Dos comentarios
que pretendía armar un debate sobre el problema del tránsito a raíz del accidente de Álvaro Ugaz se ha convertido -por obra y gracia de decenas de comentaristas que lo ocuparon- en un juicio popular al «doble rasero del periodismo».
Varios de los comentarios son irresponsables, no se diferencian en nada de lo que critican y no los repetiré acá. Pero muchos otros plantean cuestionamientos válidos sobre cómo se ha tratado la información sobre el doloroso, terrible accidente que causó el fallecimiento de una de las mejores personas que ha tenido este gremio, esta gran familia disfuncional (pero finalmente familia) que es el periodismo.
He dudado mucho, pero voy a poner dos de los comentarios más presentables y que plantean puntos de vista quizás equivocados, quizás no, pero atendibles.
CESAR MIGUEL dijo el 24 Marzo, 2009 09:27:25
(…)¿Hay algo que ya se sabe y que los periodistas ocultan por “respeto” al difunto?. Caray, ese sí sería un verdadero espíritu de cuerpo, pues por lo general, luego de los accidentes, los periodistas son los primeros en filmar y fotografiar la escena, la víctima, y sobre todo el interior de los vehículos (donde muchas veces encuentran botellas de licor). Luego de un accidente los periodistas son los primneros en enterarse si la víctima estuvo ebria, y lo propalan sin más ni más, de día y de noche.
Entonces, ese “respeto” es selectivo: sólo para periodistas.
¿Por respeto al colega no se dice si estuvo ebrio?. Claro, pero ¿Y el respeto al público?.
Resultaría entonces hipóctita exigir máximas sanciones a choferes ebrios.., cuando se disculpa la embriaguez del difunto sólo por ser coleguita. Ojalá algún periodits realmente serio muestre el resultado del dosaje etílico practicado a Alvaro Ugaz, poruqe, si hubiera estado borracho y hubiera sobrevivido, entonces debería ir derechito a la cárcel, como reclaman hoy todas las voces. ¿Y si estaba ebrio y hubiera atropellado y matado a alguien?. Gracias a Dios eso no ocurrió, pero pudo suceder.(…)
Beto dijo el 25 Marzo, 2009 00:22:54
Justamente el domingo anterior al accidente la señorita Oxenford presento un reportaje sobre el asesinato de una niña en Huanuco donde se veían claramente imágenes del pequeño cuerpo inerte e incluso unas donde salían gusanos y moscas de la boca de la criatura, que irónico suena ahora escucharla pedir a sus colegas que no hagan acercamientos y respeten el dolor de la familia. Ojala que esta dura lección le sirva para recapacitar y darse cuenta que todos merecen respeto.
Siempre que ocurre un accidente vemos en los noticieros que los reporteros alegremente sueltan las frases “posiblemente ebrio” o “en aparente estado de ebriedad” cuando ni saben lo que realmente ocurrio pero ahora no se les ha ocurrido siquiera insinuar esa posibilidad, es como si se hubiera activado un mecanismo de autodefensa que les impide ser objetivos e imparciales, es ese espíritu de cuerpo que tantas veces han criticado de políticos, militares y policías.
Pienso que este hecho es sin duda un momento triste para el periodismo pero también es una vergüenza por la manera en que han actuado quienes dicen defender el derecho a la libre información.
Releyendo los comentarios, creo que la pregunta no es si estamos haciendo bien nuestra chamba en el caso de Álvaro, sino si la hicimos bien en todos los casos anteriores. Y cómo la haremos en el futuro.
Más con Juan Sheput, Catalina Subirana, Pamela Acosta y los amigos de Álvaro.