La realidad del aborto clandestino en el Perú
Ayer fue el «Día por la despenalización del aborto en América Latina y el Caribe» (larguito el nombre) y Susana Villarán lo recordó publicando unos datos que me robo:
El estudio de la antropóloga Ferrando señala los medios que utilizan las mujeres para poner término a los embarazos no deseados “…desde la introducción vaginal de medicamentos, sustancias u objetos, hasta procedimientos riesgosos como la introducción vaginal de objetos sólidos (ramas, palitos de tejer, equipo de venoclisis, alambres, entre otros) y de líquidos (agua jabonosa, agua oxigenada, lejía, etc.).
Las diferencias económicas entre mujeres determinan el acceso a una interrupción del embarazo segura o insegura “sólo un 17% de las mujeres que recurren a un servicio de interrupción del embarazo, lo hacen con un profesional médico, el 39% recurre a una obstetriz y el mayor porcentaje, 44%, recurre a personas no calificadas. Esta situación se agrava cuando se trata de mujeres que viven en el ámbito rural, quienes sólo un 3% pueden ir a un médico, un 32% a obstetrices y un 65% a personal no calificado. Las consecuencias para las mujeres más pobres son evidentes, dado que hay un 72% de probabilidad de complicación del aborto cuando las mujeres se lo provocan o asisten a una persona no calificada. Este porcentaje de riesgo baja a un 24% si es realizado por obstetrices o enfermeras y apenas un 4 % de riesgo si es un médico.
Según el estudio citado de Flora Tristán y Pathfinder International, en el 2006 se estimaban unos 376 mil abortos inducidos al año.