Después de la CADE
El jueves le pregunté a Julio Cotler si él era una de esas personas que dice «bah, cuarenta y tantos CADEs y todo sigue igual». Lo pensó un segundo y respondió que había revisado los informes y las conclusiones de CADEs anteriores y que esto era «totalmente diferente».
«Esta gente está asustada», agregó.
Tenía razón. El lema de la CADE 2006 fue «No existe nosotros con alguien afuera». Por primera vez los empresarios dejaban de mirar el mar y volteaban a ver por qué había tanto barullo a sus espaldas. Eso era un buen primer paso, así sea por el puro susto a lo que había representado Humala.
Y falta mucho, por supuesto. Quizás en la próxima CADE debería haber un par de mesas sobre cómo la inclusión empieza por casa, mejorando el trato personal a las empleadas del hogar (una idea que recojo del blog de Godoy).
O mejor aún: redefiniendo el concepto mismo de la CADE, que es -al fin y al cabo- la encerrona de fin de año de una clase social privilegiada, a la que no tienen acceso ni siquiera los nuevos ricos (por ahí arrimaron a un par de tiernos representantes de las PYMEs arequipeñas, casi como cumpliendo el rol de «cuota étnica»).
Sí, falta mucho, pero algo es algo. En la clausura, el premier Del Castillo invitó a los organizadores de la CADE a un consejo consultivo para implementar las recomendaciones y conclusiones de los tres días de conferencias. Que yo sepa, sería la primera vez que una CADE se traduce en acciones gubernamentales concretas.
Económicamente -esto no es noticia- al Perú le está yendo de putamadre. Muy bien. Ahora, lo que falta es que chorree. Para eso, lo que falta es un poquito de voluntad. Y para eso, lo que falta es que a los empresarios no se les pase el susto.
Vídeo: Detrás de cámaras de la CADE de la inclusión (reportaje del 05/12/06)
Archivo del Útero: Brevísimos del CADE (01/12/06)
Archivo del Útero: Comparen lo que escribí sobre la CADE del 2005