feis Miércoles, 6 enero 2016

«Amigas femeninas y feministas y afines, no eduquen a sus hijas para que se comporten de una manera tan vulgar y aprovechadora»

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Imagen referencia. Foto: Flicker

Escribe Rafo León

Así como los hombres somos los responsables de nuestra mamonería, engreimiento, inutilidad y regresión existencial, muchas mujeres son las que crean la imagen de la persona que usa su cuerpo y otros recursos para conseguir privilegios.

Hace un rato fui a un estudio de fotos, necesitaba urgente unas para renovación de brevete. Una señora estaba sentada en el banquillo mientras le hacían su toma respectiva, y justo cuando iba a entrar yo, hace su ingreso una damisela veinteañera modelito merengue, con vestido atado adelante (que se lo desataba a cada rato), la teta fresca bien a la vista y un par de zapatos de plataforma que ni la Chola Chabuca. El pobre bizco que recibía a los clientes se puso peor de bizco, me dio la impresión de que un imán se le había instalado en la parte superior de la nariz y le había juntado del todo las pupilas. La merenguito mojó labios con lengüita, se levantó el pelo como bailarina de pole dance, se acercó y le habló casi en secreto al virolo de tal modo que en lugar de hacerme pasar a mí, adentró con la merengue.

Bueno, el chongo que armé se debe haber escuchado hasta el Real Felipe. El virolo no sabía qué hacer ni dónde mirar mientras que la merengue, achoradísima, gritó, «lo que pasa es que ya no hay caballeros, ya atiendan a ese viejo antes de que se muera».

Amigas femeninas y feministas y afines, no eduquen a sus hijas para que se comporten de una manera tan vulgar y aprovechadora: ese acto hace retroceder la autonomía de la mujer cien años. Lo mismo vale para la educación de los hombres, a fin de que no se dejen desvirolar por la primera pacharaca que le ensaliba el labio.

Así se pasa uno en Lima, en peleas ideológicas con gente de medio pelo.