corrupción , noticias , politica , sociedad miércoles, 15 febrero 2017

No es la primera vez que encubren a los peces gordos en un caso de corrupción de un gobierno de Alan García

El periodista Miguel Ramírez acaba de recordarnos, en su columna en el Trome, un caso de corrupción que se dio (aunque ustedes no lo crean) en el primer gobierno de Alan García. Nos lo trajo a la memoria porque, en aquella ocasión, los peces chicos decidieron callar para encubrir al tiburón que estaba detrás de aquel festín.

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Foto vía: Caretas

Se trata del caso BCCI, en el que cayeron Leonel Figueroa y Héctor Neyra, presidente y gerente general del Banco Central de Reserva (BCR) durante el primer gobierno de García. Sí, el mismo que denunciaron Lourdes Flores, Fernando Olivera y Pedro Cateriano en Estados Unidos:

El periodista resume el caso en su columna de Trome:

«Corría el año 1991 cuando el fiscal de Manhattan, Robert Morgenthau, reveló que ambos habían recibido sobornos por US$3 millones, por depositar en 1986 parte de nuestras reservas en el Banco Internacional de Crédito y Comercio (BCCI).

»El magistrado estadounidense descubrió que el BCCI, uno de los bancos más importantes del mundo, estaba involucrado en lavado de dinero, narcotráfico y financiaba el terrorismo internacional».

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Los funcionarios depositaron US$270 millones de nuestro dinero al BCCI y recibieron su coima de 3 milloncitos. ¿Y adivinen quién sabía de esta operación fraudulenta? En palabras de Ramírez:

1. El impecable fiscal Morgenthau dijo que tenía conocimiento de que Alan García fue consultado por ambos funcionarios para colocar el dinero en el BCCI.

2. La entonces fiscal de la Nación, Nelly Calderón, el vocal supremo Hugo Sivina y una comisión del Congreso confirmaron que, en efecto, Alan García había autorizado ese desembolso, aunque él siempre lo negó.

3. Entre otras pruebas, apareció un fax que Figueroa le dirigió a Neyra en los días claves del depósito:

“Para tu conversación con Amer (un alto funcionario del BCCI)”.

Al costado estaba su firma con una anotación de su puño y letra que decía:

“Dile que el presidente ya está de acuerdo con lo conversado”.

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Gustavo Gorriti denunciándolo desde 1991. Imagen: El País

Ramírez ha traído a cuenta este caso porque el final es muy similar al que parece que tendrá el de los detenidos por las coimas de Odebrecht para la línea 1 del Metro de Lima:

«Figueroa y Neyra fueron detenidos y encarcelados, pero jamás confesaron para quién era el millonario soborno. Luego salieron de prisión y ya nadie supo de ellos».

Alan García se sentía limpiecito de ese proceso.

Pero no es la única vez que alguien se quedó callado cuando de plata se trata en el Apra. Miguel también recuerda que Agustín Mantilla murió sin decir a quién pertenecían los seis millones de dólares a su nombre en un banco de Nueva York. 

Imagen: Un mermelero

Imagen: Un mermelero

La explicación de estos encubrimientos del pez gordo está, según el columnista, en una táctica histórica y recurrente:

«En el mundo de la mafia siciliana existía un código inquebrantable, la omertá, la ‘ley del silencio’, ser sordo, mudo y ciego para vivir en paz».

Por ejemplo, Patrick Zapata, el testigo del caso del aprista Gerald Oropeza, no siguió este código y ya conocemos su final.