gastronomía , noticias , periodismo , sociedad Miércoles, 10 agosto 2016

Mientras la NASA no sabía con qué alimentar a los astronautas en el espacio, los Incas ya tenían la respuesta

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Imagen: Juan Karita/Associated Press

Cuando la NASA se preguntaba cómo alimentar a los astronautas en el espacio, los incas ya tenían la respuesta. Un artículo del prestigioso medio gringo, The New York Times, nos dice que ese alimento es el chuño, y nos explica por qué se sigue consumiendo en Perú y en otros países.

Aguanta, ¿qué es el chuño?

Seguramente habrás oído hablar de este alimento a tu abuelita o a tu mamá. El chuño es básicamente papa liofilizada desarrollada por los Incas. El proceso de l-i-o-f-i-l-i-z-a-r consiste en esto:

«Separar el agua de una sustancia, o de una disolución, mediante congelación y posterior sublimación a presión reducida del hielo formado, para dar lugar a un material esponjoso que se disuelve posteriormente con facilidad. Se utiliza en la deshidratación de los alimentos, materiales biológicos y otros productos sensibles al calor».

En castellano: el chuño es papa deshidratada para su conservación (o sea para que no se malogre rápido).

El artículo recuerda que, tanto los Incas como los astronautas, realizaban largos viajes por territorios amenazantes. Para esas travesías, los incas necesitaban un alimento que resista el viaje y pueda ser almacenado por largo tiempo. Ellos no tenían máquinas para procesar alimentos y por eso preparaban el chuño de modo natural.

«Ellos usaban el calor de los días y las heladas noches de junio para congelar y luego deshielar las papas. Una vez hecho esto, pisaban las papas descalzos para remover las capas y los líquidos. El chuño puede almacenarse y comerse por una década después que ha sido encogido y está seco».

Actualmente, las personas en el altiplano, en las grandes mesetas de Bolivía y Perú, continúan preparándolo como lo hacían los Incas.

Ya, ¿y cómo es?

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Imagen: Juan Karita/Associated Press

El artículo del Times explica que el chuño no era muy conocido más allá de los Andes, pero ahora se está usando más. Quienes lo prueban por primera vez dicen que no sabe a papa, y que tiene un inusual sabor a tiza. Incluso, se dice que su aroma ha sido comparado con el de medias sucias.

Hoy, el chuño pueden salvar del hambre a quienes residen en las alturas (y en verdad a cualquier persona).

«Los descendientes de los incas aún aprecian el chuño, que es comúnmente servido especiado con ají. Cuando el dinero queda corto para comprar comida enlatada, carne, o no pasa nada con la cosecha, las familias de los Andes siempre recurren al chuño».

«Esta habilidad para almacenar comida es importante en una región en donde las sequías pueden destruir un año de cultivo», indica la antropóloga Clare A. Sammels.

Puedes leer el artículo de The New York Times aquí