Este artículo te explica por qué la discriminación es económicamente dañina (además de estúpida)
Diego Pereira
I'm back, bitches » @algunpereira » diego@utero.peLa Unión Civil ahora se discute en todos lados. Pero, como suele pasar, no siempre con los argumentos más informados ni tampoco de manera alturada. Pensando en tu sobremesa, en tus momentos de esparcimiento y tus viajes en el micro (cualquier momento en el que estés dispuesto a entablar debate público) es que ponemos estos argumentos para que puedas discutir con un poco más de razón.
Por ejemplo, el Dr. Elmer Huerta se ha pronunciado diciendo esto:
Para la ciencia, la orientación sexual es genética
Por lo tanto no necesita una cura, no se trata de una enfermedad:
En primer lugar, es importante definir lo que significa orientación sexual. Orientación sexual es la cualidad personal que hace que un ser humano sea sexual y emocionalmente atraído a una persona del mismo sexo, del sexo opuesto, de los dos sexos o a ninguno de los dos sexos. Esas orientaciones son llamadas homosexualismo, heterosexualismo, bisexualismo y asexualismo, respectivamente.
Recientes y múltiples investigaciones han revelado que esa orientación sexual no es una opción que la persona escoge en el transcurso de su vida, sino que nace con ella y es producto de complejas interacciones en el desarrollo gonadal, hormonal y cerebral del ser humano. En otras palabras, no existe ser humano que a los 15, 20 o 60 años escoja de un día para otro tener una orientación sexual diferente a la asignada a su sexo biológico (varón o mujer). Del mismo modo, es mito prehistórico creer que porque la niña juega con soldaditos, el niño juega con muñecas o porque un hombre fue violado en la cárcel va a tener un cambio de orientación sexual por el resto de su vida.
Nótese la parte referente al «mito prehistórico»porque justamente ese retraso es el que permite que alguien pueda comparar la homosexualidad con la pedofilia.
Y no, no es lo mismo
Así escribe José Carlos Yrigoyen:
Como he leído esto demasiadas veces, no tengo más remedio que comentarlo: «Si se legaliza el matrimonio homosexual, luego se pedirá que se legalice la zoofilia, la pedofilia o la necrofilia. Es decir, puro libertinaje».
No pues, amigo homófobo que a pesar de todo quiero tanto. Las relaciones homosexuales se diferencian de todas las otras que mencionas por una simple razón: en ellas existe un consentimiento de dos personas con libre albedrío. Algo que, como sabemos, ni los niños pequeños abusados por pederastas, ni los animales sometidos por zoofílicos ni los muertos extraídos de sus tumbas por necrófilos poseen. Así que esas comparaciones además de ofensivas son irrelevantes.
Si digo esto es por tu bien. Porque si piensas de esa forma y encima lo manifiestas quedas como un Carlos Tubino cualquiera, y créeme que ya nos basta con escuchar a un tipo emitiendo estupideces de este calibre todo el día como para que tú encima le hagas coro.
Pero como en este mundo de dinero dinero dinero todo tiene que impactarte en el bolsillo para que te atrevas a ser socialmente responsable, también podemos afirmarte que la discriminación es económicamente dañino.
¿Cómo así?
Principalmente porque las decisiones que se toman socialmente están siendo excluyentes de una parte de sí: por ejemplo, una mujer que no es contratada por serlo, un afrodescendiente cuyas oportunidades son limitadas. Esto genera que la toma de decisiones sea asumida por personas que quizás no son las más preparadas para hacerlo.
Es como limitarte, ponerte una barrera, y esperar cumplir con todas tus metas a cabalidad. Así lo describe Verónica Zavala Lombardi con mayor precisión:
¿Y qué pasa con la discriminación LGBT? Todos sabemos que hay esos mismos costos (sub-utilización e ineficiente combinación de talentos, costos directos en salud, etc.) pero hay un gran reto en cuanto a los datos: la información sobre sexo y raza es abundante en tanto que la de orientación sexual es casi inexistente (tanto a nivel censal como a nivel de empresas). Por eso hoy, tanto agencias bilaterales de desarrollo como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), estamos comenzando a invertir en generar el conocimiento que permita estimar cuánto deja de crecer el PBI de un país por discriminar a la población LGBT. Estudios preliminares, como el liderado por Lee Badgett para la Asociación Internacional para el Desarrollo (AID), señalan una relación estrecha entre desarrollo económico y homofobia -a menor desarrollo económico, mayor homofobia- y que ello se debe a menor productividad, mayores costos en salud pública y en programas sociales además de incentivos inadecuados para la eficiente inversión en capital humano. Otro conjunto de estudios de corte econométrico estima la relación entre mayores derechos a la población LGBT (desde la descriminalización de las relaciones hasta el matrimonio o la adopción) y bienestar económico. La relación es positiva e impactante: cada derecho adicional corresponde a un mayor PBI per cápita de 320 dólares. Esto no quiere decir que el PBI crece 320 dólares por aprobar cada derecho, pues en ese mayor per cápita se mezclan, por decirlo, el huevo y la gallina: (i) mayor productividad y menores costos vinculados a la homofobia, (ii) mayor acumulación de capital humano al reducir la discriminación en las escuelas, (iii) el hecho que países con mayores ingresos tienden a tener valores post-materialistas y (iv) que hay también una modernización estratégica que es resultado de otorgar derechos para conseguir los beneficios que estos generan (por ejemplo turismo, comercio, o gasto en bodas). Saber cuánto es atribuible a cada factor y qué políticas son las adecuadas para corregir la discriminación es una nueva tarea de las instituciones de desarrollo y de los gestores del desarrollo en cada país.
Y con todo esto, ¿te sigue pareciendo viable optar por la discriminación? Piénsalo.