«Los últimos días han terminado de lapidarlo como una opción»
Escribe: Jimena Ledgard
Confieso que en algún momento pensé en votar por Julio Guzmán. Lo pensé, como también pensé en votar por Verónika Mendoza (porque creo que el Perú necesita una representación de izquierda real y porque he visto de cerca y respeto muchísimo el compromiso de Verónika con causas justas y necesarias) y hasta por PPK (porque, por una combinación de pragmatismo y resignación, me hice a la idea de que era la única opción viable frente a lo que parece inevitable este 2016).
Sin embargo, como lo que me ha sucedido desde hace algunos días con Guzmán, descarté esas opciones. Me preocupa no ver más que generalidades en el discurso económico de Mendoza, propuestas que suenan justas, pero que no pasan de buenas intenciones. Me preocupa que un cambio de modelo -que yo también quisiera ver- no tenga un plan más concreto y aplicable que «diversificar la economía». Y me preocupa, aunque eso es más personal, esa actitud de «estás con nosotros o estás contra el Perú» que adopta su núcleo frente a cualquiera que no milite en sus filas, así sus filas no logren sostener una alianza mínima o sus propias elecciones internas. ¿Y sobre PPK? Bueno, digamos que el pragmatismo es difícil de sostener cuando tu alternativa a Keiko y Acuña se las arregla para invitar a Lourdes Alcorta y a la señora de «Chapa tu choro y déjalo paralítico» a su lista, confesar que no sabe cómo califican «ustedes» (es decir, nosotros, los peruanos) las notas escolares y pronunciarse en contra de la Unión Civil en menos de una semana.
Pero, a diferencia de lo que me sucede con Guzmán, si las cosas cambiaran un poco (si a pocos días de las elecciones mi pragmatismo venciera de nuevo o si pudiese ver algo más que bonita retórica en el plan de Mendoza), podría volver a pensar en votar por ellos. A fin de cuentas, sé lo que piensan, sé lo que son y eso, aunque se ubiquen a las antípodas del espectro de lo posible, es algo. No es mucho, pero es algo. Lo que veo en ellos, finalmente, (una izquierda real; una alternativa a una dupla de horror), se mantiene.
No me pasa lo mismo con Guzmán. No me pasa lo mismo con Guzmán y lo digo con pena. Pero si ya me aterraba su propuesta educativa (tan similar a la recientemente derogada chilena) y la inocultable cercanía entre la dirigencia de su partido y Solidaridad Nacional, los últimos días han terminado de lapidarlo como una opción. ¿Cómo es posible que alguien diga, con el énfasis y seguridad con que lo dijo, que no continuará con la ley de consulta previa, solo para desdecirse a menos de un día? La entrevista inicial no tenía ni un asomo de ambigüedad, no dejaba duda alguna de lo que quería decir. Guzmán, por una vez, fue claro. Y Guzmán, por segunda vez, salió a negar que había dicho lo que había dicho. Ya lo había hecho antes, claro, con la Unión Civil. ¿Que fue terrible lo que dijo sobre la consulta previa? Sí, lo fue. Pero incluso peor fue que convirtiera lo que vendía como convicciones (así sean convicciones de mierda) en una de las peores cantinfladas de las que tengo memoria. Más que un candidato, parece una ameba con media training. En sencillo, un candidato fabricado y moldeable como cualquier producto comercial.
Lamentablemente, la infame entrevista en El Comercio no hace más que confirmar eso. Dejando de lado el hecho de que los entrevistadores también hacen un papelón, las respuestas son, de verdad, un espanto. Es una entrevista terrible, de verdad. Estrepitosa. Un roche. Una masacre. Inaceptable. Le preguntan por quién votó en el 2006, «no me acuerdo». Una pregunta de política internacional, «no estoy muy… este… digamos». ¿Su aportante más importante? No tiene idea. Las preguntas sobre seguridad, «no sé, cada lugar es distinto». Frente a las preguntas concretas, «si vas a continuar haciendo esas preguntas siempre vamos a terminar en lo mismo: te voy a dar respuestas que no son exactas». Y, como una entrevista a Guzmán no podría ser una entrevista a Guzmán sin que Guzmán no dijese que no ha dicho lo que ha dicho:
-Usted ha dicho en una entrevista que no bajaría impuestos.
-No, yo no he dicho eso.
-Acá tengo la cita. Fue en el programa de Mario Ghibellini.
-Bueno, sí.
En fin. Apago la luz y me voy a dormir. O pongo una película. No sé. Lo que sea menos esto.