Lima , politica , violencia jueves, 2 julio 2015

El problema no son Magdalena ni San Isidro: ¿y si eliminamos las municipalidades distritales de Lima?

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Ayer se realizó la tradicional bronca entre los miembros del Serenazgo de Magdalena y San Isidro. ¿La razón? Unos absurdos conflictos limítrofes entre los distritos.

Suena ridículo pero la risa se acaba cuando el alcalde de San Isidro, Manuel Velarde, asegura que Francis Allison está coludido con negocios inmobiliarios de la zona. Recuerden que estamos hablando del mismo sujeto al que ampayaron en un aeropuerto gringo con 50 mil dólares en efectivo y al que, hace poco, se le abrió una investigación por lavado de activos.

Pero este es, simplemente, un síntoma de uno de los más grandes problemas de fondo de esta ciudad: la insólita cantidad de distritos de Lima. Hace más de un año le preguntamos sobre esto al experto en planificación urbana, Mateo Stiglich, y esto nos respondió que la división en distritos era la institucionalización de la desigualdad:

Los municipios distritales con más recursos pueden ofrecer mejores servicios, lo que a su vez les permite competir por atraer a residentes más ricos. Esta desigualdad, legitimada porque cada distrito responde por una serie de servicios, no sería legítima si es que todos los servicios de la ciudad fueran responsabilidad de una sola jurisdicción.

 Eso incluye políticas urbanas por zona (que es el origen de las broncas anuales entre estos dos mesocráticos distritos).

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Pandillas del Parque Pera. Foto: TROME.

 

Lo cierto es que cada vez resulta más claro que una ciudad dividida en 50 es sencillamente inviable. Hay distritos ridículamente pequeños, como Barranco, que debe ser más chico que el área en disputa entre Magdalena y San Isidro. ¿Es posible soñar con una capital sin municipios distritales? Stiglich nos dijo entonces:

¿Qué alternativa hay a este sistema? Una forma de mantener representatividad local pero dentro de un gobierno “central” provincial sería que los distritos (o zonas) de la ciudad elijan representantes (regidores) en el concejo metropolitano en lugar de alcaldes distritales. De este modo, los conflictos podrían ser mediados dentro de este ámbito deliberativo, y todos los distritos -al menos en teoría- estarían representados en la discusión.

Sí hay casos de ciudades así de grandes administradas por una sola alcaldía: Bogotá, Rio de Janeiro, Sao Paulo (tiene “subprefecturas” pero no con el poder de los distritos limeños), México (igual que Sao Paulo, delegaciones con menos poder que los distritos limeños), Nueva York, Londres.

El problema no es necesariamente que exista un nivel debajo de la provincia, sino qué tanto poder tiene ese nivel.

Hace un año, cuando nos hicimos la pregunta, esperamos que alguno de los candidatos a la comuna limeña pusiera la pica en Flandes. Pero, por supuesto, ni uno solo de los postulantes quiso plantear ningún tema de fondo. Sería lindo que el señor Castañeda dejara de creer que el cemento lo soluciona todo y encabezara una reforma de la gestión urbana. Vale la pena soñar.