cibercultura lunes, 24 septiembre 2007

La neutralidad de la red y tú

Suena a tema geek, pero nos concierne a todos. A todititos los que usamos Internet. Primero, intentemos con un fragmento de la completa y didáctica explicación de Eduardo Villanueva:

Con el auge de la Internet en los años recientes, aparece un problema nuevo: las señales que transmiten información simple, como un mensaje de correo electrónico, compiten en el tráfico con información compleja, como un stream de video; cualquiera que haya experimentado el almacenamiento temporal o buffering propio de ver un video en la Internet sabe que esta situación es molesta, y ciertamente hace poco atractivo el consumo de video en la Internet. Pero está en la naturaleza de la Internet ser neutral, e ignorar que el video requiere prioridad frente a un mensaje de correo que puede demorarse segundos más o menos.

Para asegurar que el tráfico de señales de video tenga prioridad frente al tráfico de información simple, es necesario alterar, siquiera en parte, la neutralidad de la red. Esta es una discusión antigua (Lynch 1998), pero no por ello menos actual.

Básicamente, entonces, la neutralidad de la red asegura que no existe discriminación de contenidos o formatos. Internet no distingue si lo que está enviando es un vídeo de Pamela Anderson o los e-mail de un debate intelectual. No hay prioridades.

¿Sigues sin entender nada? ¿Te parece que esto no te importa? Pongámoslo así. Si no existiera neutralidad en la red, nos sucedería esto:

netneutralpricing.jpg

Exacto. Sería como el cable. Habrían webs premium, a las que sólo podrías acceder, por ejemplo, si pagas más. Y al romperse el principio de libre acceso a la información aparece inmediatamente that little thing called censura.

¿Y por qué les cuento esto? Porque el Gobierno gringo está cambiando eso. Han permitido que los operadores de telecomunicaciones se amparen en el libre mercado para ofrecer servicios diferenciados. ¿Toda regulación es mala? No siempre.

Link: Eduardo Villanueva explica mejor que yo la amenaza que viene del norte