Anonymous: los dueños de Internet
Marco Sifuentes
tú lee nomásEsta es una nota que publiqué para la revista Cosas Hombre, que dirige Fernando Ampuero, sobre Anonymous, 4chan, /b/, los oldfags, los newfags, Guy Fawkes y toda esa constelación de fenómenos que moldean nuestras vidas digitales sin que la mayoría lo sospeche.
Para los que conocen el tema, quizás no haya muchas novedades. O quizás sí. La revista lo presentó así:
«El gran fenómeno internauta del siglo XXI: conspiración digital y opiniones libérrimas. Empezaron jugando a desfacer entuertos y, al cabo de un tiempo, acabaron comprándose el pleito de las buenas causas políticas. Ellos son Anonymous, una masa de metiches que puede ser abusiva, divertida o justiciera, y que hoy nos invade la red.»
escribe Marco Sifuentes
En los sótanos del Parlamento inglés, los guardias sólo encontraron a Guy Fawkes. Estaba armado con un reloj, unos fósforos, una mecha… y 36 barriles de pólvora. Los soldados lo redujeron, lo golpearon y le preguntaron para qué había juntado tanta pólvora bajo la Cámara de los Lores. Guy respondió:
—Para mandarlos volando de vuelta a sus sucias montañas, mendigos escoceses.
Era el 5 de noviembre de 1605.
Pasaron 403 años y un buen día, de pronto, Guy Fawkes volvió a las calles de Londres. Y de Amsterdam, Los Angeles, Berlín y un total de 93 ciudades en las que miles de personas con máscaras del conspirador católico manifestaron por primera vez en el “mundo real” la existencia de Anonymous. Ese día, el 10 de febrero de 2008, la primera conciencia colectiva de Internet adquirió forma física. Y tenía la cara de Guy.
¿Qué había pasado? ¿Cómo es que el rostro de Guy también apareció hace poco en un mensaje amenazando al gobierno peruano? ¿Quién o qué es Anonymous? Y, lo más importante: ¿Qué demonios quieren?
TODO EMPEZÓ CON GATITOS
Las raíces del fenómeno Anonymous se hunden en un complejo entramado de cultura pop, ética hacker, pornografía dura, derechos digitales, humor absurdo, cruzadas políticas y atorrantismo clásico de Internet. Empecemos uno de los hilos de la madeja: “moot”, según algunos, el hombre (el chico, en realidad) más poderoso de la red.
Siempre escrito con minúsculas, «moot» tenía 15 años cuando creó 4chan.org. Esta web es un sistema de foros del tipo imageboard, que consiste en comunicarse, principalmente, a través de imágenes. Los usuarios tienen la opción de colocar su nombre pero nadie lo hace y en su lugar aparece la etiqueta que el sistema le asigna a todos los usuarios no identificados: Anonymous.
No es exagerado decir que, casi desde su creación en 2003, 4chan se volvió el epicentro de Internet. Casi todo lo que se pone de moda en la red ha salido de este foro: chistes de gatitos (o LOLcats), el revival de las horribles canciones de Rick Astley, las expresiones WIN, EPIC, forever alone y sus respectivas caricaturas, etc.
Este tipo de conceptos, que viajan de un internauta a otro como un virus, se llaman “memes”. Y casi todos los meme” más exitosos de Internet han salido de 4chan. Sin ir más lejos, en las últimas elecciones, al exalcalde Luis Castañeda, los tuiteros lo llamaban “forever alone” y hasta le crearon una tira cómica al respecto. Lo más probable es que hasta ahora ni él ni muchos de los que lo llamaban así tengan idea de dónde salió la expresión.
De hecho, durante años, muy poca gente sabía qué era 4chan. Y menos gente sabía, o podía hablar, de /b/, el principal foro dentro de 4chan. En /b/ es donde ocurre toda la acción, solo que casi no se le menciona porque la primera regla de Internet es “You do not talk about /b/”.
(Por cierto, la segunda regla de Internet es “You DO NOT talk about /b/”, como en la película Fight Club.)
Durante años, 4chan, o mejor dicho, /b/, o mejor dicho, Anonymous manejó los hilos de los referentes interneteros desde la clandestinidad. En medio de la incorrección política más chocante y la estupidez colectiva derivada del anonimato absoluto, empezó a surgir algo: una cultura propia. Y /b/ les estaba quedando chico.
FOR THE LULZ
Gabriel es un oldfag peruano. Se llama oldfags a los que merodeaban 4chan cuando no era famoso. Gabriel es, o fue, hacker, pero ―como todos los hackers de verdad― odia llamarse así; cree que la prensa ha desvirtuado el término. Conoció 4chan “en un chat de, ya sabes, gente tecnológica que le gusta malograr cosas”.
—O sea, hackers, pues —le retruco.
—Sí, bueno, hackers —se resigna (en verdad odia la palabrita).
/b/ se había convertido en el pasatiempo favorito de hackers y afines que de vez en cuando combatían entre sí “for the lulz”. “Lulz” deriva de LOL, siglas que significan “laughing out loud” y que se usan para burlarse de algo. No había mayor ideología en aquellas salvajes batallas cuyos perdedores podían terminar con toda su vida privada (correos, passwords, fotografías, dirección física) expuesta en Internet.
Gabriel, que ahora es un señor empresario y padre de familia, recuerda con una mezcla de terror, hilaridad y nostalgia la invasión a unos foros de Hello Kitty. Unos Anonymous robaron el password del administrador, se apoderaron de esta cándida web para niñas y la llenaron de pornografía dura. ¿Por qué? Porque podían, por eso. Y porque era transgresor. Transgredir sólo porque sí es hacer las cosas “for the lulz”.
Pero llegó el día en el que el “Mundo Real” metió sus narices en Internet, es decir, en el reino de Anonymous. La Iglesia de la Cientología ―la excéntrica religión hollywoodense― consiguió que YouTube retirara un video filtrado de Tom Cruise. En la grabación, un alterado Cruise quedaba en ridículo defendiendo su devoción (“los cientólogos somos los únicos capaces de ayudar en un accidente automovilístico” y cosas así).
Retirar un video de YouTube no solo fue considerado un ataque contra la libertad de expresión sino, y esto era lo más importante, una invasión a Internet, al territorio de Anonymous. Inmediatamente, lanzaron un video declarando la guerra a la Cientología. El manifiesto alcanzó los dos millones de visitas en pocas semanas.
Durante meses, bombardearon sus webs utilizando la técnica DDoS, un tipo de ataque virtual que se convertiría en el sello de fábrica de Anonymous. Un ataque DDoS es sencillo y no hay que ser hacker para hacerlo. Simplemente hay que bajarse un programita, seguir unas instrucciones y ya. Si muchas personas se unen, la web atacada colapsa.
Las coordinaciones ya no ocurrían en 4chan, sino en canales de chat. Allí, Anonymous decidió convocar protestas físicas, en el “mundo real”, contra la Cientología. Para preservar el anonimato, y en homenaje a una de esas inescrutables bromas internas de 4chan, decidieron utilizar la máscara de Guy Fawkes, popularizada por la película ―basada en el cómic de Alan Moore― “V de Vendetta”.
Y así, en febrero de 2008, miles de enmascarados salieron a las calles en 93 ciudades, acorralaron a una religión hollywoodense y llamaron la atención de los medios. Anonymous había salido de Internet.
Ese año, TIME colocó a moot en una lista de candidatos a Hombre del Año y cometieron el error de someterlo a una votación online. Aunque 4chan ya no es el punto neurálgico de Anonymous, ellos quisieron volver a demostrar su poder: moot no sólo ganó la elección con la absurda cantidad de casi 13 millones de votos, sino que los siguientes integrantes del Top 20 quedaron en tal orden de votación que sus iniciales formaban “Marblecake, also The Game”, uno de los esotéricos memes de 4chan.
Sí, de terror.
ESTA REVOLUCIÓN SERÁ TUITEADA
―Nosotros somos un movimiento que intenta crear CONCIENCIA SOCIAL ―enfatiza Steve, un veinteañero peruano de pelo largo que se considera a sí mismo oldfag, porque se unió a las legiones de Anonymous en 2008, cuando tenía 17 años. Sin embargo, Gabriel -el hacker ahora padre de familia- llama newfag a Steve porque es alguien que se unió atraido por las ahora famosas cruzadas épicas de Anonymous.
En el cómic “V de Vendetta” un anarquista convierte la máscara de Guy Fawkes en el símbolo de una ideología: “los pueblos no deberían temer a sus gobiernos; los gobiernos deberían temer a sus pueblos”. Después del ataque a la Cientología, Anonymous había descubierto que su poder era incluso mayor al que pensaban, que podían aterrorizar a quienes se metieran con ellos, que podían enfrentarse de igual a igual con religiones, transnacionales y gobiernos. Entonces elevaron su valla.
A mediados del 2010 empezó Operation:Payback, una masiva batalla cuyo lema era “tú lo llamas piratería, nosotros lo llamamos libertad”. Su misión: una Internet libre de restricciones de copyright. Organismos gubernamentales, grandes estudios de abogados, empresas de software, productoras musicales, gremios de artistas y hasta la página porno Hustler.com cayeron bajo el fuego de Anonymous.
Mientras tanto, Wikileaks publicaba miles de cables diplomáticos, Julian Assange era arrestado y empresas como Visa y Mastercard les cortaban sus canales financieros. Anonymous no tenía nada que ver con Wikileaks, pero se compró el pleito y salieron en su defensa. Se tumbaron las páginas de Mastercard, Visa, EveryDNS, Paypal, la fiscalía sueca, los abogados que defienden a las denunciantes de Assange y varias otras.
Ahora Anonymous es mundialmente conocida. Siguen atacando, cada vez en más países, cada vez con mayores resultados. De vez en cuando aparecen noticias sobre la “captura” de algunos de sus integrantes, pero son noticias sin sentido. Es como si cayeran algunas abejas de un enjambre. Anonymous es un fenómeno único, sólo posible en el siglo XXI: no tiene líderes ni organización. Sólo tiene una ideología: saca tus manos de mi Internet.
―Buscamos justicia y nada más, una justicia que es negada en la vida real ya que el poder la tiene comprada ―dice Steve, el de pelo largo―. Acá todos somos iguales, desde una prostituta hasta el presidente. Nuestra única trinchera es el Internet, es el último lugar donde todos podemos expresarnos libremente.
―¿No es ilegal lo que hacen? ―le pregunto.
―Lo único ilegal acá es que intenten silenciarnos.