discriminación , economía , noticias , politica , sociedad , violencia Jueves, 28 marzo 2019

Necesitamos hablar sobre el racismo y clasismo con el que se está abordando el conflicto en Las Bambas

Necesitamos aclarar un punto

Ahora que el conflicto en Las Bambas terminó de estallar (porque, como vimos, hierve hace años), ha sido bastante común escuchar y leer opiniones como la de Iván Slocovich (director de Correo):

Se trata de un asunto netamente económico generado por dos azuzadores que se han valido de campesinos a los que además, mucho tiempo atrás se les ha compensado y de manera muy generosa.

Aquí hay dos ideas:

  • La primera es que los campesinos están siendo usados. Similar idea tiene el gobierno, el premier Salvador del Solar ha declarado que la comunidad ha sido influenciada negativamente por externos.
  • La segunda es que ya se les ha dado dinero, ¿pa qué quieren más los golosos estos?, ¿no ven que tienen un montón ya?

Entonces, tenemos un problema: esta visión del conflicto no solo es chata, sino también bastante racista y clasista. Pero vamos por partes.

Oe, qué más quieren, oe. Intervención: Utero.pe

Oe, qué más quieren, oe. Intervención: Útero.Pe

Hay que ver el panorama general

Contando su experiencia hace 15 años en la zona, nuestro Ferrando el periodista Marco Sifuentes escribe en Twitter:

No me vengan con el cuento de «agitadores». Siempre han pululado cazafortunas en la zona (como el nefasto Miguel Palacín). Pero no pudieron hacer nada contra el buen ánimo y las ganas de progresar de los fuerabambinos (y el profesionalismo de Xstrata, la concesionaria anterior). Siempre hay dirigentes con intereses subalternos, pero ellos no son nada si no hay caldo de cultivo. Si ahora están protestando en Fuerabamba, de la mano de sus viejos rivales de Challhuahuacho, es porque la cosa debe ser ya intolerable.

En este útero, hace casi cuatro años, Marco también escribió este post sobre cómo las historias de los conflictos sociales se repiten una y otra vez. Vale darle una leída para no focalizar el conflicto en la forma en vez de en el fondo del mismo.

Sí, clasismo y racismo

En su columna de hoy, Patricia del Río —si bien se alinea con ideas represivas («las tomas de carreteras y los bloqueos no son negociables y deben ser reprimidos»)—, resalta el racismo y el clasismo que hay detrás de ningunear la protesta y cuestionar que los comuneros quieran dinero a cambio de sus tierras:

Los comuneros no son unos santos y los empresarios no son unos desgraciados, el asunto no es tan sencillo ni tan maniqueo. Pero el discurso que se usa para hablar de las comunidades es paternalista y discriminatorio: “se les ha dado”, “están pidiendo”, “se creen con derecho”. Bueno pues, la economía de mercado los empoderó. Ahora saben que su tierra cuesta. Bienvenidos al capitalismo. Si queremos vivir bajo este modelo económico, ya es hora de respetar al otro y considerarlo un igual con el que hay que negociar y no un pobre “indiecito” al que se le dan cosas para que no se queje.

Es obvio que van a tener dinero porque es lo que les corresponde. Viven sobre cobre, tuvieron que trasladar un pueblo entero y Las Bambas produce el 2% del cobre a nivel mundial.

¿O el problema es que no pueden tener dinero porque no son blancos?

Diego Pereira

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