Contra la pena de muerte
Si había algo que me disgustaba durante la campaña era que el «candidato de la democracia», «el mal menor frente al fascismo», fuera un señor que proponía cerrar el Congreso y mandar a matar a los violadores de niños.
Una vez, en Iquitos, le pregunté a García cómo iba a eliminar a los sentenciados a muerte. «¿Fusilándolos?», dije, invocando la sombra de Humala. «Jo, jo», respondió gracioso, buscando la complicidad de su audiencia, «eso ya depende del gusto de usted».
Insistí: sólo se puede establecer la pena de muerte en el Perú, si su gobierno toma la misma medida que tomó el de Fujimori, es decir, abandonar la competencia de la Convención Interamericana de Derechos Humanos. «Se hará lo que sea necesario», respondió.
Pues llegó el momento. El sábado, el Apra ya empezó a hacer lo necesario:
“Si hay candado, hay que buscar las llaves. Encontraremos la fórmula legal para poder utilizar la denuncia correspondiente a los tratados internacionales que nos permita incorporar la pena de muerte a los violadores de niños”, declaró Aurelio Pastor, coordinador de la Comisión de Constitución del Congreso. Pastor dijo que el tema de la pena de muerte será el primero que verá su comisión.
El presidente del Poder Judicial, Walter Vásquez Vejarano, ya anunció su desacuerdo con la medida. Recordó que cuando él era juez del régimen velasquista, se mandó a ejecutar a Ubaldo Vásquez, un acusado de violar y matar a un niño. Luego de su muerte, se supo que Ubaldo era inocente.
Su argumento es inapelable en un país donde las sentencias judiciales pocas veces se corresponden con la Justicia. ¿Es válido arriesgarnos a segar la vida de inocentes injustamente condenados?
Siempre se puede liberar a un sentenciado a cadena perpetua, pero la pena de muerte no tiene vuelta atrás. Ése es un Rubicón que el Perú ya cruzó muchas veces, siempre para peor.
Link: Valle Riestra y Lamas Puccio rechazan la pena capital (Perú.21, hoy)