un delincuente y le cayó una bala. Se acabó la «hipótesis»
2. No basta con atrapar «paqueteros» y «cogoteros»
Después del asesinato de Barranco, la Policía capturó en tiempo récord a dos personas sospechosas del crímen en un operativo llamado «Cerco». Bien por el ministro y la Policía. Pero tampoco tanto, ministro. Queremos creer en su lucha contra la inseguridad y usted nos sale con esto del sicariato.
Además, a esto se suma que las estadísticas de Urresti son de capturas de «paqueteros», «pirañitas» y «cogoteros», que si bien son peligrosos, no son el problema principal. De hecho, la mayoría de ellos sale al día siguiente y la vida continúa.
Lo peor de todo, como dice Iván Slocovich en Correo, es que en lo dicho por el ministro Urresti esté la explicación del porqué desde hace varios meses la Policía parece estar dedicada a presentar a delincuentes y no grandes criminales.
«En lugar de ir detrás de los sicarios que, si no lo sabe el alto funcionario, son contratados por grandes criminales, como los traficantes de drogas o aquellos vinculados a las mafias de construcción civil, para sus «ajustes de cuentas». (…) ¿Nos quiere decir acaso que hay que esperar que los delincuentes se maten solos y que mientras tanto la Policía seguirá detrás de los «cogoteros» y «paqueteros»?»
Lo que menos queremos es que esto se convierta en Medellín de Escobar, eh.
3. Los sicarios caminan por todas partes
Cuando el ministro Urresti dice que los que se deben preocupar por el sicariato son los delincuentes, olvida que tanto los asesinos a sueldo como los otros se mueven por los mismos lugares que todos los ciudadanos. No existe un lugar exclusivo para delincuentes y el ejemplo del Rincón Gaucho no puede ser más claro: ya ningún lugar es seguro, y que lo diga el dueño del restaurante.
Hoy Mirko Lauer en su columna publicada en La República, señala que todo lo que está ocurriendo nos demuestra que:
- Los restaurantes son blanco de estos robos y asesinatos, sobre todo los caros;
- Lo que ha pasado en Barranco ha cruzado la línea y nos muestra que la inseguridad es un asunto «cuerpo a cuerpo»; y
- Que todo lo que vemos en las primeras planes son elementos que por un momento le dan a Lima una «atmósfera de Chicago en los años 20-30, presa de los gánsteres».
Muy cierto. Lo que ocurrió en el Rincón Gaucho fue a las 2:45pm cuando estaba lleno de gente. Lo que ha declarado Urresti “es la mera negación de la realidad”, dijo el psiconalista Jorge Bruce. No encontramos mejor descripción tras escuchar a nuestro ministro.
A todo esto, ¿qué dijo Humala? Que el sicariato es un fenómeno de la globalización:
“Vamos a hablar sobre el tema del sicariato: la posición del gobierno es que tenemos que luchar, enfrentar a esta práctica criminal que viene ya de décadas atrás producto de un fenómeno de globalización, de un fenómeno de diversas explicaciones”
Según Humala, «no somos el primer país afectado» por estos criminales a sueldo, ¿se supone que eso nos tranquilice? Hmm ya, mejor que no ayude al Ministro, calladito lo ayuda más. Lo que es innegable es que la situación de inseguridad del Perú está bordeando límites antes impensados. Mientras tanto, nosotros estaremos atentos a la interpelación al ministro Urresti el jueves 23.